La diputada de Vox en la Asamblea de Madrid Alicia Rubio escogió la semana en la que todas la ciudades españolas se llenaron de protestas por el asesinato de Samuel Luiz para hablar de “casta LGTBI” en ese parlamento autonómico. “LGTBI” sería aquí el nuevo apellido que la formación ha encontrado para un sustantivo que cada vez le gusta más. El pasado Primero de mayo, Santiago Abascal arremetió contra la “casta sindical”. Para él son “casta” tanto la UGT y Comisiones Obreras como la patronal, porque también llamó “casta” a la CEOE por apoyar los indultos a los presos del procés. Más creativo, Iván Espinosa de los Monteros le dijo a Pablo Iglesias en el Congreso: “Un poco de pasta basta para que ustedes sean de la casta”.
Llama la atención cómo la formación de ultraderecha se ha apropiado de un concepto que Podemos popularizó en el léxico político español, cuando nació como partido, allá por 2014. Entonces, “casta” era una palabra clave para los morados que había introducido en el argumentario Íñigo Errejón por vía italiana. Gustaba mucho en el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo. Se usó con profusión en el primer Vistalegre y, según las métricas que hizo en su momento Francesc Pujol, director del centro de Economía, Liderazgo y Gobernanza de la Universidad de Navarra, tocó techo en abril de 2014, cuando utilizaban el concepto sin parar en sus intervenciones el propio Errejón pero también Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero.
La casta servía al Podemos recién nacido para trazar un eje vertical (los que tienen versus los que no tienen) en lugar de horizontal (izquierda versus derecha). En cinco letras se podía englobar el bipartidismo, el Ibex 35, las puertas giratorias, el régimen del 78, el poder judicial y todo lo que representase el poder establecido.
“Hay épocas que se prestan más a la grosería política. Aquél era un momento de grave crisis institucional, económica, moral y de relato y la palabra casta era muy útil para señalar un corte, fue una cuña que abrió un espacio en una etapa en la que no había espacio para muchas sutilezas”, admite Eduardo Maura, ex diputado de Podemos y actualmente profesor de estética en la complutense, que vivió de cerca la génesis de ese mensaje.
Su recuerdo coincide con las gráficas de Pujol: para enero de 2015, la formación ya había abandonado el concepto, pero éste ya había cuajado. Se les había ido de las manos. Tertulianos y columnistas lo adoptaron con gusto. “Algunas palabras se te quedan pegadas y no te las puedes quitar”, dice Maura. “Le pasó a Aznar con el váyase señor González y a Rajoy con la herencia recibida”. Y a Iglesias con la casta. En El hormiguero, Pablo Motos le espetó: “Ahora la casta eres tú”. No era muy original. La idea se apuntaló en centenares de artículos y tuits, muchos de ellos mencionando también el famoso chalet de Galapagar.
Al historiador Xavier Casals, centrado en el estudio de la ultraderecha y autor de libros como El pueblo contra el Parlamento. Historia del nuevo populismo en España 2009-2013, no le sorprende que Vox se apunte ahora al uso de “casta”. Ya lo utilizaba, advierte, el partido ultra Plataforma per Catalunya, de Josep Anglada, que en los primeros dosmiles introdujo la agenda xenófoba en el panorama político catalán. “Funcionalmente, es un concepto que va muy bien. Tiene una serie de sobreentendidos y te permite articular un discurso populista muy eficiente, porque establece un binarismo, un nosotros contra ellos”.
Para José Rama, politólogo y uno de los autores del libro Vox. The Rise of The Spanish Populist Radical Right (Vox. El ascenso de la derecha radical populista española), editado por Routeledge, el uso que Vox estaría haciendo de “casta” sería una evolución de otros conceptos que ese partido ya utilizó en su primer impulso electoral. “Lo que ahora es la casta antes era la anti-España o los enemigos de la patria o los progres. Se adueñan de un concepto que no les es muy ajeno porque entronca con esa derecha radical populista, como la ‘Roma ladrona’ de Matteo Salvini, o cuando Marine Le Pen habla en nom du peuple, en nombre del pueblo”. Si eso homologa a Vox con la derecha extrema centroeuropea, los ataques a los colectivos LGTBI la alejan, analiza Rama. “Todo eso remite mucho más a Hungría o a Polonia. Una cosa así no se la verías hacer al Frente Nacional o al partido holandés de Geert Wilders”.
Tanto Casals como Rama intuyen que detrás de la adopción de este nuevo talismán léxico hay un tacticismo electoral, un intento de captar votos más allá del electorado de altos ingresos y de los dolidos por el procès que se dejaron tentar por la oferta de nacionalismo español. “Vox no es solo nativista. No hay tantos españoles que se sientan agraviados. Su leitmotiv es el descontento político. Intentan captar a gente que tiene un gran hartazgo con la política, ofreciendo soluciones simples para problemas complejos, que es la esencia del populismo”, resume el politólogo, que está convencido de que Vox no será un partido fugaz.
La palabra “casta” en sí ha quedado tan connotada, tan circunscrita a la política, que quien la utiliza en otro contexto sabe que está enviando una serie de mensajes. Era muy consciente de eso la escritora Rocío Lanchares Bardají. En Hotel Madrid, historia triste, la novelización del 15-M con la que ha contribuido a la serie de nuevos Episodios Nacionales que está publicando la editorial Lengua de Trapo, escribe: “Cuando cierta clase media es casta intelectual hay que contar con que el nivel de alfabetización sentimental es muy bajo”. Se refiere al momento en el que aparecen en las acampadas una serie de activistas armados de ideas teóricas que están allí más para recoger material para sus tesis doctorales que para arremangarse. “Lo notamos desde el principio. Había gente que iba en esa línea y se les bloqueó. Ellos eran asesores de comunicación y profesores de Políticas y creían que el resto éramos sus usuarios, su target”. Lanchares ve en el uso de la palabra “casta” por parte de Vox una “apropiación de conceptos que le valían a la izquierda, igual que cuando defienden la libertad o se dicen feministas”. Maura, sin embargo, cree que el concepto estaba ya en el dominio público, libre de derechos de autor, porque en una escena dominada por el infotainment (mezcla de información y entretenimiento) y el politainment (política y entretenimiento), los conceptos caducan rápido. “Si a ellos les sonara a morado, no lo utilizarían”.
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