Si hace escasos meses el foco social estaba posado en el coronavirus y en los posibles contagios derivados de los planes de ocio, durante esta temporada estival han cobrado todo el protagonismo los pinchazos. Cada vez son más los jóvenes, especialmente mujeres, que son víctimas de ciertos pinchazos que supuestamente se producen en discotecas con una clara intención de sumisión química, pudiendo conseguir así más facilidad a la hora de abusar sexualmente o de robar. No obstante, también han comenzado a sonar casos de ataques de este tipo en hombres, como le ha ocurrido a Juan Miguel, el exmarido de Karina.
Ha sido durante su aparición en Espejo público, en Antena 3, donde Juan Miguel ha tenido oportunidad de hablar largo y tendido sobre su última y fatídica vivencia, la cual habría tenido lugar durante un festival de música “enorme, con unas 50.000 personas dentro”, celebrado en la Comunidad Valenciana. El peluquero se encontraba concretamente en uno de los reservados de la zona VIP cuando sintió una leve punzada en su brazo: “Noté como un pinchacito, pero no de una aguja grande, es como de insulina. Noté como un mareo y me fui a mi casa”, explicaba el exconcursante de Supervivientes, probablemente sin llegar a imaginar en ese mismo momento que lo que parecía un hecho totalmente inofensivo, podría haber tenido más repercusión de la esperada. Y es que, cuando Juan Miguel llegó a su casa, se fue encontrando mucho peor, experimentando mareos e incluso fiebre porque el líquido inyectado le había producido una reacción alérgica, motivo por el que acudió de inmediato al hospital para ser atendido de urgencia. Allí fue donde los profesionales pertinentes confirmaron que había restos de éxtasis en su sangre: “En la analítica sale que me habían inyectado éxtasis y lo otro no sale”, denunciaba esta misma mañana de manera televisiva, haciendo especial hincapié en la importancia de acudir a un médico antes de que los daños sean irreversibles.
No obstante, el ex de la intérprete de El baúl de los recuerdos se siente “afortunado” por haber estado acompañado, en el momento del pinchazo, de gente de su confianza que no dudó en acompañarle antes de que pudiera encontrarse peor. Aún así, y para evitar que los males sean mayores, Juan Miguel está obligado a llevar a cabo un tratamiento exhaustivo durante las próximas dos semanas: “Ahora me tengo que pinchara durante 14 días en la tripa para que no haya enfermedades”, admitía él mismo en directo.
Aunque ya hay más de 60 denuncias por hechos similares a los que le han ocurrido a Juan Miguel, éste aún no ha acudido a comisaría para elevar su caso hasta las autoridades, pero en Espejo público ha asegurado que lo hará en cuanto las aguas vuelvan a su cauce. Sea como fuere, lo cierto es que ellos pinchazos se han convertido en una tendencia, cada vez más presente en todos los rincones de Europa, para la que, por el momento, la solución es seguir los protocolos recomendados por el gobierno.
Source link