La diputada comunista Karol Cariola (Santiago, 35 años) vive semanas frenéticas. Ha recorrido buena parte de Chile para para convencer a los chilenos de que este domingo voten por el apruebo en el referéndum constitucional. Está convencida de que los sondeos que dan un cómodo triunfo a la opción por el rechazo se equivocan; y se queja de las mentiras “brutales e indolentes” que se han instalado en los medios y las redes sociales acerca del nuevo texto. “Todos en Chile saben que hay un plebiscito, pero no todos saben lo que está en juego”, asegura en esta entrevista con , realizada en la Casa del Apruebo, en pleno centro de la capital chilena, en la víspera de los cierres de campaña.
Pregunta: Los sondeos dicen que ganará el rechazo. ¿Coincide?
Respuesta: He estado en campaña de manera intensa y tengo el pálpito de la calle. Estoy convencida desde hace mucho tiempo de que vamos a ganar, de que las luchas que hemos tenido durante todos estos años han ido configurando un nuevo escenario político en nuestro país. Vengo de la lucha estudiantil y ver que hay una Constitución que de alguna manera refleja todas las demandas que se han levantado a lo largo del país, que piensa el país desde una mirada ecológica, que piensa en el trabajo doméstico de las mujeres, que reconoce las labores de cuidado, todo eso es una nueva etapa para nuestra democracia. Creo que vamos a ganar; no será holgado, porque lamentablemente ha sido una campaña donde ha habido una penetración en algunos sectores de la población de las mentiras que se han levantado respecto al texto.
P. La brecha a favor del rechazo parece bastante amplia ¿Se equivocan los sondeos?
R. Esta es una elección bien impredecible para los sondeos, porque después de muchos años tenemos voto obligatorio. Hay un grupo de personas que nunca han participado en una elección y otras que no han tenido una participación permanente; todos ellos ahora sí tendrán que hacerlo. Otro elemento es que no hay un candidato o una candidata, lo que se vota es un cúmulo de ideas sintetizadas en un texto. Y tener un proceso así en un país que durante 30 años nunca tuvo educación cívica en los colegios no es algo fácil. Ha permitido esa brecha un espacio para la desinformación o la información alterada. Todos Chile sabe que hay un plebiscito el 4 de septiembre, pero no sabe todo lo que nos estamos jugando.
P. ¿A qué le teme el elector que optará por el rechazo?
R. Le teme a algunas de las mentiras que han tenido mayor eco, como que les van a quitar sus casas, que no van a ser propias o que no se las van a poder heredar a sus hijos. Probablemente esa haya sido la mentira más brutal e indolente que han instalado. Le temen a que la Justicia sea distinta; se ha tratado de instalar que habrá justicias diferenciadas dependiendo de la etnia o el origen, cuando lo que dice la Constitución es que hay un solo sistema de justicia, unificado, donde cada ciudadano, venga de donde venga, tendrá igualdad de condiciones ante la ley.
P. ¿Por qué es más fácil convencer de los peligros que de las bondades?
R. Porque hay una reacción natural del ser humano de desconfiar de los cambios, de la política y de las instituciones. Han sido muchos años de sentirse defraudado. Hay una cultura en Chile de la desconfianza que hace referencia a ‘dónde está la trampa’ o ‘dónde está la letra chica’. Por eso hemos desarrollado una campaña territorial, hemos decidido salir a la calle, golpeando puertas en todo el país, yo personalmente he viajado al norte, al sur, a los rincones más recónditos para conversar cara a cara.
P. ¿Y cómo la recibían?
R. Con mucho cariño. Nos preguntan cosas, tienen dudas, pero cuando se resuelven esas dudas y se conversa las personas entienden que esta opción es mejor para sus vidas. No puede ser mejor tener, como hoy día, un sistema de salud privatizado y mercantilizado, que depende del bolsillo de cada familia, frente a un sistema de salud que garantiza el derecho y el acceso en el momento que se requiera. Lo mismo con la educación. Luchamos tanto por la educación pública y gratuita, logramos el 70% de gratuidad, pero no es el 100% por ciento.
P. ¿Cuáles escenarios se abre el lunes si gana el apruebo?
R. Un triunfo del apruebo implica el desafío de la implementación de un nuevo momento. Y ahí el Gobierno del presidente Boric tendrá la tremenda responsabilidad de implementar y cumplir con la expectativa que esta nueva Constitución ha generado, que son altas. Cada una de las modificaciones que vienen incorporadas tienen plazos para poder implementarse. Algunas cosas pasan directamente por el Gobierno y otras requerirán una ley del Parlamento. Lo más relevante es que esas leyes no podrán quedar por fuera del espíritu de la Constitución. Lo otro es definir los detalles de su implementación y el Parlamento no puede revertir lo que la voluntad popular defina el 4 de septiembre. Por eso el plebiscito es tan importante. Ningún Gobierno, ni este ni el próximo ni ningún otro va a poder revertir la voluntad popular de la nueva Constitución, si es que esta se aprueba.
P. ¿Y si no se aprueba?
R. El camino será más engorroso y más largo. Es un salto al vacío, porque dentro de las fuerzas del rechazo no tienen un acuerdo común de qué es lo que quieren si ocurre lo que ellos están aspirando que ocurra. Hay algunos dentro del rechazo que quieren mantener la Constitución de Pinochet; otros quieren reformar esa misma Constitución con algunas cosas menores; hay gente que habla de abrir un nuevo proceso constituyente; hay otros que dicen que hay que ir más atrás todavía y volver a tener un plebiscito de entrada. El rechazo representa la incertidumbre y mucho más tiempo de espera para nuestro país. A diferencia del apruebo, que es un cambio concreto, con plazos determinados y que es progresivo.
P. ¿Por qué hay figuras del centroizquierda que no apoyan el apruebo?
R. Son una minoría las personas que alguna vez se identificaron con el centroizquierda y que hoy están en una postura conservadora ante los cambios. Sus posiciones están representadas por intereses bastante mezquinos. Cuando vemos senadores de la mal llamada centroizquierda votando por el rechazo, lo que uno piensa es que son senadores que lo que hacen es cuidar su escaño en el Parlamento. Porque en lugar de estar cuatro años, como establece la nueva Constitución, van a estar ocho, como está establecido ahora. Pero son solo algunos personeros, porque la gran mayoría de la centroizquierda, los progresistas, los independientes, la Democracia Cristiana como partido está por el apruebo.
P. ¿Sigue en pie la propuesta del presidente Boric de convocar a una nueva convención si gana el rechazo?
R. El presidente Boric ha emprendido un camino que tiene coherencia con seguir el mandato popular, reconociendo la validez del plebiscito del 25 de octubre. Ese día se tomaron dos decisiones muy concretas. Una tenía que ver con tener una nueva Constitución, con el 80% por el apruebo. Y más del 80% votó que la redacción estuviese a cargo de una convención constitucional y no del Parlamento. Por lo tanto, la voluntad popular se expresó en un plebiscito que no puede no ser reconocido si gana el rechazo. Si eso llega a ocurrir, hay un camino delineado que es más largo, más engorroso, pero lo que no puede pasar es que sigamos con la Constitución de Pinochet, que no tiene legitimidad ni en su forma, ni en su contenido ni en su origen.
P. ¿El Gobierno no puso mucho en juego jugándose por el apruebo?
R. El propio presidente ha dicho que él es parte de un relato político de la historia de Chile que ha ido cambiando en los últimos años. Fue dirigente estudiantil, luchó por la gratuidad de la educación, fue parte la camada que llegó al Parlamento, la llamada “generación sin miedo”, de la cual me siento parte. Y llegar al Gobierno tiene un propósito, y ese propósito son las transformaciones, tener una reforma tributaria, de pensiones, el eje está puesto en que este es un Gobierno ecológico, feminista y descentralizado. Esos son ejes transformadores, por lo tanto el vínculo con el proceso constituyente es ineludible. Sería absurdo creer que el presidente Boric no está interesado o no tiene una posición al respecto. Sería desconocer la esencia del por qué estamos donde estamos. Sin embargo, el Gobierno como institución ha sido muy cuidadoso con su rol: informar, garantizar el proceso democrático y resguardar los recursos públicos.
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