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Joaquín, el dueño del bar del Real Madrid que se ha ganado a los colchoneros


Cuando el Atlético de Madrid se mudó en 2017 al estadio Wanda Metropolitano, miles de socios colchoneros tuvieron que decirle adiós a sus bares de siempre en torno al Vicente Calderón y encontrar un nuevo lugar preferido para tomar las cañas previas al partido. Muchos se vieron explorando las calles desconocidas del barrio de Canillejas y algunos como Miguel Ángel Martín acabaron por accidente en el Akelarre, uno de esos bares forrados por completo con fotos de ídolos futbolísticos como si fueran un templo, pero con una peculiaridad: en este caso el dueño practica el culto del Real Madrid.

Un día de los primeros partidos en el Wanda, Martín encontró aparcamiento cerca del Akelarre. Caminando por la acera sus ojos se cruzaron con Cristiano Ronaldo, inmortalizado en una foto de cuerpo entero en tamaño real. Entró y reconoció al señor mayor de detrás de la barra, vestido con su camiseta madridista. Días antes, Joaquín Vázquez había aparecido en las televisiones lamentándose de haber sido amenazado con que iban a quemarle el bar. Martín se puso a hablar con él y rápidamente conectó con ese hombre correcto y educado que se sentía indefenso. “Al fin de semana siguiente le dije a mis amigos, ‘¡ya tenemos bar para las previas!’”

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Este sábado, dos horas antes del partido de liga contra Osasuna la tasca de Joaquín estaba llena de aficionados atléticos que tomaban sus cervezas rodeados de fotos de Raúl, Redondo o Mijatovic. Otros bares de la zona están decorados con banderas, escudos y fotos del Atlético. Pero estos colchoneros han elegido un santuario del eterno rival para un rito tan importante en la vida del aficionado al fútbol como las cañas previas al estadio.

Ambiente en el bar Akelarre el sábado por la tarde, antes del partido Atlético de Madrid-Osasuna.David Expósito

Joaquín tiene 70 años y hoy viste una camiseta del Real Madrid de color rojo, el mismo del equipo visitante. Su mujer María José Molano, de 66 años, trabaja en la cocina y es conocida por todos como Mari. Ella le ha rogado a su marido muchas veces que por favor no se vista de madridista los días de partido en el Wanda por respeto a la clientela, pero son los propios colchoneros los que le piden que no se la quite. Joaquín también lleva unas pantuflas del Real Madrid para andar más cómodo porque tiene los pies hechos polvo. Mari tiene la rodilla rota y está esperando desde hace dos años a que la llamen para que le pongan una prótesis. Los dos han levantado este negocio a pulso desde 1972, primero en Vicálvaro, en el sureste de Madrid, y desde 1986 en Canillejas, en el este. Ha sido ahora, tras la llegada del Wanda al barrio, cuando mejor les va.

Joaquín abre un diario que guarda tras la barra donde anota la caja del día y empieza a pasar las páginas. Cuando no hay partido, raras veces ganan más de 300 euros. Cuando juegan los rojiblancos en casa, la recaudación ronda los 2.000 euros. “¡Quién me iba a decir a mí que el Atlético de Madrid me daría de comer!”, exclama él. Su esposa dice risueña que sacan energía de donde pueden. “Esto nos tenía que haber pasado hace 10 años y no ahora que nos duele todo y somos ancianitos”.

El extraño éxito del Akelarre se debe en parte a la guasa que reina en el bar. Mari es hincha del Atlético y la clientela se pone de su lado para fastidiar al marido.

—¿Qué te diría ese tío para que te casaras con él?

—Es que yo tenía solo 12 años cuando nos conocimos.

Mari, copropietaria del bar Akelarre, se encarga de la cocina mientras su marido Joaquín atiende a los clientes en la barra.
DAVID EXPÓSITO

Algunos tratan de convencer a Joaquín para que se haga colchonero, o que al menos pose con una bandera rojiblanca. “Me haré del Atlético el día que me vaya a morir para que así puedan decir que ha muerto otro atlético”, les promete él. Días después de la humillante derrota del Real Madrid contra el Sheriff moldavo en la Champions, tres colchoneros de Alcorcón se presentaron en el Akelarre disfrazados con sombreros y pistolas de cowboys. Es un ambiente sano gracias a que Joaquín es un hombre bonachón que ha caído en gracia a todo el mundo.

“Hay días de frío que no te dan ganas de salir de aquí para irte al estadio”, confiesa Daniel de Pablo.

Mientras los colchoneros toman sus cervezas y bocatas de calamares, Joaquín les castiga durante un buen rato poniendo Real Madrid Televisión. Una cámara fija muestra en directo a la plantilla madridista entrenando. Hoy casualmente también hacen la previa un grupo de chavales del equipo visitante. Los osasunistas pasaron por delante de la estrecha calle del Akelarre (en Nicolasa Gómez, 104) y pensaron equivocadamente que con ese nombre debía tratarse de un bar regido por alguien del norte. Como estaban hambrientos y vieron los bocatas del tamaño de un brazo que prepara Mari decidieron quedarse. Joaquín explica a los periodistas que cuando adquirió el bar por traspaso en 1972 decidió conservar el nombre que le había dado el dueño anterior, oriundo del País Vasco.

Antonio Carrasco, cliente habitual del Akelarre, durante la previa del partido del sábado en el Wanda. David Expósito

Joaquín muestra una torre de viejos CD donde tiene guardada parte de la historia del Akelarre. Antes de su actual etapa colchonera, este bar era conocido por las juergas que se montaban los vecinos de Canillejas durante los partidos del Real Madrid o la selección española. Aquí han venido televisiones y radios a hacer directos durante las grandes citas. Pone un CD y en las televisiones del Akelarre aparece un Joaquín algo más joven lanzándose desde la barra a los brazos de la clientela como si fuera Bruce Springsteen.

Durante la “previa”, el bar es un alboroto. Suena pachangueo y flamenquito. Pero 15 minutos antes del partido Joaquín y Mari se quedan solos. Joaquín explica que si el Atlético gana los aficionados volverán del Wanda para celebrarlo en el pospartido. Si no, siempre quedará la clientela madridista del barrio, gente como Antonio López, un vikingo que aparece cuando ya se han ido los colchoneros. Agradece que Joaquín no haya sido tan chaquetero como otros dueños de bares en Canillejas: “Muchos son del Real Madrid pero se han cambiado la camiseta solo por hacer negocio”. Hasta las tiendas de comestibles ponen banderas del Atlético en la puerta los días de partido.

Fachada del Bar Akelarre, el sábado por la tarde.David Expósito

El Akelarre ha quedado como el último bastión del madridismo en Canillejas, pero sus dueños están deseando jubilarse para descansar de una vez en la Costa del Sol, donde tienen un apartamento. “Nos damos un año o año y medio más”, confiesa Joaquín. Traspasarán el negocio y dependerá del nuevo dueño si el bar mantiene la identidad madridista y el cariño colchonero, pero todo el mundo que conoce el Akelarre cree que por mucho que lo intenten no sería lo mismo.

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