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Kristian Blummenfelt, el oro de la asfixia en el triatlón y la frustración de Gómez Noya

El triatlón se pierde en el agua (1.500m), se pelea en la bici (40 kilómetros) y se gana en la carrera a pie (10 kilómetros). No falla. Del agua salieron Mario Mola, Javier Gómez Noya y Fernando Alarza juntos; a 43 segundos del grupo de cabeza, el de los favoritos. Eso les obligó a apretar mucho en el tramo de la bici para engancharse a los mejores. Y terminaron finalmente el décimo (Mola, a 1m 09s); el 12º (Alarza, a 1m 18s) y el 25º (Gómez-Noya, a 2m 42s). El podio quedó lejos. El oro fue para el noruego Kristian Blummenfelt (1h 45m 04s), que entró a meta llevándose las manos a la cabeza, incrédulo, y acabó vomitando en cuclillas, del esfuerzo, del calor, de la paliza que supone nadar 1,5 kilómetros, recorrer 40 kilómetros en bici y 10 corriendo bajo un sol abrasador. No tanto, dicen los triatletas, como en los días previos. La plata fue para el inglés Alex Yee (a 11s) y el bronce para el neozelandés Hayden Wilde (a 20s).

“Estoy muy frustrado no solamente por el resultado de hoy, sino por todo el trabajo que he hecho para llegar hasta aquí que había sido muy duro para sacar lo mejor y luego no ha salido”, resumió Gómez Noya que se preparó durante nueva semanas en Cozumel (México) para acostumbrarse a las condiciones de carrera del circuito de Odaiba.

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Fue raro verle tan descolgado en el agua; la natación es una de las mejores transiciones de Gómez Noya. Así lo explicó el gallego de 38 años en la zona mixta, 15 minutos después de terminar una de las pruebas más exigentes de estos Juegos. “No me encontré bien en ningún momento, tuve malas sensaciones desde el principio, con una natación muy complicada, con muchos golpes y perdiendo mucho tiempo. En la bici tuvimos que trabajar mucho para enganchar el grupo de cabeza, cosa que conseguimos, pero sinceramente nunca he tenido buenas sensaciones, ni buenas piernas”. París2024 queda cerca, pero Gómez Noya llegaría a la próxima cita olímpica con 41 años, por lo que, la de este lunes, podría haber sido su última participación olímpica. Plata en Londres 2012, se perdió los Juegos de Río, a los que llegaba como favorito, por una lesión unas semanas antes de viajar a Brasil. Tenía entre ceja y ceja Tokio2020, porque el único oro que falta en su palmares es el olímpico.

“He rendido por debajo de mi nivel”

Hoy, con el 21, su número de carrera, pintado en el brazo y una botella de agua en la mano, sin ducharse todavía, dice que está frustrado porque es duro prepararse bien para una carrera y no poder rendir. “Cuando trabajas mucho por un objetivo y no te sale bien el día de la carrera es duro. Pero igual que hay que saber que gestionar las victorias, también hay que saber gestionar las derrotas. No he podido hacer mejor carrera, he dado lo que tenía hoy”. Le preguntaron si el calor había tenido que ver con su rendimiento y contestó que no. “No ha hecho excesivo calor, el agua no estaba tan caliente como nos esperábamos. Sinceramente no me encontré bien físicamente, no fue el calor lo que me hundió, estuve entrenando en condiciones peores que estas y bastante más rápido que hoy. No han sido unas condiciones especialmente duras”.

A veces, cuando las cosas no funcionan, no hay mejor explicación que la que te da tu propio cuerpo. Y Gómez Noya repitió varias veces que el suyo no respondió bien. ¿Sólo ha sido hoy? ¿Estos días, desde que llegó a Tokio se encontraba bien?, le preguntaron. “Sinceramente no, he tenido una pequeña otitis que nunca sabes hasta que punto te puede afectar en el rendimiento y desde luego que no es una disculpa ni mucho menos. En los test que hice entrenando estaba a un buen nivel, los tiempos estaban en mis mejores tiempos y hoy he rendido por debajo de mi nivel habitual”.

Si es raro ver a Gómez Noya tan descolgado en la natación, más aún fue asistir a una salida nula en una final olímpica de triatlón. A las 6.30 de la mañana el agua estaba a 29,9 grados, la temperatura fuera a 26,7 y la humedad concedía una pequeña tregua: el reloj marcaba 67,1%. Amaneció con nubarrones la capital de Japón, a la espera del tifón anunciado para este martes. El triatlón tuvo también su pequeña tormenta: unos 20 atletas, entre ellos Mario Mola, se lanzaron al agua sin que se hubiera dado la salida ante el estupor de los que estaban sentados en la tribuna.

Con el ruido de los helicópteros que sobrevuelan la bahía del parque marítimo de Odaiba –donde están colocados los aros olímpicos- era imposible entender nada. Cuatro lanchas de agua arrancaron con unos silbatos y rodearon al grupo, ajeno a todo, en un molinillo de brazadas y patadas. Costó 100 metros pararlos, sacarlos de allí, de su equivocación y devolverlos a la plataforma para que, esta vez sí, se diera comienzo a la carrera.

Mola y Gómez Noya, entre varios rivales en el tramo en bicicleta.Enric Fontcuberta / EFE

Nadaron juntos los españoles, mientras Vincent Luis, Jonathan Brownlee, Alex Yee y Henri Schoeman marcaban su ritmo en cabeza. La carrera en bici, ocho vueltas por un circuito estrecho entre rascacielos y centros comerciales, con alguna que otra curva peligrosa, obligó a Mola, Gómez Noya y Alarza a una verdadera contrarreloj. Empezaron la transición en bicicleta a 43 segundos, recortaron a 34 en la segunda vuelta, a 29 en la tercera, a 18 en la cuarta. Finalmente, engancharon a los escapados en la quinta.

“Fue casualidad que rodáramos juntos en la bici. Vi a Mario y a Fernando al salir del agua, no sabía que íbamos tan juntos. Mario y yo tratamos de colaborar con Iden [Gustav] todo lo que pudimos para volver a enganchar en el grupo de cabeza, cosa que nos llevó casi 20 kilómetros… y fueron 20 kilómetros muy duros. Ahí volvimos a tener nuestras opciones, pero personalmente no pude, además de que no llevaba buenas piernas, la bici me pasó factura”, explicó Gómez Noya. A Mola también se la pasó porque después de la primera (de cuatro) vueltas en la carrera a pie, el balear perdió 20 segundos. Se le veía con una zancada pesada, poco fluida. Igual que a sus compañeros, que se fueron descolgando vuelta tras vuelta.

Así lo explicó Mola, que fue octavo en los Juegos de Río y perseguía su primera medalla olímpica. “Estoy cansado, y en parte decepcionado porque no he estado en condiciones de luchar por la medalla. He pagado el esfuerzo en el primer tramo de bicicleta para volver a estar en carrera. Ha sido exigente y eso va restando energías. Me ha costado encontrar el ritmo en la carrera a pie”.

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