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Kenji, el menor de los herederos de Alberto Fujimori, es condenado a prisión en Perú

Kenji, el menor de los herederos de Alberto Fujimori, es condenado a prisión en Perú


Kenji Fujimori es escoltado en la Corte Suprema de Perú, en Lima.STRINGER (AFP)

Desde que Alberto Fujimori dejó de gobernar Perú a inicios de este siglo, sus herederos se han balanceado sobre un columpio peligroso: o han arañado el poder o han visto el mundo tras las rejas. A su hermana Keiko Fujimori, quien cumplió más de un año de prisión preventiva entre el 2018 y 2019, acusada de lavado de activos, se suma su hermano Kenji, menor por cinco años, quien acaba de ser condenado a cárcel efectiva por tráfico de influencias agravado. Lo anecdótico del asunto es que todo surgió a raíz de una denuncia pública de Fuerza Popular, el partido que lidera Keiko, la mujer que estuvo cerca de ser la primera presidenta de Perú en tres ocasiones.

En marzo de 2018, cuando Kenji Fujimori era congresista, y Pedro Pablo Kuczynski todavía era Jefe de Estado, el menor de los Fujimori fue grabado mientras negociaba votos para frustar el segundo intento de vacancia contra Kuczynski a cambio de la entrega de obras públicas. Como el politólogo José Alejandro Godoy narra en su libro Los herederos de Fujimori: El legado del último dictador (Debate, 2022), quien lo grabó fue el excongresista de Fuerza Popular Moisés Mamani, gracias a una diminuta cámara en su reloj. De allí que el caso fuera bautizado como los Mamanivideos.

“Al interior de Fuerza Popular se sabía que Kenji Fujimori y algunos ministros seguían sosteniendo conversaciones con sus miembros más descontentos para tratar de convencerlos de que se cambiaran de bando. La orden -aún no queda claro quién la dio- fue que algunos de esos parlamentarios grabaran subrepticiamente las coordinaciones que mantenían con funcionarios del Gobierno. Para la tarea, se escogió a Moisés Mamani, Humberto Ticlla y Modesto Figueroa, poco conocidos fuera de sus regiones. El primero, congresista por Puno, fue el más activo de los tres”, cuenta Godoy. Mamani, quien falleció en el 2020 a causa del covid-19, usó una estrategia que convenció a Kenji Fujimori de que era alguien en quien se podía confiar: se encontraba a favor del indulto a su padre, condenado a 25 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad.

Los extractos de esas grabaciones acabaron por dinamitar el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció en marzo de 2018 después de cumplir 600 días al frente de Palacio. Además se aprobó una denuncia constitucional contra Kenji Fujimori y otros implicados. En enero de 2020 se presentó la acusación, pero no fue hasta enero de 2022 que se inició el juicio por dos delitos: cohecho (sobornos) y tráfico de influencias.

El martes, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema condenó a cuatro años y seis meses de prisión efectiva a Kenji Fujimori por hallarlo responsable del segundo delito (quedó absuelto del primero). También a su asesor Aleixei Toledo, y los excongresistas Guillermo Bocángel y Bienvenido Ramírez. El hermano menor de Keiko, además, ha sido inhabilitado para ejercer cualquier cargo público durante los próximos 18 meses, y se le ha impuesto una multa de 130 mil dólares como reparación civil a pagar entre los cuatro involucrados. No obstante, la ejecución de la pena ha quedado suspendida, pues antes deberá ser confirmada por una segunda instancia. Vale decir, la Sala de Apelaciones.

“El Ministerio Público ha podido demostrar que Kenji Fujimori, Guillermo Bocángel, Bienvenido Ramírez y Alexei Toledo ofrecieron a los congresistas Moisés Mamani, Carlos Ticlla, Modesto Figueroa dádivas y beneficios para que vendan su función pública y su función de control y sanción. Esta conducta se dio en el contexto de la segunda vacancia”, dice la sentencia.

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De momento, hasta que se resuelva la apelación, Kenji Fujimori no será detenido ni conducido a un penal. Pero deberá ponerse a derecho: acudir a las citaciones, no ausentarse de su lugar de residencia sin permiso judicial y presentarse ante el juzgado el primer día de cada mes. De lo contrario, su condena podría adelantarse.

Cuando Fujimori padre se convirtió en presidente del Perú, su hijo Kenji tenía diez años. Su vida que hasta entonces era la de un niño sin gollerías, hijo de un profesor universitario, cambió para siempre. No solo lo acompañaba a sus viajes al interior del país, sino que vivió en las instalaciones del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) junto a su asesor Vladimiro Montesinos, el poder desde las sombras. Con el tiempo, sus travesuras fueron juzgadas por la opinión pública, como el icónico video en el que aparece jugando con su perro. Y que para muchos tiene una connotación sexual. Por esos años, su madre, Susana Higuchi, quien falleció el año pasado, denunció haber sido torturada por Alberto Fujimori. Un incidente que la familia ha tratado de sepultar. Ese niño, criado en medio de la violencia y la corrupción, es un adulto que ha encontrado un refugio en las redes sociales donde funge de YouTuber.

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