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Juliette Binoche se embarra en un doble amor


Durante gran parte de Avec amour et acharnement, el público no atiende a las señales que emite el personaje de Juliette Binoche. Logro de Claire Denis, en la que desde luego no es la mejor de sus películas. La directora de Buen trabajo, Viernes noche, Una mujer en África, Un sol interior o High Life ha elegido a un trío de actores de su confianza (Juliette Binoche, Vincent Lindon y Grégoire Colin) para contar la turbiedad de una mujer perfecta, locutora de radio con programa comprometido en lo social, fiel amante y compañera, que sostiene económicamente a su pareja (Lindon), pero que entra en una espiral de destrucción emocional y se lanza a los dobles juegos en cuanto aparece su ex (Colin). Para intrincar el asunto, Lindon encarna a un exjugador de rugby y manager deportivo en paro, que estuvo en la cárcel y que dejó a un hijo de un matrimonio precedente en casa de la abuela. En el arranque, cuenta con las cartas necesarias como para que el público le señale como el tipo culpable.

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Hasta que aparece la expareja de ella y ex amigo íntimo de él, que le ofrecerá un trabajo a Lindon y entrará en la vida de ellos por la puerta que le abre Binoche. Ya no es un amor loco, sino una estafa emocional en la que la mujer miente a ambas partes. En la Berlinale, Binoche defendía a su Sara: “El amor puede sacar el animal que llevamos dentro”. Y a elle le pasa en cuanto retorna a su vida François, despreciando al hombre que le mira enamorado, y que se desvive por ella, Jean. En su confianza con Denis, con la que lleva ya varias apuestas arriesgadas interpretativas, Binoche embarra a su personaje en lo emocional y en lo físico. Nunca hay trampas ante el espectador: Sara está jugando con todos. Dejó al primero por el segundo; ahora que retorna el primero desea disfrutar de todos. Otra cosa es que el espectador no se lo crea, hasta que la explosión arrasa con todo.

Juliette Binoche y Vincent Lindon, en ‘Avec amour et acharnement’.

En Avec amour et acharnement hay además un cuidado por hablar del aquí y del ahora. Mientras que otras películas actuales esconden de forma clamorosa los restos de la pandemia, Denis ha optado por usar las mascarillas. Es cierto que sus personajes las utilizan de manera laxa, pero están ahí. ”Podría haber optado por obviar el confinamiento. Pero, por otro lado, por qué hacerlo. Está ahí, nos marca el presente, da una dimensión distinta al reencuentro”, explicaba en Berlín Denis, que ya ha finalizado su siguiente filme, en inglés: The Stars at Noon, basado en la novela de Denis Johnson que se desarrolla en la Nicaragua de 1984.

En este viaje, Denis se diluye porque para hablar del amor, un sentimiento que obviamente cuando atrapa no entiende de buenas maneras ni de moral, que se desmelena de forma irracional, lo hace a través de personajes, especialmente el ex que cierra el triángulo, algo planos. Y en el camino añade referencias a la inmigración en la Francia actual o a la diferencia de clase que destiñen el recorrido. A cambio, Binoche da lo mejor de sí. Y es mucho.

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