Tiene su propia moneda —el tivolino— y más de 65.000 metros cuadrados dedicados en cuerpo y alma al ocio. Por su teatro han pasado desde James Brown a Raphael, Rocío Jurado, Sergio Dalma o Alejandro Sanz. Varias norias, el castillo del terror, el Ratón Vacilón o una caída libre de 60 metros de altura han atraído a más de 35 millones de personas en sus 49 años de historia. Impulsado en 1972 por el empresario danés Bernt Olsen, Tivoli World, el único parque de atracciones de la Costa del Sol, viaja ahora en una montaña rusa que puede acabar con su cierre. La empresa que lo explota se encuentra en concurso de acreedores mientras mantiene una deuda de más de 11 millones de euros y se encuentra en pleno litigio judicial. Su centenar de trabajadores se teme lo peor. El administrador judicial, el abogado Juan Antonio Sánchez, lo confirma. “Es bastante probable que Tivoli no vuelva a abrir”, asegura el letrado, socio del despacho FGV.
A lo largo de los años 70, 80 y 90, Tivoli World fue el epicentro del ocio de la Costa del Sol con una oferta basada en la diversión familiar. Hoy los coches de choque están aparcados en batería y el silencio se ha adueñado de una instalaciones que acumulan polvo donde la hierba crece sin control desde que su jardinero se jubiló. “Aquí nos hemos criado todos los de Benalmádena, pero también de media Málaga y el turismo internacional que ha venido de vacaciones”, señala Juan Ramón Delgado, presidente del comité de empresa. Tras 44 años trabajando en el parque de atracciones, habla con tristeza. “Luchamos para que abra: creemos que, si no lo hace este año, no lo hará nunca más”, asegura el trabajador, portavoz de una plantilla que se manifiesta periódicamente a la entrada del parque o las calles de Benalmádena. “Queremos abrir lo antes posible”, insiste Mariano Hidalgo, su director general desde 2006.
Los problemas de Tivoli arrancaron con el cambio de siglo. El empresario cordobés Rafael Gómez lo adquirió en 2004. La venta se estimó en 30 millones de euros e incluía una gran inversión para su remodelación y nuevas atracciones explotadas por la Compañía Internacional de Parques y Atracciones SA (Cipasa), propiedad de Gómez, que incluyó su cara en los tivolinos. Sus problemas judiciales tras su detención en la operación Malaya y la crisis económica le impulsaron, en 2007, a deshacerse de patrimonio valorado en casi 600 millones de euros. El grupo inmobiliario Tremón se hizo con varios activos, entre ellos aparcamientos, locales y el propio parque de atracciones. El acuerdo establecía que la toma de posesión de Tivoli se haría unos meses después de la escritura de venta, pero jamás se realizó. Tremón inició su propio proceso concursal en 2008 mientras arrancó un litigio con Cipasa para que le entregara el centro de ocio. En un largo peregrinaje judicial, el juzgado de Torremolinos y la Audiencia Provincial de Málaga le dieron la razón, pero Gómez —en libertad condicional tras entrar en prisión en 2017— elevó el caso hasta el Tribunal Supremo.
Deuda de 11 millones de euros
El administrador concursal ha solicitado ahora a la jueza que rige el proceso de Cipasa la autorización para retirar el caso del Tribunal Supremo. “Mi intención es desistir del recurso de casación y dar el parque a su legítimo propietario, Tremón”, explica Juan Antonio Sánchez. Entre plazos de alegaciones y trámites, serán necesarios varios meses hasta que se pueda hacer efectiva la entrega. “Les he pedido que se encarguen del parque, pero no tomarán una decisión hasta que no tomen posesión de las instalaciones”, dice el abogado. Es pesimista: todo apunta a que este verano el parque de atracciones seguirá cerrado. Este periódico no ha podido recabar la opinión de la inmobiliaria madrileña.
Sánchez ha elaborado un informe para conocer el estado de Tivoli que recoge la existencia de una deuda de Cipasa superior a 11 millones de euros, de los que casi 10 los debe a la Agencia Tributaria y la Seguridad Social. También analizó las cuentas de los dos únicos meses que el espacio pudo abrir en 2020 y, a pesar de la caída del turismo y el contexto sanitario, los ingresos permitieron pagar los gastos corrientes. “El parque es viable, pero a largo plazo su situación es muy complicada por la gran deuda existente”, añade el administrador, que insiste en que tras fiscalizar a Cipasa, su obligación es el cierre ordenado de la empresa y la entrega del parque a Tremón.
Los empleados —la mayoría con las prestaciones sociales agotadas— miran con intranquilidad ese movimiento. “Pensamos que Tremón busca especular con los terrenos para construir viviendas”, afirma Juan Ramón Delgado. Los 65.000 metros de parcela están en el corazón de Benalmádena y, para evitar la especulación, el ayuntamiento quiere modificar la calificación del suelo a equipamiento cultural y de ocio. “Nuestra obligación es proteger Tivoli”, ha explicado la concejala de Urbanismo, María Isabel Ruiz. La Junta de Andalucía también ha manifestado su apoyo. Es posible que Tivoli jamás llegue a soplar las velas de sus bodas de oro.
Larga travesía para los parques de atracciones
Guillermo Cruz, presidente de la Asociación Española de Parques de Atracciones (AEPA) dice tener “gran preocupación” por la situación de Tívoli. “Ojalá se recuperen y vuelvan a abrir en condiciones normales, pero es cierto que, en este contexto, cualquier pequeña grieta puede hacer tambalear a un edificio”, subraya. A pesar de las restricciones sanitarias, el de Benalmádena es el único de los grandes parques de ocio encaminado a un posible cierre. Aunque todos los grandes espacios de ocio atraviesan problemas. “El año pasado hubo unas pérdidas del 70% respecto a 2019 y 2021 no va a ser demasiado bueno para los parques de atracciones”, subraya Cruz, lo que puede derivar en recortes de plantilla. Cruz, eso sí, subraya que la mayoría de parques están abiertos desde hace unas semanas -como Parque Warner- o lo harán pronto. La joya de la corona, PortAventura, abrió este sábado 15 de mayo y el último en hacerlo será Isla Mágica, en Sevilla, el próximo 29 de mayo.
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