Kiko Rivera regresó el domingo por la noche a un plató de Mediaset para lanzar un ultimátum después de haber pasado algo más de dos meses desde que desveló sus diferencias con su madre por cómo había gestionado su patrimonio. De nuevo, sentando en el Deluxe, el Dj habló del enfrentamiento que mantiene con la tonadillera por la gestión del legado de Francisco Rivera Paquirri, fallecido hace 36 años. El único hijo del torero e Isabel Pantoja mirando a cámara se dirigió a ella: “Tienes 24 horas para darme explicaciones o iré a los tribunales. Te voy a dar la última oportunidad de ponerte en contacto conmigo”. Días antes y también mediante una exclusiva, esta vez a la revista Lecturas, había explicado que descartaba la vía judicial para que la libertad de su madre no estuviera en peligro por sus antecedentes penales pero una vez ha sabido que estos han prescrito su posición ha cambiado. Por eso contó que el pasado miércoles fue a revocar los poderes que le dio a su tío Agustín y a su progenitora. “Ya están firmados. Es algo que me cuesta muchísimo. Tendrán que rendir cuentas de todo lo que hayan hecho con esos poderes en mi nombre, por ejemplo, pedir dinero en mi nombre”. Tras descubrir el proceder de la artista añadió: “Ahora me doy cuenta de que he vivido con una desconocida. No conozco a mi madre. No quiero una persona así en mi vida. Yo en Cantora era un estorbo, a la vista está”. Kiko Rivera sostiene que su progenitora le debe 3 millones de euros.
Todo comenzó cuando por primera vez Kiko Rivera habló de la herencia. “Tenía 18 años cuando fui con mi madre a firmar algo y no sé lo que firmé”, desveló. Desde entonces madre e hijo han cortado relaciones he iniciado una batalla. Abogados de ambas partes revisan las condiciones del reparto mientras que los otros descendientes del torero, Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, luchan también por recuperar las pertenencias que su padre les legó.
Pero Rivera en su última comparecencia dejó a un lado los papeles y los números y se centró más en la personalidad de Isabel Pantoja, el proceder de su tío Agustín Pantoja, y en cómo actúa cuando las cosas no le gustan como, por ejemplo, los comportamientos de su hija Isa. El retrato que dibujó fue el de una mujer malvada, fría y manipuladora capaz de hacer casi cualquier cosa con tal de salirse con la suya; y el de una artista que no ha sabido asumir que los tiempos de gloria de su carrera ya han pasado. Para apoyar esta opinión puso muchos ejemplos.
“Mi madre solo se mueve por dinero”, contó y habló de su boda con Irene Rosales en octubre de 2016: “Me dijo que si no cobraba ella la exclusiva, no venía a mi boda”.
También abordó la situación de su hermana y confirmó lo que ella denunció en el pasado. “La mayor humillación que se le puede hacer a un hijo es que alguien de tu familia hable muy mal, incluso que quiera demandarle y tú no eches freno. Para mí, es la peor humillación que existe. Y ahora que soy padre, para mí, ante todo, están los hijos. Si yo estoy aquí es porque tengo mis razones”. El Dj ratificó lo que su hermana dijo en público muchas veces: “Ha habido momentos que la trataban como hija de segunda. No habitualmente pero… Hay veces que no hace falta decir, un gesto, una mirada. He escuchado muchos comentarios despectivos hacia ella. No quiero decirlo porque le va a hacer daño. Por parte de mi tío y también de mi madre. Yo lo he escuchado, he sido testigo”. También contó que en más de una ocasión, la cantante le expresó su deseo de quitarle los apellidos a su hija a la que adoptó en Perú siendo un bebé. “Menos mal que frené eso… Ella me decía que hablara mal de mi hermana. ¡A muerte, a muerte! Y yo me confundí, la culpa es mía. A ella le gusta estar por encima. He visto sufrir mucho a mi hermana en Cantora”.
Desde que Kiko Rivera inició la batalla contra su madre esta no se ha puesto en contacto con él ni ha hecho declaraciones aunque sí actúa hablando con algunos periodistas y tomando algunas medidas como retirar el coche que había ayudado a pagar al Dj para uso de sus nietas. Con Isa Pantoja la situación no es mucho mejor. Cuando la joven quiso ir en Navidad a verla tuvo que saltar la valla de Cantora.
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