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La abstención masiva marca las elecciones regionales en Francia


La alta abstención va camino de convertirse en una constante en las elecciones en Francia cuando no se trata de las presidenciales. Hoy están llamados a las urnas 47,7 millones de franceses en la primera vuelta de las elecciones regionales y departamentales y, a las 17.00 horas había votado un 26,72% del electorado, una caída de 16 puntos respecto a la convocatoria anterior de 2015, según el ministerio del Interior.

Si sigue esta tónica hasta el cierre de los colegios a las 20.00 horas, Francia podría batir un récord de abstención en unas regionales y en unas departamentales. Una proyección del instituto Ifop adelanta que el porcentaje se elevará al final de la jornada electoral al 68%, con solo un 32% de participación.

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La renuncia al derecho a ejercer el voto en algunas convocatorias no es nueva, aunque sí en estas proporciones. La participación también se derrumbó en las elecciones más recientes, celebradas durante la pandemia de la covid-19.

En la primera vuelta de los comicios municipales, en vísperas del primer confinamiento en marzo de 2020, la abstención fue del 55,3%. En la segunda, que se aplazó y acabó celebrándose en junio, todavía fue aún más elevada: un 58, 4%.

Ahora Francia se encuentra en una situación muy distinta. La pandemia está bajo control, la vacunación avanza a ritmo acelerado, los comercios, restaurantes y espectáculos han reabierto y, desde esta semana, ya no es obligatorio llevar mascarilla en la calle y se acaba de levantar el toque de queda.

La pandemia y la campaña a medio gas, en este contexto, solo explica en parte la alta abstención. El buen tiempo y las ganas de disfrutar el aire libre y el verano tras meses de reclusión también podrían explicar el vacío de los colegios electorales.

Pero hay causas más profundas, tendencias que la covid-19 no ha hecho más que consolidar. Una de ellas es la desafección hacia la política por parte de un segmento de la población. Otra, la indiferencia ante la posibilidad de que la extrema derecha conquiste el poder: en otros tiempos quizá habría movilizado a muchos votantes; hoy esta opción asusta menos.

Las características de las elecciones regionales y departamentales tampoco ayudan a la movilización. En un país hípercentralizado, donde el jefe de Estado acapara un poder considerable comparado con otras democracias occidentales, las elecciones que cuentan, para muchos ciudadanos, son las presidenciales. Quizá también las municipales, donde el alcalde encarna el poder de proximidad.

Las elecciones del 20 y el 27 de junio, a medio camino entre ambas, tiene contornos más difusos. Si a todo esto se añade que las competencias de las regiones son escasas, o en todo caso poco conocidas por los votantes, se reúnen todos los ingredientes para batir récords de abstención.




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