Hubo un tiempo en el que Joe Biden calificó a Boris Johnson como “un clon físico y emocional” del entonces presidente Donald Trump. Sin embargo, en los meses transcurridos desde las elecciones que llevaron a Joe Biden a la Casa Blanca, la relación entre ambos mandatarios se ha ido relajando, tanto que en la pasada cumbre del G7, y también este mismo martes, Johnson calificó como “una bocanada de aire fresco” el trato que mantiene con el actual presidente de Estados Unidos, en contraposición al siempre tenso vínculo que mantenía el inquilino de Downing Street con Trump.
No se ha tenido en cuenta que el Pentágono hiciera oídos sordos a las peticiones de Londres de dar más tiempo a las tropas del Reino Unido para abandonar Afganistán, de donde Washington se marchó a su modo y marcando sus propios tiempos. Johnson fue firme defensor del Brexit mientras que Biden reclamaba a su amigo del otro lado del Atlántico que evitara que su marcha de la Unión Europea desestabilizara la paz alcanzada en Irlanda del Norte con los Acuerdos de Viernes Santo de 1998, que pusieron fin a décadas de conflicto.
En parte debido a sus orígenes irlandeses, Biden llegó a advertir, antes de su elección como presidente, de que no habría un futuro acuerdo comercial con Londres si el Gobierno de Johnson no retiraba las cláusulas polémicas del texto legal que pusieran en peligro la paz conseguida. Y sin embargo, no hubo roces en la que ha sido la primera visita del premier británico a la Casa Blanca, en la que se ha escenificado aquella “relación especial” que alabó Winston Churchill para describir los fuertes lazos que existían entre ambas democracias.
Johnson llegó a Washington en tren desde Nueva York (como solía hacer Joe Biden desde Delaware cuando era senador), después de asistir a la cumbre de Naciones Unidas, lo que sirvió para bromear y hacer comentarios distendidos ya en el Despacho Oval, como “el amor” que profesa el personal ferroviario de EE UU por el mandatario, según informó Johnson.
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Biden aseguró que hablaron de comercio, en referencia a un posible acuerdo comercial entre el país europeo y Estados Unidos, que sería de gran importancia para el Reino Unido posterior al Brexit pero que no aportó ningún titular tras la reunión de ambos hombres más allá de que tienen que seguir trabajando en ello.
Al contrario de lo que se podría deducir tras lo sucedido el pasado mes de agosto en Afganistán, con la salida precipitada y caótica del Ejército de EE UU, Johnson elogió el papel del Ejército norteamericano en el puente aéreo de Kabul. Ya de paso, agradeció al Gobierno de Biden por levantar el año pasado la prohibición sobre las importaciones de carne de vacuno británico, impuesta después de un brote de la conocida como enfermedad de las vacas locas.
El más espinoso de los temas que Londres tuvo que lidiar con Washington en la era Trump era el cambio climático. También en ese ámbito reinó este martes la concordia. Biden le dijo a Johnson que vería al Reino Unido en la conferencia sobre calentamiento global a finales de este año que se celebrará en Glasgow (Escocia). Por su parte, el líder del Partido Conservador manifestó que era “fantástico ver a Estados Unidos dando un paso adelante e implicándose” en la lucha contra el calentamiento global. Con Biden en el poder, Estados Unidos ha renovado sus promesas de reducir los gases de efecto invernadero y devuelto a su país al Acuerdo de París.
El equipo de Johnson consideró la visita como un triunfo. Para ellos, la distendida reunión de este martes demuestra que Gran Bretaña puede prosperar en el escenario mundial después de su divorcio el año pasado de la Unión Europea. Esta luna de miel -al menos en las formas- se produce en medio de una grave crisis entre Washington y París, tras el anuncio de la alianza estratégica de EE UU, Reino Unido y Australia cuyo fin, según los analistas, es poner freno al expansionismo chino entre la costa este de África y el Pacífico oriental. Esta alianza ha sacudido el tablero internacional, al obviar los intereses estratégicos de otras potencias en la región, entre ellas Francia y la Unión Europea.
Antes del encuentro en el Despacho Oval, donde ambos líderes políticos hicieron declaraciones con la mascarilla que impone la covid-19 puesta, Johnson ya había avanzado, con la efusividad que le caracteriza, que la relación del Reino Unido con EE UU era “tan buena como ha sido durante décadas”. De nuevo, la pasión por los trenes de ambos hombres formó parte de la narrativa. Johnson dijo tener un vínculo especial con Biden ya que ambos son “locos de los trenes”. Sin embargo, el a veces excéntrico premier británico dijo no estar seguro de si también ambos usaban la misma marca de dentífrico, un punto en común que tuvieron dos de sus predecesores en sus cargos, George W. Bush y Tony Blair.
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