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Javier Goyeneche, el caballero verde de la moda


Hablar de chaquetas confeccionadas con posos de café y de calzado o bolsos hechos a base de botellas de plástico y redes de pesca puede resultar, cuanto menos, chocante para una industria como la de la moda, cuya relación con la sostenibilidad y el medioambiente es especialmente complicada ya que se trata de uno de los sectores más contaminantes. A no ser que esa charla se produzca con Javier Goyeneche (Madrid, 1970), el fundador de Ecoalf, la firma especializada en prendas y complementos fabricados con materiales reciclados que desde hace una década trabaja con la finalidad de mejorar el planeta.

Su idea llegó dos años después de que la crisis económica le obligara a cerrar en 2007 su primer negocio, Fun&Basics, la marca que creó con solo 24 años. Estuvo un tiempo enfadado con el mundo de la moda. Entonces se centró en su pasión por la sostenibilidad y la defensa del medioambiente, un interés que, según cuenta a EL PAÍS, le inculcaron desde pequeño en casa, y que le llega especialmente por la rama materna. “Mi madre estaba muy metida en muchas causas a la vez. Siempre manteníamos conversaciones en casa sobre estos temas”, dice el hijo del ingeniero Alfredo Goyeneche, que fue jinete olímpico y presidente del Comité Olímpico Español, y de Cristina Marsans, una de las jugadoras más importantes de la historia del golf femenino español.

De ellos, además de varios títulos nobiliarios —es conde de Guaqui, de Casa Saavedra y marqués de Artasona, entre otros— ha heredado su misión por promover un futuro más inclusivo y sostenible. Y si a su madre le debe su devoción por las causas justas, a sus dos hijos, Alfredo, de 13 años, y Álvaro, de 10, les dedica el resultado de su proyecto. Ecoalf, cuyo nombre viene inspirado por el de ellos, nació después de llegar el pequeño y su misión es dejarles un mundo mejor a ellos y a las generaciones futuras. Goyeneche lo asegura después de convertirse recientemente en el primer español en recibir el premio a los Innovadores Sociales del año 2020 de la Fundación Schwab, plataforma global líder que promueve modelos excepcionales de innovación social, una organización filial del Foro Económico Mundial.

El fundador de Ecoalf ha demostrado ser un verdadero experto en salirse de la norma en lo profesional y en lo personal. Casado desde 2003 con Macarena Rey, CEO de Shine Iberia, una importante productora que lleva programas de televisión como MasterChef o Maestros de la costura, forman desde hace dos décadas uno de los matrimonios de éxito más importantes del país en el que la discreción ha sido su bandera. Pocos supieron de su boda celebrada en Ibiza pese a que fueron testigos del mismo personalidades de todos los sectores, desde importantes empresarios hasta gente del espectáculo como el cantante Miguel Bosé, la modelo Inés Sastre y la actriz Cayetana Guillén Cuervo, entre otros muchos. Goyeneche rehúye toda pregunta que tenga que ver con su vida personal, se muestra reticente a que la entrevista vaya por esos derroteros y solo admite que él es “el más mediático de los dos” por ser la cara visible de la firma de ropa. Desde su entorno aseguran que nunca habla de esos temas y que, igual que su esposa, prefieren mantener privada esa faceta. No se esconden, pero viven al margen de todo lo que tenga que ver con la fama.

Sin hacer mención, él no oculta su apellido aristócrata y tampoco los fieles amigos cuya fama le ha reportado beneficios como verdaderos modelos de sus prendas sostenibles. Desde miembros de la familia del Rey como la reina Sofía, la hija de la infanta Elena, Victoria Marichalar, o el propio Iñaki Urdangarin, hasta personalidades internacionales como la actriz Gwyneth Paltrow, el rapero will.i.am e incluso el diseñador Marc Jacobs. Un escaparate para llegar a todo el mundo. “Si cualquier rostro conocido quiere unirse a nosotros, en nuestras campañas ecológicas de limpieza de mares o recogida de basura serán más que bienvenidos. Son un altavoz que nos puede hacer llegar a mucha más gente”, invita el fundador de la actual marca de ropa sostenible más importante del país.

Aunque la matriz de Ecoalf nació en 2009, y salió al mercado un año después, no fue hasta 2013 cuando se materializó. “Empezamos a raíz de conocer a una señora que reciclaba botellas de plástico y luego nos interesamos por una compañía de Corea que invertía en redes de pesca de las que obtenía un nylon diferente”, cuenta el pionero de la moda sostenible en España sobre sus inicios. La compañía llegó de la mano de la fundación, homónima y respaldada por la marca, y es a través de esta por la que Goyeneche abandera diversas causas como Upcycling the Oceans, que desde 2015 cuenta con la colaboración de miles de pescadores para limpiar el fondo de los océanos y transformar la basura que está destruyendo el mar en hilo de primera calidad para confeccionar prendas. Una iniciativa que comenzó en la costa mediterránea de Levante y que ya se ha extendido a Grecia y a Tailandia. Es solo un proyecto más en los que está inmerso Goyeneche, quien cuenta a EL PAÍS que ya están preparando otro acuerdo para limpiar el río Jarama, con ayuda de Biotherm, con acciones quincenales a lo largo de tres años. “Se ve una cantidad de basura que, especialmente desde hace unos meses, se ha incrementado con miles de mascarillas y guantes… y todo eso acaba en el mar”, reflexiona apenado sobre uno de los múltiples efectos secundarios que está dejando la pandemia del coronavirus.

A diferencia del resto de sectores, la pandemia no ha resultado para Ecoalf un fuerte varapalo. Sí en cuanto a las tiendas físicas, que estuvieron cerradas durante todo el confinamiento. “Ahora la apertura está yendo despacio”, cuenta el empresario que a su vez celebra el alivio que ha supuesto para el planeta este parón obligado. “A la naturaleza en cuanto le das un respiro es muy agradecida, no hay que fustigarla a diario”, insiste. Desde hace cinco años, Goyeneche se mueve en un coche eléctrico, asegura que en su casa el reciclaje se hace con mucha precisión y cuidan con especial atención la comida y el origen de los productos que consumen, aunque reconoce que sus constantes viajes a múltiples países para la expansión de la marca es una actividad “muy poco ecológica”. El empresario, que ha hecho de su causa su negocio y viceversa, admite que todavía queda mucho por delante y considera que son los gobiernos, instituciones y, sobre todo, los grandes del mercado, quienes tienen el poder para que se produzca el verdadero cambio.


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