El jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, que deja su cargo a finales de junio por razones de salud, lamentó este martes que se marcha con “un mundo peor” que cuando asumió su puesto tres años atrás, en 2021.
Griffiths aprovechó esta última comparecencia ante los periodistas en la sede de Naciones Unidas para afirmar que, en un mundo atenazado por las divisiones geopolíticas, “la diplomacia humanitaria se ha visto obligada a dar un paso al frente ante la ausencia de diplomacia política”, y que esto ha sucedido principalmente en los tres últimos años.
Pero eso ha tenido un precio, y es que “nunca, nunca hemos pedido a nuestra gente sobre el terreno asumir tantos riesgos, sea en Darfur, en Gaza o en Ucrania; les estamos exigiendo hacer cada vez más, afrontar cada vez más riesgos, y lo hacemos en un momento en que todos estamos mirando (su trabajo)”, aseguró el diplomático británico.
Se refirió a la cantidad de trabajadores humanitarios muertos en los últimos conflictos, principalmente en Gaza (224 según cifras de la ONU), y afirmó que ni ahí ni en otros lugares esté habiendo la mínima rendición de cuentas, una de las tareas que en su opinión quedan pendientes de cumplir por la comunidad internacional.
“Los trabajadores humanitarios (hacen) un gran y heroico trabajo en el terreno, ayudando donde pueden, pero no son los salvadores”, recordó quien fuera Enviado Especial del Secretario General para Yemen, que subrayó que la carta fundacional de la ONU, nacida para librar al mundo de las guerras, no pedía tanto de ellos.
Griffiths lamentó también que los conflictos más recientes van sumergiendo en el olvido a los que son más antiguos, desviando toda la atención hacia lo actual, y si Gaza ha relegado el interés por Ucrania, antes sucedió algo parecido con Afganistán o con el Tigré (Etiopía).
Pero si hay una crisis olvidada que está sucediendo ahora mismo con terribles consecuencias para los civiles es la de Sudán, recordó Griffiths, donde la chispa saltó “básicamente porque dos hombres querían resolver sus diferencias” y ahora mismo esto ha conducido a 5 millones de personas al borde de la hambruna, “una cifra que creo que no hemos visto jamás”.
Preguntado sobre qué mensaje mandaría a su sucesor (aún sin conocerse), sostuvo que el trabajo humanitario debe dejar de enfocarse solo en responder a crisis y tratar más de la gestión de los problemas conocidos, además de que la acción en el terreno tiene que decidirse tomando en cuenta los intereses de las comunidades afectadas y no por decisiones políticas desde las capitales.
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