El cáncer se ha llevado a José María Gay de Liébana a los 68 años. Conocí a Gay en 2002 en Radio Intereconomía en la tertulia de Cierre de Mercados por las tardes. Florentino Pérez había llegado al Real Madrid y profesionalizado el modelo de negocio del fútbol en España. Gay era profesor de economía financiera y especializado en economía del deporte y contaba los temas deportivos con una sencillez y una gracia única.
Para los economistas académicos su objetivo es que el resto de economistas citen y reconozcan su investigación. Para el divulgador su máxima satisfacción es cuando alguien te para por la calle, te dice que te ha visto en televisión y te da las gracias por explicar la complejidad de los problemas económicos. Gay tenía un don para comunicar y de los llamados economistas mediáticos era sin duda el que tenía la ironía más fina.
Luego llegó la crisis de 2008, la demanda de análisis económicos en los medios creció exponencialmente y Gay fue uno de los más destacados. Escribió varios best sellers durante la crisis, el más influyente en 2012 en pleno rescate de la Troika: España se escribe con e de endeudamiento. Era un liberal que defendía un estado con tamaño reducido y bajos impuestos. Pero no era nada dogmático y era capaz de debatir con otros economistas que tenían otras ideas distintas con talante y siempre con una sonrisa.
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No le recuerdo nunca una mala palabra o contestación. Voy a contar una anécdota personal que define perfectamente a Gay. En 2013 yo publiqué mi best seller Hay vida después de la crisis. Una de las propuestas era poner un tipo mínimo del 15% en el impuesto de sociedades, la misma que acaba de aprobar Joe Biden en el G7. En una entrevista con un medio el periodista me replicó hasta en tres ocasiones que Gay de Liebana se había mostrado contrario a mi propuesta. El periodista y su medio no me habían tratado bien habitualmente y la entrevista fue innecesariamente tensa. Yo di una respuesta muy desafortunada diciendo que Gay era experto en economía de la empresa, pero que de impuestos no tenía ni idea.
Al día siguiente el periodista se ocupó de publicar su entrevista en Twitter y copió a Gay para buscar la polémica y aumentar el flujo de visitas y sus ingresos por publicidad. Yo cuando leí mi respuesta me avergoncé y llamé inmediatamente a Gay para pedirle disculpas. En la nueva era de lo políticamente correcto donde no se permite el error, Gay aceptó mis disculpas, como siempre, con buen humor y una sonrisa. Yo era joven y osado y fue una lección de un maestro que me hizo cambiar mi visión de los medios y de la confrontación y me ayudo a respetar más a las personas que piensan diferente a mí.
Gay hizo grandes aportaciones para que la gente sencilla entendiera los problemas económicos que le afectaban y sobre los que no tenía ninguna capacidad de control o de influencia. Pero, en mi opinión, su mayor aportación fue durante la locura colectiva que supuso el proceso de independencia catalán del que aún sufrimos sus consecuencias. Fuimos muy pocos economistas los que desde el principio defendimos en los medios que los independentistas estaban generando falsas expectativas a una parte de la sociedad catalana y que el proceso era inviable y no se iba a producir. Para todos fue desagradable y sufrimos varios escraches en redes sociales. Pero Gay, Pepe Borrell o Gonzalo Bernardos son catalanes y tenían que sufrir los escraches físicamente. Gay mantuvo siempre su talante y su ironía que era mucho más eficaz que la confrontación.
Su otro gran ejemplo que nunca olvidaré ha sido su lucha contra el maldito cáncer que le ha arrebatado la vida. Quimioterapias, radioterapias, intervenciones quirúrgicas y Gay siempre al pie del cañón, comunicando y con una sonrisa. Gay estaba en nuestro consejo asesor de la cátedra Orfin de la Universidad de Alcalá y a pesar de su enfermedad era la alegría de la huerta en el grupo de WhatsApp.
Muchas gracias, maestro, por todo, y abrazos virtuales. Tu sonrisa y tu bondad siempre estarán con nosotros. DEP.
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