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Javier Gutiérrez en su papel más auténtico, peregrino en Asturias

Javier Gutiérrez (Lluanco/Luanco, 1971) se ha metido en la piel de tantos personajes durante el último año que necesita encontrar su bienestar. Misión: desconectar y reencontrarse consigo mismo. Para ello, el ganador de dos Goya elige volver a la tierra de sus raíces y hacer, de punta a punta, el camino de Santiago asturiano. Seis jornadas a pie para recorrer más de 150 kilómetros durante los que pretenderá dejar atrás lo que más le pesa: el estrés.

En el primer capítulo de Un paraíso en el Camino, el actor realizará la etapa que va desde Bustio a Llanes, una caminata de 24,7 kilómetros que le deparará playas escondidas, manjares salados y dulces, palacios casi tan sorprendentes como los paisajes y, al caer el sol, un colchón en un hotel que exuda historia y cultura para recobrar fuerzas. ¿Será capaz de olvidar el teléfono móvil?

La ruta comienza en Bustio, pueblo marinero en la ribera de la ría de Tinamayor, en la frontera con Cantabria. La tradición pesquera de la localidad se remonta a tiempos de la pesca ballenera, aunque su estampa porteña se consolida ya en el siglo XIX. Bustio es el lugar ideal para degustar pixín (rape) o sargo, y también para disfrutar de la arquitectura indiana, el estilo que trajeron consigo los triunfadores de la emigración americana: casas con jardines, palmeras, buganvillas y color, mucho color.

Todo transcurre entre el Cantábrico y el curso del Cares-Deva, que a la altura de Ribadedeva está custodiado por montañas y que, en su desembocadura, sirve de apeadero para las aves que migran al sur desde Europa en los meses fríos (hay incluso un centro de interpretación y avistamiento en Tina Mayor). Ese es el entorno de la ruta jacobea que sigue el peregrino, al que en Ribadedeva aguardan un monasterio asomado al mar, un mirador, el Pimiango, desde el que se alcanza a ver el picu Urriello y hasta una cueva, la del Pindal, que fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

El viaje continúa hacia Colombres, que alberga la sede del Archivo de Indianos y Museo de la Emigración, sita en la Quinta de Guadalupe. Toda la zona atesora un destacado patrimonio arquitectónico indiano, tanto el propio Colombres como pueblos vecinos como Villanueva o Noriega, cuya torre simboliza el origen de los muchos linajes medievales de la zona.

Hasta llegar a Llanes todavía le esperan sorpresas al viajero en los pueblos de La Franca, Buelna, Pendueles, Bufones de Arenillas, Purón, La Ballota y Andrín. La playa de Las Acacias es una de las pocas playas interiores de Asturias, comunicada subterráneamente con el mar y alimentada por un arroyo que vierte en ella sus aguas. La cueva del Cobijeru, sometida al vaivén de las mareas, está considerada de gran importancia paisajística y geológica y, por su fácil acceso y estado de conservación, tiene incluso un valor didáctico, para que el profano se acerque a este patrimonio natural. Tras estos descubrimientos Javier irá seguidamente atisbando las playas de arena blanca, rodeadas de acantilados, de Andrín, y miradores como el de Boriza para asomarse a la costa.

Por fin, sintiendo ya que hace un siglo que dejó la gran ciudad e imbuido del espíritu del camino, su peregrinaje le lleva a Llanes, referente turístico asturiano por sus playas, por la cercanía a los Picos de Europa, por su encanto marino, por su gastronomía… Ha servido de escenario para películas como El orfanato, su casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico, está bordeado por una muralla del siglo XIII y quien se atreva podrá recorrer a pie los acantilados y la atalaya que coronan la localidad, conocida también por sus casas indianas, por sus fiestas patronales, su casino y por el rompeolas del espigón, obra del artista vasco Agustín Ibarrola.


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