La semana que pasó, entre todas las medidas anunciadas, el flamante ministro de Economía, Sergio Massa, anunció aumentos de tarifas eléctricas que -como publicó este medio- alcanzarán no solo a los 4 millones de hogares que no se anotaron en el formulario para pedir los subsidios a la energía eléctrica, sino también a todos los usuarios residenciales que consuman más de 400 kilovatios-hora (kWh).
Con esto en mente es que Diego Simondi, director ejecutivo de BGH Eco Smart, la unidad de negocios del Grupo BGH especializada en eficiencia energética y smart building, realiza una propuesta para que el país logré un ahorro de alrededor de u$s 2000 millones por año en energía. Se trata de un monto equivalente a aproximadamente el 15% de lo que demandarán en 2022 los subsidios al sector (un dato que se deduce de la información del Informe de Cierre 2021, de la Asociación Argentina de Presupuesto).
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La iniciativa apunta a la realización de inversiones con el objetivo de reconvertir parte de la matriz de consumo residencial. “Es importante tomar políticas de Estado y decisiones empresariales en materia de eficiencia energética, pero también cambiar hábitos en el ámbito residencial. Las políticas de eficiencia energética enfocadas en el consumo de los hogares pueden atenuar el impacto en las tarifas de servicios públicos”, le dice Simondi a El Cronista.
Y respalda sus afirmaciones con números:
El 40% del consumo energético en la Argentina es residencial y dentro de él, 60% corresponde a climatización, con equipos de aire acondicionado y calefacción. Sin considerar al transporte, en ese caso el consumo residencial es del 25%
La Secretaría de Energía, en base a relevamientos de Enargas y Cammesa, confirma que el 35% del total del consumo de energía familiar (gas y electricidad sumados) es por calefacción, 18% a cocción de alimentos y 17% para contar con agua caliente.
En la actualidad, el parque de equipos de aires acondicionados frío/calor residenciales se estima en 14 millones de unidades. Al menos la mitad de esos equipos son de clase D, una tecnología obsoleta y muy poco eficiente que, de hecho, ya dejó de comercializarse. Si se reemplazaran los equipos clase D por los de clase A, se podrían lograr ahorros de hasta u$s 2000 millones por año.
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La píldora amarga es que, para lograr estos ahorros recurrentes, habría que realizar -por única vez- una inversión de u$s 4000 millones para renovar la mitad del parque actual de aires acondicionados. No es, sin embargo, una propuesta sin antecedentes: “Los países de la Unión Europea y Estados Unidos, desde mediados de la década del 80 vienen llevando a cabo políticas de eficiencia energética y de desacople de su consumo energético de la actividad económica en general”, argumenta Simondi. “Mientras en esos países se consiguió desacoplar la evolución del producto bruto y la del consumo energético, en la Argentina todavía hay una correspondencia entre crecimiento económico y demanda energética.”
“En la Argentina -cierra el entrevistado-, tenemos una ventaja impresionante, no sólo frente a la Unión Europea sino también en comparación con otros países de la región, porque somos generadores de energía.”
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