Kiko Rivera ha vuelto a sufrir un susto referente a su salud. Un fuerte bache coincidente con la salida de su nuevo trabajo musical, El Mambo, que ha quedado en un segundo plano debido a la intervención a la que ha tenido que someter esta misma semana. Él mismo lo anunciaba en sus redes sociales con un mensaje cuando menos inquietante: «Hoy es un día importante para mi vida, hoy salimos de dudas con el cateterismo. Una parte de mi corazón no funciona en condiciones pero no se alarmen todavía sigo vivo y con ganas de vivir», escribía el pinchadiscos. Este no era el único punto a destacar, según Rivera. En el mismo post, el artista confirmaba haberse reencontrado con su madre en persona. Un gesto inédito que ha sorprendido a propios y extraños: «Gracias Mamá por venir a verme por pasar esa tarde juntos que para nosotros fue tan necesaria. Perdón, perdón por las formas, perdón por no saber controlarme y perder los nervios de una manera que no me caracteriza. Mi corazón necesita sanarse y para ello os necesito a todos y así va a ser».
Así, la guerra que nació entre ellos tras la emisión del programa que hacía referencia a la herencia envenenada de Isabel Pantoja parece haber vivido un punto y aparte con este nuevo episodio en la vida de Kiko. A punto de cumplirse tres años de su primera batalla, parece que el enfrentamiento entre madre e hijo no vivirá su aniversario con ellos distanciados. Pero, ¿cómo empezó todo?.
Kiko Rivera con Cayetano. / Gtres
El 17 de octubre de 2020 Kiko Rivera concedía su entrevista más dura al programa Sálvame. Un cara a cara con Jorge Javier Vázquez que supuso la dinamita definitiva en la historia con su madre. El dj confesaba no atravesar su mejor momento y la tonadillera entraba en directo para minorizar la queja del joven. Algo que Kiko no encajó bien y supuso el detonante de todo lo que vino después. Kiko Rivera volvía a la cadena de Fuencarral para hablar de la herencia de su padre, Paquirri. En esta aparición, el hijo de Pantoja apoyaba la teoría de que su madre guardaba los trastos del torero que un día negó a sus hermanos, Francisco Rivera Ordóñez y Cayetano Rivera. Dos días después llegaba el mensaje directo de Kiko a su madre que hacía ardar todo : «Las palabras se las lleva el viento… Tres días y aún sigo esperando que vengas a darme un beso».
Kiko Rivera en una imagen de arachivo. / Gtres
Las palabras del artista hacían estallar a una Isabel Pantoja quien llamaba a Ana Rosa Quintana: «Ya estoy cansada de escuchar tantas mentiras», espetaba sin atender a las duras declaraciones de su hijo sobre el gran secreto de Cantora. A partir de ese momento madre e hijo marcaban su posición en la guerra y Kiko, lejos de suavizar el reproche, echaba más leña al fuego del legado de su padre. En noviembre del mismo año, Kiko escribía : «Ojalá estuvieses aquí, papá. Nada de esto estaría pasando. Tengo miedo de encontrarme con la verdad, pero voy a luchar hasta el final tumbando a quien haga falta tumbar. Si ellos no supieron respetar tu voluntad, si todavía está en mi mano, te juro por Dios que yo lo haré. Te extraño tanto en estos momentos… no sabes cuánto». En medio de estas palabras, sus hermanos mayores de padre se unían la causa de Kiko y el cantante hacía el resto.
Kiko Rivera con su madre. / Gtres
El 4 de noviembre de 2020, Kiko lanza un nuevo ataque a su madre a modo de entrevista escrita. En una exclusiva con la revista Lecturas, Rivera se desquitaba como nunca: «Con mi madre no se puede hablar. Le sale la prepotencia, hace que te levantes y te vayas». También apuntaba a la finca Cantora como el objeto del engaño que marcó un antes y un después: «No cedí Cantora a sabiendas. No sé lo que firmé (…) Si mi madre me decía ‘firma esto’, yo lo hacía».
En medio de este fuego cruzado llegaba la aparición de los daños colaterales. La relación de Isabel Pantoja con su nuera, Irene Rosales, a la que culpa de todo lo sucedido, se dinamita por completo. Una guerra paralela a la que se suma la ruptura entre Kiko y su hermana Isa a la que señala por significarse con su madre. Antes de terminar el año, Pantoja daba un golpe en la mesa y desmentía todo lo dicho por su hijo por medio de una entrevista a la revista ¡Hola!. Tras ella Kiko, cerraba toda puerta a la reconciliación confesando, en un regreso al Deluxe, que vio en Cantora los enseres de su padre que pertenecían a sus hermanos y que su madre había dicho perder en un incendio.
Kiko Rivera con su madre. / Gtres
Desde ese momento hasta hoy, el cruce de acusaciones entre madre e hijo (una de manera indirecta y el otro cara a los medios) siguió siendo constante. Las posturas se alejaban entre todos en una guerra sin cuartel en el que, hasta Anabel Pantoja, sobrina de Isabel se vio metida. Mientras tanto, la muerte de los padres de Irene Rosales y las duras Navidades con la bomba en el seno del clan iban marcando idas y venidas en la historia maltrecha de una familia que siempre se mantuvo unida frente a los medios. Dos entrevistas más de Kiko sin piedad contra su tío, su madre y su hermana, se convertía en la dualidad final que hoy vive un nuevo renacer.
Aunque la relación de Kiko con su hermana sigue rota, después de que contara un episodio dramático en la vida de Isa, el cantante parece haber abierto las puertas a la reconciliación definitiva con su madre en su último ingreso. ¿Sucederá lo mismo con el resto de sus componentes?