De la larga lista de preguntas que Karim Benzema respondió por correo electrónico (incluyendo mensajes de voz, la última moda) por imposición de su club, el nueve del Real Madrid solo evitó una sobre su fama de despistado, otra sobre homofobia en el fútbol y una tercera sobre sus coches favoritos. El resto, muchas dedicadas a su infancia, su familia, su relación con el dinero o con el fracaso, las contestó en un francés rico en onomatopeyas. Hasta por escrito, Benzema parece hombre de carcajada fácil. A la sesión de fotos llegó después de pasar por boxes en el spa del nuevo hotel de lujo de Madrid, manicura incluida. Relajado y encantador, demostró por qué es algo más que un astro del fútbol. Si Maradona es un icono a la altura de Marlon Brando y Messi vendría a ser Al Pacino, Karim Benzema (Lyon, 1987) pertenece al exclusivo club de los Robert Mitchum, es decir, los que poseen la perspicacia arrastrada de los más cool del planeta. Si le parece exagerado, tome nota de esta respuesta:
–¿Qué importancia tiene en su vida la amistad?
–Solo tengo un amigo. Lo que demuestra que la amistad es muy importante para mí.
Quizá el secreto de esa actitud esté en una infancia que recuerda idílica. Cuando se le pregunta si cree que el dinero da la felicidad, responde: “Nadie se pone de acuerdo. El dinero facilita muchas cosas, pero no hacen falta millones para ser feliz. Cuando era pequeño, no tenía nada en absoluto. Pero era feliz”. Benzema recuerda aquellos días pegado a un balón: “Podía quedarme un día entero chutándolo contra la pared y el garaje de mi casa. Yo era un niño que vivía solo para el fútbol”.
Fue su padre quien, al ver las dotes del muchacho, lo empujó al deporte, a veces con dureza. “Era exigente, pero gracias a eso tengo una mentalidad de acero. Por supuesto, le estoy agradecido. Si hoy soy quien soy es por esa educación”. Al hilo de su infancia, asegura que nunca tuvo ídolos, sino modelos. “Vengo de un barrio donde las cosas eran difíciles. Cuando veía a los chicos mayores bien vestidos y con coches bonitos, lo que quería era ser como ellos. En el fútbol, diría que Ronaldo, el brasileño, fue un modelo para mí”.
En sus redes sociales (nada menos que 37 millones de seguidores en Instagram), Benzema suele limitarse a su rutina de entrenamientos, aunque también hay lugar para sus dos hijos, alguna pose junto a alguno de sus millonarios coches o rindiendo homenaje a figuras como el boxeador Mike Tyson y el asesinado ídolo del hip hop de los noventa Tupac Shakur. “A Tyson lo admiro porque los dos venimos de abajo y fuimos subiendo poco a poco. Nunca lo tuvimos fácil y nunca nos regalaron nada”.
Formado en el Olympique de Lyon, en cuyo primer equipo debutó a los 17 años, Benzema fue un triunfador precoz que ya ganaba títulos y encadenaba goles siendo todavía adolescente. Ya entonces apuntaba maneras de futbolista elegante y, por qué no, un tanto frío. Los que entienden el fútbol como un deporte de contacto no terminan de valorarlo. Quienes ven esta actividad como algo entre la danza y el ajedrez, lo adoran.
Aterrizó en Madrid hace ya una década y confiesa que adaptarse no fue sencillo. “Solo tenía 21 años, estaba solo y mi familia no podía acompañarme. Yo solía pasar todo el tiempo con ellos, así que mis comienzos fueron complicados”. Pese a ser reservado con su vida sentimental, el jugador cultiva su imagen de padrazo junto a Melia, una niña de siete años, e Ibrahim, nacido en Madrid hace ya tres años. “Las redes sociales me permiten estar cerca de mis fans. Y a las personas que me quieren tengo que mostrarles, de vez en cuando, algo más que fútbol. Por eso a veces publico fotografías con mis hijos. Soy padre, tengo unos hijos magníficos y mi vida ha cambiado. No pienso en qué será de mí dentro de 10 años. Lo principal es que mis hijos sean felices”.
Internacional con la selección francesa en 81 ocasiones y quinto máximo goleador de la historia del Real Madrid, Benzema niega que la marcha de Cristiano Ronaldo haya liberado al depredador del área que lleva dentro. El caso es que hace apenas tres años chutaba a puerta menos que nunca y hoy es autor de casi un tercio de los tantos de su equipo. Con Bale y Ronaldo lejos de Madrid, el francés es el líder natural de la escuadra, el tipo sobre el que recae el peso de que esta temporada no sea algo que un club como el Real Madrid no puede permitirse: un año de transición. “Lo único que diría es que la marcha de Cristiano me permitió desempeñar un papel distinto. Él estaba marcando 50 o 60 goles al año y había que adaptarse a su juego. Es uno de los mejores del mundo y yo estaba feliz a su lado”. También habla sin reservas de su relación con Zinedine Zidane: “Es un hermano mayor para mí. Fuera del campo, siempre está ahí para aconsejarme”. Al preguntarle si las raíces les unen, el jugador vuelve a demostrar su capacidad de regate: “Solo hablamos el mismo idioma”, ríe.
El escándalo sobre el presunto chantaje a su compañero Valbuena lo dejó fuera de la selección francesa, un capítulo doloroso en su trayectoria. Podría haber formado parte de aquella Francia que ganó el Mundial 2018. “En una carrera siempre hay vaivenes y eso fue un punto muy bajo. Pero todo ser humano se enfrenta a desafíos. Los míos son grandes, pero tengo suficiente espalda y capacidad psicológica para encajarlos. No me rindo”.
Asegura que su mayor virtud es la tenacidad, que acepta las criticas pero que procura no leerlas para protegerse. Esa calma y esa distancia suya muchas veces se interpretan como cierto desdén. ¿Se protege Benzema del exterior manteniendo esa aparente frialdad? “No es cierto que nada me afecte. Tengo sentimientos, pero nunca mostraré mis debilidades, aunque las tenga. Cuando estoy mal me lo guardo”. Al recordarle el meme que convertía en un cuadro de museo su regate sobre la línea ante Godín, Savic y Giménez en la semifinal de la Champions de 2017, el jugador reconoce que fue una acción “muy bonita” por “el movimiento, la visión, la velocidad y el regate”. La considera una de sus mejores jugadas.
Es conocida su afición a los coches rápidos (en sus redes aparecen ejemplares de Porsche, Lamborghini o el Bugatti Chiron que mostró en Instagram en diciembre). También a la música, especialmente el rap. “¿A quién no le gustan los coches y la música? Ahora mismo escucho a Big Ben, un chico de mi barrio”. También cita a raperos como Ninho, un músico joven que se ha convertido en un fenómeno en Francia, o el célebre Booba, polémico también por destrozar en una pelea el Duty Free del aeropuerto de Orly. Como el futbolista suele lucir las zapatillas Yeezy de Kanye West, la pregunta también parece obligada: “Hace tiempo que no escucho rap estadounidense, pero, no sé, sus zapatillas son chulas y me las pongo”, asegura.
La industria de la moda puede buscar todas las coartadas conceptuales que quiera, pero para Benzema, uno de sus más célebres clientes, el asunto es mucho más simple. “No tengo prendas favoritas, me gusta todo lo que me pongo. Incluso un chándal puede ser bonito, depende de cómo lo lleves y con qué”. No se considera presumido: “¿Para qué quieres preocuparte por tu imagen si eres como eres? Tienes que gustarte a ti mismo, si esperas a que la gente te diga que le gustas es que no entendiste nada”. Sobre su olor o perfume favorito, el jugador responde con una carcajada: “¡Siempre huelo bien! Tengo muchas fragancias. Pero no puedo decir cuál es perfume o todo el mundo querrá comprarlo”, ríe.
Al hablar de cómo la pandemia ha afectado al fútbol, el jugador se muestra resignado. “Espero que salgamos pronto de este caos. No nos gusta jugar sin público, pero nos hemos acostumbrado. Como amamos el fútbol, somos felices solo jugando”, comenta sin mencionar ese Balón de Oro que se canceló en 2020 y que, visto su rendimiento reciente, podía fácilmente haber sido suyo. Sobre el racismo en los estadios, el jugador asegura que siempre ha existido. “No debería pasar nunca. Es asqueroso, horrible y sucio. Todos somos iguales. Yo no he sufrido comentarios racistas, aunque sí me han insultado”. ¿Cómo reacciona cuando eso sucede? La respuesta vuelve a ser digna de Robert Mitchum: “Estoy concentrado en mi fútbol. Mis oídos están en otra parte”.
Realización: Fátima Monjas. Asistente digital: Luca Iani. Asistente de luces: Brian J. Páez. Retocador digital: Emil Andonov. Asistente de estilista: Aline Patiño. Maquillaje y peluquería: Vicente Guijarro. Vídeo: Karim Lemrini.
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