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Joana Bonet: “Dijeron muchas barbaridades de Chacón. Hoy no se atreverían”



La periodista y escritora Joana Bonet posa en su domicilio de Madrid el martes.Víctor Sainz

Joana Bonet (Vinaixa, Lleida, 55 años) conoció a Carme Chacón hace dos décadas. Catalanas en Madrid, congeniaron enseguida. Cuando José Luis Rodríguez Zapatero nombró en 2008 ministra de Defensa a Chacón, la periodista le propuso un libro. Grabaron muchas conversaciones, viajaron juntas… hasta que la política le dijo que tenían que aparcarlo. “Había empezado el fuego amigo y se sentía muy observada en el partido”, recuerda Bonet. Chacón falleció en 2017, a los 46 años, por una cardiopatía congénita. “El corazón al revés”, la llamaba. El libro se publica este miércoles. Recoge la historia de una niña a la que 13 médicos ayudaron a nacer, que tardó varios días en tener nombre —no se atrevían—; que se crio en una de esas casas donde se brindó con champán el 20 de noviembre de 1975 —su bisabuelo había sido fusilado; su abuelo era anarquista —y que quiso presidir el PSOE. Se titula Chacón, la mujer que pudo gobernar (Península).

Pregunta. ¿Escribir de una amiga es más fácil o más difícil?

Respuesta. Ha sido muy difícil. He tenido bloqueos. Escuchar su voz en las grabaciones me producía dolor porque la quería mucho. Tenía sus cuadernos mezclados con los míos y era una sensación muy extraña. Por un lado, es una amistad más allá de la muerte, muy quevediana, pero con un poso de tristeza, de absurdo… Ella me había pasado una lista de personas con las que podía hablar y en las entrevistas, contándome cómo había influido ella en sus vidas, terminábamos llorando muchas veces. Carme humanizó la política.

P. Un médico dijo a la madre de Chacón que era mejor que su hija no se casara para evitar riesgos y ella le replicó: “¿Qué quiere? ¿Que se meta a monja?”. Cuando, mucho tiempo después, Chacón le contó a su madre que estaba embarazada, lo primero que le respondió fue: “¿En elecciones?”. Afirma en el libro: “Se rebeló contra la muerte”.

R. Ignoró su espada de Damocles e hizo que todos nos olvidáramos de su cardiopatía. Vivía sin miedo, aunque en su mirada había cierta melancolía. No hablaba de la muerte. Ni siquiera con el doctor Petit, que la asistía desde que tenía cuatro años. Pero fue muy lista porque preparó a su hijo Miquel. Tenía solo ocho años y dijo: “Mamá ya me había avisado de que algo así podía pasar”.

P. Le confesó un intento de violación antes del Me too. ¿Quería que se supiera?

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R. Sucedió cuando tenía 13 años. Fue un pariente y el impacto fue brutal. No podía entender que en su ámbito familiar, en un espacio de protección, pudiera ocurrir algo así, y ese asco le provocó un trastorno alimenticio. La terapia la ayudó. Yo he pensado mucho en esto y creo que si me lo confiesa sabiendo que soy periodista es porque quiere depositar esa confidencia. También contó un episodio de acoso trabajando en El Corte Inglés y situaciones de gran tensión sexual en la política. Cuando le pregunté por qué no había denunciado, me dijo: “¿Quieres que sea otra Nevenka?”. Todo esto fue mucho antes del Me too.

P. Le disgustó mucho que el PSOE pactara con el acosador de Nevenka.

R. Mucho. Le resultaba insoportable. Ella reconocía ese dolor.

P. Dice: “Nombrar a una embarazada ministra de Defensa fue un puto gol al estilo Mad Men”.

R. Zapatero dice que es la imagen que mejor define su Gobierno y que fue idea suya. Pepe Blanco también lo comenta en una cena antes del nombramiento. La asociación de los conceptos de Defensa y vientre de una madre me parece magnífica. Aquella tripa pasando revista a las tropas era la guerra y la paz, puro Tolstói. Resume la transformación del país. Es la imagen que nos hizo entrar en la modernidad.

Carme Chacón, en Afganistán, embarazada de siete meses. Ministerio de Defensa

P. Entonces se escribieron muchas barbaridades. Por ejemplo: “A Zapatero no se le ha ocurrido hacer a Pedro Zerolo ministro de Defensa. ¡Qué fallo! Hubiera resultado más provocador, más ingenioso que el nombramiento de la simpática guapita treintañera”. Hoy no se atreverían. ¿O sí?

R. Se dijeron muchas barbaridades, pero hoy no se atreverían. Cuando Carme llegó, el feminismo no había ganado aún la batalla de la opinión pública.

P. Era la época del “ni machista ni feminista”…

R. Exacto. Hoy nadie cuestiona a Margarita Robles y es gracias, entre otras, a Carme. Siempre se ha pensado en los conceptos patria, familia y buen gusto como patrimonio de la derecha, pero ella representó los tres. Era una mujer de Estado.

P. Cuénteme esa anécdota del libro sobre el “desfile de ministras en faja y sujetador”.

R. Me llamaron desde el gabinete de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. Iba a ser la boda de los entonces Príncipes. Me dicen: “Queremos quedar bien, no vamos a ir de pana a la boda”. Yo he dirigido muchos años revistas de moda y las ayudé. A De la Vega, María Jesús San Segundo y Cristina Narbona las acompañé a buscar el traje. Con Magdalena Álvarez ―“¿es obligatorio llevar algo en la cabeza?”― y Elena Salgado ―“guantes de día, ¿sí o no?”― hablé por teléfono. Fue un momento divertidísimo. Ninguna de ellas necesitaba demasiado consejo, pero las mujeres tenemos marcado ese sentimiento de impostora, somos las jueces más exigentes con nosotras mismas y tenían miedo a cometer algún error con el código de vestir. Años después, se montó un revuelo con el esmoquin que se puso Carme para una Pascua Militar. Ahí estuvo fabulosa. Sabía que en ese acto podía renovar el protocolo, que hacía falta. Me dice: “¿Cómo me voy a poner una falda cortina de esas hasta los pies?”. Se preocupó de saber si el esmoquin entraba dentro de los códigos de vestir internacionales para una gala y se lo puso. Es verdad que al día siguiente me contó que pensaba que Letizia [entonces princesa de Asturias] también lo haría.

José Luis Rodríguez Zapatero y Carme Chacón, en la celebración de la Pascua Militar de 2009.CRISTÓBAL MANUEL

P. Fue criticada por ir a Afganistán embarazada de siete meses. Cuenta que el rey Juan Carlos le dijo: “Con dos cojones, sí señora”. Se llevaban bien.

R. Muy bien. Así como algunos militares ultraconservadores dijeron que era una indignidad tener a una ministra embarazada, el Rey siempre la vio con buenos ojos y siempre la animó. También la llamó una vez para preguntarle si su candidatura para liderar el PSOE era republicana. Era mentira, parte de los métodos que usaban para restarle credibilidad y desencantarla. Que no llegara a la cabeza del PSOE es un fracaso social y de país. No estaban preparados para tener a una mujer al frente.

P. ¿Cree que le habría entristecido la situación actual del rey emérito?

R. Creo que mucho. Es curioso. Toda su familia era apóstata, ella no. Toda su familia era republicana y ella nunca presumió de serlo.

P. Dice Zapatero en su libro: “Fue de las que más posibilidades tuvo de llegar alto en el partido y si no ocurrió es porque se llamaba Carme, no Pedro”. ¿Lo comparte?

R. Sí, había mucho machismo. Le decían que aún no era su hora. Felipe tenía 40 años cuando llegó al Gobierno. El PSOE estaba más anclado al siglo XIX que al XXI.

P. ¿Con qué político o política cree que se identificaría hoy Carme Chacón?

R. Con esas mujeres independientes, de mediana edad, que se han construido a sí mismas con mérito, entrega y ambición. No se identificaría ideológicamente con Isabel Díaz Ayuso, pero sí con la soledad de esas lideresas tan expuestas, tan observadas, que todavía levantan suspicacias porque no son del aparato del partido. Creo que Carme podría estar bien inscrita en la corriente de Yolanda Díaz.

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