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Kirchner acusa al ministro de Economía saliente de “desestabilización institucional”

Kirchner acusa al ministro de Economía saliente de “desestabilización institucional”

La tregua política parece, finalmente, consumada. La vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, dio este viernes un largo discurso en el que, por primera vez, no atacó ni humilló en público al presidente, Alberto Fernández. Tuvo, eso sí, un blanco. Kirchner cargó con dureza contra el exministro de Economía, Martín Guzmán, quien presentó su renuncia al cargo el sábado, sin previo aviso y por redes sociales. Fue “un acto de enorme irresponsabilidad” política, “ingratitud” y “desestabilización institucional”.

Martín Guzmán dejó el Gobierno durante el fin de semana. Fue un golpe muy duro para el presidente Fernández, que llevaba más de dos años defendiendo su gestión contra los impiadosos ataques del kircherismo. Tras el acuerdo con el FMI, en enero, Kirchner comenzó un lento pero persistente trabajo de demolición. El resultado fue la salida de Guzmán, pero también la ruptura definitiva con Fernández. Finalmente, el miedo al caos terminó por acercar otra vez al presidente y su vice. Durante la semana que siguió a la salida de Guzmán, se disparó la inflación, los bonos de la deuda argentina se derrumbaron y el Banco Central quemó 700 millones de dólares de sus reservas para contener la caída del valor del peso. La vocera del Gobierno, Gabriela Cerruti, tuvo incluso que aclarar que “el presidente está en control del país”, por si había dudas.

La aceleración de la crisis obró como bálsamo sobre las peleas de palacio. Cuando Cristina Kirchner anunció que hablaría en un acto en El Calafate, la ciudad patagónica donde pasa su tiempo libre, las redes sociales se preguntaron cuál sería ahora el ministro eyectado del Gabinete. Durante sus dos últimas apariciones perdieron sus cargos el de Producción, Matías Kulfas, y Guzmán. “No voy a revolear a ningún ministro, quédense todos tranquilos”, dijo en el arranque. Y enseguida se lanzó contra Guzmán. “Creo que [su renuncia] fue un acto de irresponsabilidad política y también un acto de desestabilización institucional. El mundo como está, el país como está, el dólar como está. Hacerlo enterar al Presidente por un tuit me parece bien. Fue un acto de inmensa ingratitud al presidente. Este presidente había bancado a ese ministro de Economía como a nadie, enfrentándose inclusive a las propias fuerzas de su coalición. ¿Se merecía esto?”, se preguntó Kirchner.

La defensa que Fernández hizo de Guzmán terminó por arruinar su relación con Kirchner. La vicepresidenta nunca aceptó el acuerdo que el exministro firmó con el FMI en enero, al que consideró responsable de un ajuste fiscal que, tarde o temprano, terminaría en una derrota del peronismo en las elecciones generales de 2023. Su hijo, el diputado Máximo Kirchner, renunció en su momento a la dirección del bloque oficialista en desacuerdo con ese acuerdo de Guzmán. Desde entonces, la relación en la cúpula del peronismo no hizo más que deteriorarse.

“Cuando fueron las diferencias que mantuvimos por las condiciones que acordamos con el FMI, todo el periodismo, toda la oposición, todo el establishment salió hablar de la racionalidad del ministro de Economía. Y, ¿quién era la irracional? Ahora, mirando el tiempo que pasó, creo que apoyar al ministro se buscaba enfrentarnos a nosotros”, dijo este viernes Kirchner. Si ese fue el objetivo, tuvo éxito. Pero las elecciones se acercan, y Kirchner teme perder lo que le queda de capital político. La nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, tiene su visto bueno.

La gran duda es qué nivel de autonomía tendrá la funcionaria para cumplir con lo que parecen agendas enfrentadas. Apenas asumió, el lunes, dijo que en sus planes está cumplir con las metas de déficit fiscal y emisión monetaria que acordó Guzmán con el Fondo. se lo había pedido el presidente Fernández cuando le ofreció el cargo. El martes, Batakis se lo dijo en persona a la titular del FMI, Kristalina Georgieva. Pero esas metas son una maña palabra para el krichnerismo, que solo ve allí un duro ajuste de consecuencias catastróficas. Batakis es hoy una ministra entre dos aguas.

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