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La alcaldesa de Ciudad de México sale dañada de su primera gran crisis


La jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, una científica que tenía como prioridad la defensa del medio ambiente, ha visto cómo en una semana su especialidad le ha estallado en la mesa del despacho. El aire tóxico que se respira desde hace siete días en la capital mexicana se ha convertido en la primera gran crisis de gobierno de Sheinbaum. La imagen de quien se presupone una de las líderes políticas con más proyección del país, candidata predilecta del presidente López Obrador para gobernar la urbe de habla hispana más grande del mundo, ha quedado golpeada ante la tardanza en adoptar medidas y la falta de autocrítica ante un problema que, según los expertos, se veía venir.

Cada año por estas fechas de calor y sequía, una capa espesa, de color marrón, sobrevuela Ciudad de México y se convierte en la principal preocupación de los 21 millones de personas que circulan diariamente por ella. Entre marzo y mayo suele haber unas semanas en las que respirar es un riesgo para la salud. Y cada año también, los Gobiernos de esta ciudad han reaccionado cuando la boina de contaminación alcanzaba límites intolerables. Mientras llovía, pocos se acordaron de tomar medidas para evitarlo. “El Gobierno anterior no nos dejó un protocolo”, alegó esta semana Sheinbaum ante un aluvión de críticas por su gestión de una crisis ambiental que ha durado ya más de cinco días. Muchos votantes ahora indignados esperaron a que ella, por su trayectoria también como secretaria de Medio Ambiente de la ciudad entre los años 2000 y 2006, enfrentara la situación de manera distinta. El resultado de momento ha sido el mismo que en gobiernos anteriores.

La crisis ambiental que vive la capital era algo que “se podía haber evitado”, coincide un grupo de expertos consultados por EL PAÍS. Los incendios, culpables de las emisiones de las partículas más finas (PM 2.5), que sacudieron la periferia de la ciudad durante el fin de semana, fueron en su mayoría provocados por el sistema de quema que todavía mantienen los agricultores locales para enriquecer la tierra. Una práctica tradicional en este sector que ningún Gobierno ha regulado con contundencia. A estas emisiones se sumaron unas condiciones atmosféricas que impidieron que se pudieran dispersar los contaminantes, pero los expertos advierten que la climatología también era predecible. El Ejecutivo de Sheinbaum, con esta información durante los meses previos a la crisis ambiental, no decretó ningún plan a corto o mediano plazo.

Las ruedas de prensa que ha dado la jefa de Gobierno durante los días más críticos de la contingencia ambiental se han centrado en la explicación de los orígenes de la crisis y las consecuencias nocivas para la salud. Este jueves, en una conferencia con expertos, dedicaron alrededor de tres horas para ilustrar científicamente lo que ya casi todos los habitantes sabían: que hace calor, no llueve, no hay viento y esto no ayuda a que se destruya la capa de contaminación. Pero no han anunciado de momento medidas concretas para evitar que algo así vuelva a suceder en una temporada donde la contaminación suele ser habitual.

Las únicas órdenes del Ejecutivo estos días han sido temporales y de emergencia: como la restricción vehicular (en lo que la situación del aire se restablece), la prohibición de que circulen camiones de carga de materiales de construcción abiertos (sin lona de cobertura) y la suspensión de actividades de establecimientos que usen leña o carbón, además de paralizar la construcción o demolición de tierras y también la pavimentación. Todas ellas, medidas que heredan del Gobierno anterior, que únicamente se mantienen mientras esté vigente la alerta por contingencia ambiental, decretada cuando los índices de contaminación superan los 150 puntos IMECA (Índice Metropolitano de Calidad del Aire). Y que se ha prolongado desde este martes al viernes.

En 2017 se registraron 4.009 muertes en la Zona Metropolitana del Valle de México (la capital y alrededores) relacionadas con las partículas finas PM 10 y PM 2.5, según las cifras del Observatorio Ciudadano de Calidad del Aire. Y el Premio Nobel de Química Mario Molina ha advertido que “respirar estos niveles de partículas en el aire está comprobado que limita el desarrollo pulmonar de los niños”. “¿Qué familia querría tener hijos en una ciudad con estas condiciones?”, ha comentado en una conferencia este jueves junto a la jefa de Gobierno.

La contaminación está asfixiando también al nuevo Gobierno, que pese a las promesas de campaña no ha planteado ninguna estrategia novedosa de lucha contra la mala calidad del aire. Un plan ambiental que pudo haber prevenido, según critican los especialistas, una emergencia como la que vive estos días la capital. O al menos, haber reducido sus efectos al mínimo. Sheinbaum tiene el desafío de ser la primera jefa de Gobierno que enfrente con contundencia una amenaza grave para la salud pública.


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