Kevin McCarthy contaba hace unas semanas que Roberta, su madre, le mandaba cada semana fotografías del alto precio de la gasolina en California. La mujer de 81 años tardaba varios días en agotar el tanque, así que las imágenes llegaban cada miércoles a quien ha sido desde 2019 el líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes. Estas venían acompañadas de una pregunta: “¿Qué has hecho hoy para mejorar esto?”. A finales de noviembre, el legislador le respondió: “Ya casi, mamá. Solo hay que esperar al 3 de enero. Ya falta poco”.
Pero ese día no transcurrió con la gloria esperada por McCarthy, de 57 años. Entró al Capitolio sabiendo que iba a protagonizar una dura batalla. Unas horas después, el legislador por Bakersfield, un bastión republicano de 400.000 habitantes a 180 kilómetros al norte de Los Ángeles, hizo historia al convertirse en el primero desde 1923 que pierde una votación para convertirse en presidente de la Cámara baja de Estados Unidos. No alcanzó los 218 votos necesarios después de tres rondas. El motín dentro de las filas republicanas obligó a suspender la primera sesión del Congreso y postergar la votación al miércoles. Divertidos ante el espectáculo de las guerras intestinas de sus oponentes, los demócratas repartieron palomitas de maíz entre sus legisladores.
El fiasco de McCarthy ha confirmado ante los ojos de todos la desunión que reina en el partido de Donald Trump. El expresidente fue uno de los primeros en respaldar a McCarthy, quien llegó a Washington en 2007. Lo hizo desde la noche electoral en la que no llegó la esperada ola roja republicana, pero bastó para dar a los conservadores el control por dos años de la Cámara baja. Si es que se ponen de acuerdo para liderarla.
La operación de recaudación del legislador es uno de sus fuertes. Entre agosto y octubre visitó la mitad de Estados del país para celebrar eventos en busca de fondos para políticos de perfil moderado que no secundaran las falsas acusaciones de fraude electoral que Trump esparce desde que perdió ante Joe Biden en 2020. En esos meses mostró que nadie como McCarthy logra que las chequeras se abran. En una sola noche de enero de 2021, obtuvo nueve millones de dólares en el hotel Trump de Washington. De acuerdo con Open Secrets, una organización independiente que sigue el dinero privado que entra a las campañas, McCarthy ha recaudado casi 118 millones de dólares desde 2016 para un centenar de candidatos. “Nadie ha trabajado más fuerte por esta mayoría que Kevin McCarthy”, aseguraba este martes Elise Stefanik, una de las congresistas republicanas de Nueva York.
Kevin McCarthy y Donald Trump en un evento en Bakersfield, en febrero de 2020.KEVIN LAMARQUE (Reuters)
El respaldo de Trump es uno de los activos políticos más valiosos para McCarthy. El apoyo no ha sido fácil. El legislador se vio obligado a desmentirse para seguir entre los favoritos de Trump. El 13 de enero, McCarthy afirmó en un debate que el ocupante de la Casa Blanca había sido responsable de la violencia desatada el 6 de enero de 2021, durante el asalto al Capitolio. “Debió haber denunciado inmediatamente a la turba cuando vio lo que sucedió. Se necesitaba la acción inmediata del presidente”, dijo entonces. Las grabaciones y documentos de ese día dejaron claro que el legislador entró en pánico y estaba muy molesto con la conducta de Trump.
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Ocho días después cambió de opinión. “No creo que haya provocado a nadie si escuchan bien lo que [Trump] dijo en el mitin”, afirmó en una conferencia de prensa. Los analistas políticos consideraron que la corrección era necesaria para tener esperanzas en la elección de líder de la mayoría. Para sus detractores, el cambio de 180 grados refleja una de las principales debilidades del político, quien es visto como blando por algunos del ala dura republicana. Desde noviembre, McCarthy ha maniobrado para hacerse con las simpatías de los integrantes del Caucus de la Libertad, un bloque de extrema derecha del partido al que pertenece Jim Jordan, quien recibió 19 votos el martes a pesar de que él mismo llamó a apoyar a McCarthy.
No es la primera vez que McCarthy intenta convertirse en presidente de la Cámara de Representantes. En 2015, el republicano John Boehner abandonó el cargo después de perder el apoyo de los herederos del Tea Party. McCarthy, entonces número dos del partido en la Cámara, levantó la mano para relevarlo. La minoría ultralibertaria lo vio con malos ojos, forzándole a retirar su candidatura y dar paso a Paul Ryan, quien había sido el candidato a vicepresidente en la candidatura presidencial de Mitt Romney.
Si McCarthy sale bien librado de esta aventura, se convertirá en el segundo en la línea sucesoria rumbo a la Casa Blanca, después de la vicepresidenta, Kamala Harris. Será también el californiano más poderoso entre los republicanos, siguiendo los pasos de Ronald Reagan, uno de sus grandes referentes. “Era un gran comunicador, pero fue elegido gracias a sus políticas”, dijo en noviembre en una reunión de votantes republicanos en Las Vegas, donde comparó a Biden con Jimmy Carter, un presidente demócrata de un solo mandato.
El congresista Kevin McCarthy evita a la prensa minutos después de haberse reunido con los republicanos. El legislador perdió después la votación para convertirse en líder de la mayoría.Al Drago (Bloomberg)
Antes de saltar a la política, McCarthy vivió la vida de un joven estadounidense promedio. Su padre era el subjefe de bomberos en Bakersfield, una localidad petrolera y agrícola con mucha mano de obra de inmigrantes latinos. Su madre es ama de casa. Creció en un barrio de clase media de la ciudad y jugaba a fútbol americano en el instituto público al que asistía. Compraba coches usados en Los Ángeles que después tuneaba y volvía a vender en su ciudad. A mediados de los años ochenta ganó 5.000 dólares en la lotería estatal. Con el dinero abrió su único negocio, una tienda de sándwiches, Kevin O’s Delicatessen. El premio también le hizo más fácil su paso por Cal State, la universidad pública donde estudió.
A pesar de crecer en una familia de tendencia demócrata, McCarthy conoció hacia el final de su carrera al legislador republicano Bill Thomas, quien lo contrató como becario y después lo hizo parte de su equipo. Thomas fue una de las figuras políticas más importantes para McCarthy, quien trabajó con él durante 15 años. De él aprendió los credos relevantes para la base de votantes conservadora: un Estado pequeño, pocos impuestos y, ante todo, el libre mercado. “Dios ha bendecido a nuestro país con independencia energética, pero debemos expandirnos. No solo debemos vender a nuestros aliados, debemos vender también a nuestros adversarios para que ellos dependan de nosotros en lugar de nosotros de ellos”, afirmó McCarthy en Las Vegas ante un auditorio que lo ovacionó.
Este tipo de ideas han despertado las críticas de sus oponentes políticos. “No hay nada de sustancia en él”, dijo sobre él en octubre Nancy Pelosi, la expresidenta de la Cámara de Representantes a la que él aspira ahora a suceder. Los Ángeles Times asegura que Kevin Spacey preparó su papel como Frank Underwood, protagonista de House of Cards, siguiendo a McCarthy por una temporada. De fácil sonrisa y cercano con la gente, el político llegó al Congreso de California en 2002, donde se convirtió en una estrella en ascenso. Cinco años después, llegó a Washington a defender el mismo distrito electoral que ocupó su mentor, Thompson, durante 28 años. McCarthy lleva 16. Este será su año decisivo.
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