Un Atlético de colmillo afilado, agobiado por la necesidad de sumar ya de tres en tres ante el precipicio de no lograr un puesto para la próxima Champions, se desplegó contundente y autoritario en Pamplona a hombros de Lodi, Koke y João Félix para avasallar al elástico Osasuna de Jagoba Arrasate. El trío representó todo lo que no tuvo el equipo de Simeone en San Mamés: profundidad en los laterales, mejor pie y más imaginación y contundencia para el gol. En su reaparición, el luso fue un martillo en su primer tanto y estuvo oportuno para acompañar el contragolpe del segundo que le regaló Diego Costa. Visto lo visto, aquel experimento de situarle en la banda derecha le alejaba de acciones como las que culminó. El Atlético es otro con él sobre el campo. La victoria la cerró Marcos Llorente, que saliendo desde el banquillo volvió a confirmar que cerca del área tiene un físico, un disparo y un pase final que hacen pupa. Su tanto y sus asistencias a Morata y Carrasco acentuaron la tunda.
El agobio clasificatorio colchonero no fue suficiente para que Simeone culminara las pruebas previas al duelo, en las que parecía que apostaría por Correa y Lemar en las bandas. El francés saltó de la alineación y el elegido fue Herrera para acomodar a Koke en la izquierda. La elección del mexicano respondió a la búsqueda de jerarquía con la pelota, tan ausente en San Mamés. En realidad, por encima de Lemar, el gran señalado fue Thomas con respecto al equipo dispuesto y lo acaecido en Bilbao.
No esperó el Atlético a Osasuna en su campo. Se fue a buscarlo y logró desactivar esas idas y venidas en oleadas colectivas con las que el equipo de Arrasate ha logrado hasta ahora mirar con cierta tranquilidad la batalla por la permanencia. Volcado a la izquierda, donde entre Koke, Lodi y João Félix tenían claro que la espalda de Unai García era el camino al gol, el Atlético se instaló en campo contrario. Koke, fino de pie, lanzó a Diego Costa a la carrera contra Rubén. Sin la potencia de antes, el hispano brasileño descerrajó el disparo desde la frontal del área para exigir a Rubén a una buena estirada. La insistencia por encontrar el agujero de Osasuna por el costado de Unai García llevó a Herrera a descubrir otra incursión de Lodi. El centro del brasileño lo pifió Saúl, pero el despeje le cayó a João Félix. El derechazo alto, inalcanzable para Rubén, fue tan seco como rotundo.
Con 0-1, el Atlético dejó asomar esa querencia por acularse en su área, empujado también porque Roberto Torres y Enric Gallego pesaron más. El primero en las llegadas y el segundo en la bajada y la continuación de los balones aéreos. Con todo, los futbolistas de Simeone se rehicieron en los minutos finales del primer acto.
El brío con el que Osasuna trató de imponerse en el inicio del segundo acto lo sesgó Correa con un toque preciso con el exterior que habilitó a Diego Costa. El hispano brasileño, hábil para atacar el espacio le cedió el gol a João Félix.
Sin el portugués en el campo, el protagonismo ya fue para Marcos Llorente. Si en Anfield se descubrió como un llegador y en San Mamés sorprendió como pasador, en El Sadar aunó todo. Primero hizo su gol en el área sin que los defensas de Osasuna que le rodeaban fuera capaces de arrebatarle la pelota o derribarle. Su exhibición continuó con los pases definitivos a Morata y a Carrasco. Llorente fue un barreno que termino por reventar a un equipo que no está acostumbrado a un zarandeo así.
Para el Atlético, la victoria le supone acercarse al Sevilla, a solo dos puntos tras el empate ante el Levante, y aumentar la presión de la Real Sociedad, sus dos principales competidores para lograr la vital plaza en la Champions que prolongue la estabilidad económica del club.
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