La caída de Kabul y la caótica salida de Afganistán han evidenciado lo mucho que depende la Unión Europea de Estados Unidos en términos militares. Pero el bloque comunitario quiere aprovechar esta debacle geopolítica para relanzar la vieja idea de una fuerza militar común. Josep Borrell, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores, ha acudido este jueves a una reunión informal de los ministros de Defensa de la UE en Kranj (Eslovenia) con la propuesta de poner en marcha un batallón de respuesta rápida europea de 5.000 soldados, capaz de intervenir de forma inmediata en casos de crisis. Sería una especie de primera piedra en el camino hacia la “autonomía estratégica” que ansía Europa para reafirmar su presencia en el globo.
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La iniciativa, que lleva rondando a los líderes de Bruselas incluso desde antes del desembarco de la OTAN en Afganistán, ya fue repescada esta primavera por 14 Estados miembros, entre ellos Francia, Alemania y España, aunque sin el apoyo de ninguno de los bálticos ni de Polonia, los países fronterizos con Rusia y tradicionalmente partidarios de articular la defensa europea a través de la OTAN. La propuesta ha sido acogida de forma inusualmente receptiva por una mayoría de países en el Consejo informal de este jueves.
“Es increíble”, se sorprende una fuente presente en la reunión. “Personalmente jamás lo había visto. Incluso los atlantistas están cambiando de postura”. En el encuentro, añade, se han escuchado palabras “extremadamente duras” provocadas por la impotencia europea en Afganistán y varios países han reclamado “avanzar” y “concretar” la propuesta. Para convencer a los más reticentes, la ministra de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer, ha propuesto explorar la posibilidad de que un eventual despliegue se decida por los Veintisiete, mientras que solo se aportarían tropas a través de una coalición de países voluntarios. Incluso se ha debatido la posibilidad de poder activar la fuerza rápida a través de una mayoría cualificada del Consejo, sin necesidad de unanimidad.
“Afganistán ha demostrado que las deficiencias de nuestra autonomía estratégica tienen un precio y que el único camino adelante es combinar nuestras fuerzas”, ha afirmado el jefe de la diplomacia europea en una comparecencia tras la cumbre, en la que ha anunciado que se darán más detalles de este salto adelante en las capacidades militares europeas en una próxima cumbre en noviembre. El tono de Borrell ha sido amargo, tras la constatación de la debilidad europea a la hora de organizar las evacuaciones en Afganistán: “¿Fuimos capaces de asegurar el perímetro del aeropuerto de Kabul? No. Los americanos fueron capaces. Nosotros, no”. La UE tuvo que salir de allí antes que el último estadounidense por su imposibilidad de coordinarse sin la batuta de Washington.
En Bruselas, varios líderes parecen haber sacado al unísono la artillería pesada para tratar de convertir en realidad, al fin, una vieja idea fijada en los Tratados de la Unión: la política de defensa y seguridad común. “Sabemos que, al final, cuando tengamos que luchar contra el terrorismo en África no será la OTAN ni será Estados Unidos quienes lo hagan”, afirma Thierry Breton, comisario de Mercado Interior e Industria, y uno de los más ardientes defensores de la soberanía estratégica de la UE. “Seremos nosotros. Es nuestra responsabilidad. Lo hemos aprendido por la vía dura, viendo lo que ha pasado en Afganistán”, señala el francés en un encuentro con EL PAÍS y otros medios europeos, celebrado este martes. Breton, presente también en la cumbre eslovena y al frente del Fondo Europeo de Defensa, es consciente de los recelos que pueda despertar entre los aliados europeos: “No significa que cambiemos nuestra estrategia. Estados Unidos seguirá siendo nuestro aliado y la OTAN seguirá siendo gran parte de nuestra defensa. Pero obviamente no es suficiente y hemos de sacar las lecciones”.
Breton cree que nos encontramos ante un “punto de inflexión” que probablemente marque el rumbo del siglo XXI, aunque reconoce que la UE lleva recibiendo señales sobre la necesidad de reducir su dependencia con el otro lado del Atlántico desde la era de Barack Obama. Las costuras se tensaron durante la turbulenta y aislacionista presidencia de Donald Trump. En su opinión, ha llegado el momento de que la UE deje de ser vista exclusivamente como “un mercado” y se reafirme como “un poder”.
También Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, ha estado promoviendo la idea tras el fiasco afgano. “Como potencia económica y democrática mundial, ¿puede Europa conformarse con una situación en la que no podamos garantizar, sin ayuda, la evacuación de nuestros ciudadanos y de quienes están amenazados por habernos ayudado?”, se preguntó durante su discurso en el Bled Strategic Forum, celebrado este miércoles también en Eslovenia. “No necesitamos otro acontecimiento geopolítico de este tipo para comprender que la UE debe luchar por una mayor autonomía de decisión y una mayor capacidad de acción en el mundo”.
La idea de una especie de ejército propio a pequeña escala comenzó a cobrar forma en 1999 –cuando se discutió la creación de una fuerza rápida de 60.000 personas– y evolucionó en 2007 –cuando se estableció un sistema de batallones de 1.500 soldados para responder ante crisis, que nunca han sido usados-. La nueva fuerza de reacción rápida sería, en realidad, una nueva variante “más operativa y lista para ser activada” de lo que ya existe, en palabras de Borrell. La UE cuenta desde 2017 con un proyecto de mayor cooperación militar entre los Estados miembros, la llamada Cooperación Estructurada Permanente (PESCO, por sus siglas en inglés), que nunca ha llegado a producir grandes saltos.
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