El parte de incidencias físicas de Eden Hazard en el Real Madrid empieza a ser un desplegable. Si no es el problema de sobrepeso con el que llegó a Valdebebas en el verano de 2019, es una lesión en el recto anterior del muslo izquierdo que retrasó tres partidos su debut. Si no, un doble y serio percance en el tobillo derecho que le mandó al quirófano y a la enfermería casi medio año. Si no, las molestias y la falta de confianza derivadas de tanto tiempo inactivo que le castigaron en el postconfinamiento. Si no, un problema muscular mientras ajustaba la puesta a punto hace un mes. Y, cuando al fin sus articulaciones sanaron y pudo enlazar tres partidos seguidos, apareció el coronavirus. El belga y Casemiro dieron positivo en los test previos al partido de este domingo contra el Valencia en Mestalla (21.00, Movistar LaLiga).
Por suerte para los blancos, llega otro parón por selecciones a partir del lunes y, salvo que el virus se ponga muy rebelde, ambos estarían disponibles para los siguientes encuentros, en Villarreal el sábado 20, y en el decisivo cruce de Champions en casa del Inter el miércoles 25.
El problema para Hazard es el nuevo frenazo que supone este contagio. En un futbolista que reclama minutos sobre el césped para seguir ajustando sus reglajes después de muchos meses sin continuidad, quedarse otra vez fuera de la competición (estaba también convocado con su país) y de los entrenamientos diarios al menos diez días conlleva otro retraso en su evolución y un golpe psicológico extra. Solo tres encuentros le ha durado la paz en esta ocasión.
“Creo que sí es fuerte mentalmente. Sabe que es un momento delicado por las lesiones y ahora esto, pero de ánimo está bien”, comentó este sábado Zidane, siempre pendiente del belga, al que le dio carrete en cuanto pudo y le devolvió a la menor oportunidad el estatus de titular fijo en la banda izquierda en perjuicio de Vinicius, que en Mestalla, salvo sorpresa, regresará al once.
Situación desconcertante
Desde que puso pie a tierra en España, Hazard, de 29 años y un coste de al menos 100 millones de euros (160, según los medios de su país), se enfrenta a un escenario desconocido en su carrera. Sus 16 meses como blanco se han convertido en un carrusel de desgracias físicas cuando en los siete cursos en el Chelsea apenas se lastimó. De los 61 partidos que ha disputado el Madrid en este periodo, él se ha perdido más de la mitad (33) mientras que en Londres únicamente dejó de jugar 18 por problemas de salud en esas siete campañas.
Esta temporada ya ha estado ausente en siete (ocho con el del Valencia) de los diez posibles. Y la campaña anterior, de 51 choques no estuvo en 26 por asuntos de salud. En todo 2020, solo ha participado en 12 encuentros (705 minutos) y en ninguno de ellos lo hizo de principio a fin. Hace un mes, cuando iba a volver frente al Valladolid, se cayó la misma mañana del partido por una lesión muscular. Y ahora que acumula tres encuentros seguidos (ninguno completo), otro accidente.
En todo 2020, solo ha participado en 12 encuentros y en ninguno de ellos lo hizo de principio a fin
En Valdebebas lo describen como un chico positivo y animado, las únicas cualidades posibles para encarar este cuadro de infortunios. Hace una semana celebraba (sin grandes festejos exteriores) un gran gol al Huesca (su segundo como merengue) que sirvió para aligerar un choque que se le empezaba a indigestar a su equipo, y de repente se encuentra encerrado en casa una decena de días. “Es una situación desconcertante, nunca sabes qué va a pasar ni cuándo vas a ser positivo. Pero podría ser peor, hay gente que lo está pasando mal. Esto es la vida”, lamentó con resignación Zizou después de un entrenamiento que se desarrolló con ejercicios individuales y no colectivos, como es habitual. A los positivos conocidos este sábado hay que sumar el de Militão desde principios de esta semana.
Si la baja de Hazard es en estos momentos una desgracia más personal que grupal, ya que su influencia en el juego del equipo resulta aún escasa por su poca participación en el último año, la de Casemiro sí afecta de lleno al funcionamiento general. Él es uno de los insustituibles para Zidane y el único de la plantilla sin un doble puro. Las dos veces en este inicio de curso en las que el técnico francés le dio descanso por las apreturas del calendario (en San Sebastián y en el Di Stéfano contra el Cádiz), en ambas debió salir antes o después debido a los desajustes del equipo, especialmente contra los gaditanos, aunque con escaso efecto esa tarde.
Lo mejor de su ausencia, en su caso, es el momento, porque si no hay imprevistos solo se perderá el partido del Valencia. A cambio, en el centro del campo Zidane recupera a Odegaard, en la consulta médica los últimos seis compromisos. Entre un arranque difuso y luego el percance físico con su selección, apenas se le ha visto al noruego en su nueva etapa. Y esa misma zona del campo, la caída por coronavirus del brasileño le abre una ventana a Isco, que lleva semanas en el trastero, sin minutos en los tres duelos de Champions ni en el Camp Nou. “Lo que tiene que hacer es seguir trabajando, tendrá sus momentos. No ha cambiado lo que pienso de él”, zanjó el técnico, que ha manifestado y exhibido repetidas veces su aprecio por el malagueño.
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