Se atribuye a Abba Eban, padre fundador de la diplomacia del Estado judío, el dicho de que los palestinos “nunca pierden la oportunidad de desaprovechar una oportunidad”. El hábil retruécano en las negociaciones de alto el fuego tras la guerra de Yom Kipur, que Israel estuvo a punto de perder, se ha metamorfoseado casi medio siglo después en divisa del Gobierno de Benjamín Netanyahu para paralizar el diálogo de paz durante más de seis años. La Autoridad Palestina, mientras tanto, se ha amparado en los foros internaciones para defender la solución de los dos Estados frente a la expansión colonial israelí en territorios ocupados desde 1967.
Poco antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el Consejo de Seguridad de la ONU condenó como ilegales los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este, donde viven más de 600.000 colonos. Fue la última vez. El presidente republicano, que ahora busca la reelección, será sin duda recordado por los israelíes. Dos de cada tres le consideran el candidato de EE UU más favorable a sus intereses, según una encuesta difundida el lunes por el canal de televisión israelí i24news.
El plan de paz presentado por Trump en enero fue rechazado de plano de por los palestinos. Sin reconocer a Jerusalén como capital compartida y con un aval a la anexión parcial de Cisjordania, el acuerdo del siglo nació muerto. Pero una de sus derivadas regionales, la que ha llevado a la normalización de relaciones de Israel con Emiratos Árabes Unidos y Baréin, puede haber alterado el paradigma que condenaba al aislamiento al Estado judío en Oriente Próximo, en tanto no aceptase la creación de un Estado de Palestina.
Los palestinos parecer estar sufriendo ahora más presión exterior. Los Acuerdos de Abraham apadrinados por Trump prevén que, a cambio del establecimiento de relaciones diplomáticas con Abu Dabi, el Gobierno de Netanyahu debe suspender el plan para extender la soberanía a los asentamientos y al valle del Jordán, en un territorio equivalente al 30% de Cisjordania. Cuando se anunció en mayo la anexión, el rais palestino Mahmud Abbas declaró nulos todos los acuerdos con Israel y canceló la cooperación de seguridad. Desde entonces, la Autoridad Palestina se niega a recibir los tributos que el fisco israelí recauda en su nombre. El recorte de los ingresos, unido a la crisis económica que acarrea la pandemia, han dejado sin recursos al Gobierno de Abbas para pagar a sus funcionarios y fuerzas de seguridad.
En una reciente llamada telefónica, el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, ha hecho saber al presidente palestino que, tras la suspensión de la anexión, ya no tiene sentido su veto. Le advirtió de que no recibirá financiación suplementaria mientras siga rechazando las transferencias israelíes, que ascienden ahora a 2.500 millones de shequels (630 millones de euros, según ha informado el portal digital israelí Walla.
Fuentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) no consideran la advertencia como un “ultimátum”, pero reconocen la firmeza de la posición de Bruselas. Abbas prefiere esperar, agregan las mismas fuentes, a conocer quién ocupará la Casa Blanca a partir de enero antes de dar cualquier paso. Por ello ha exigido que Israel declare por escrito que no va a aplicar la anexión prevista en el plan de Trump, algo que Netanyahu se niega a reconocer explícitamente antes los votantes ultranacionalistas. Como admitió el lunes en una teleconferencia con la Eurocámara el primer ministro palestino, Mohamed Shtayeh, “si hay un cambio en la presidencia de EE UU, se reflejará en la relación con Israel”.
Los responsables palestinos han calificado de “traición” y “puñalada en la espalda” el acercamiento de Emiratos y Baréin a Israel. El vuelco diplomático ha hecho saltar por los aires el consenso de la Iniciativa Árabe de Paz auspiciada en 2002 por Arabia Saudí, que vincula la normalización de relaciones con Israel al establecimiento de un Estado de Palestina en las fronteras de 1967 y con capital en Jerusalén Este.
Un miembro de la familia real saudí ha enviado un aviso a los palestinos para que moderen sus críticas a los países del Golfo. El príncipe Bandar bin Sultán bin Abdulaziz, que fue embajador en Washington durante más de dos décadas y exjefe de los servicios de Inteligencia saudíes, ha expresado en una serie de entrevistas con el canal Al Arabiya que su país “debe estar más preocupado por sus propios intereses que por la causa palestina”.
El príncipe Bandar acusó a los líderes palestinos de lanzar un “discurso reprobable” contra Emiratos y Baréin al tiempo que se acercan a Turquía e Irán. También recordó la “traición” de Yasir Arafat, el histórico líder palestino, a sus aliados árabes al apoyar a Sadam Husein tras la invasión iraquí de Kuwait en 1990: “Ya se ha pasado el momento de que los palestinos dejen de pagar por sus errores”.
Mensajes desde Alemania y la comunidad judía de EE UU
Además de la Unión Europea, que contribuye al sostenimiento de la Autoridad Palestina, Alemania también ha enviado una clara señal al presidente Abbas al acoger la semana pasada la primera reunión entre los titulares de Exteriores de Israel, Gabi Ashkenazi, y Emiratos Árabes Unidos, Abdulá bin Zayed al Nahyan, tras la normalización de relaciones. Ambos visitaron conjuntamente el monumento en memoria del Holocausto en Berlín, en un gesto diplomático inédito. Europa ha dado la bienvenida al establecimiento de lazos entre los dos países del Golfo y el Estado judío, aunque reclama que vaya seguido de negociaciones entre israelíes y palestinos.
El presidente del Congreso Judío Americano, Ron Lauder, visitó el pasado fin de semana a Abbas en Ramala, adonde llegó en helicóptero desde Jordania. Fuentes palestinas han asegurado que el jefe de la organización llevaba un mensaje al rais para que reanudara el diálogo directo con Israel. Abbas le replicó que no aceptaría abrir conversaciones bajo la fórmula del plan de Trump, aunque se mostró dispuesto a volver negociar con Israel en el marco de una conferencia internacional en 2021.
Source link