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La CDU sufre un duro revés en dos regionales que impulsan a Los Verdes en un año electoral clave en Alemania


El superaño electoral alemán, marcado por la anunciada despedida de la canciller Angela Merkel, ha empezado de la peor forma posible para su partido, la CDU. La doble derrota de los conservadores se daba por sentada, pero no así la significativa caída del voto en los dos estados del sur del país. Según las proyecciones, los resultados consolidan con una clara victoria a los Verdes en Baden-Württemberg y mantienen como primera fuerza al Partido Socialdemócrata (SPD) en Renania-Palatinado. La CDU registra sus peores resultados históricos en ambos territorios a seis meses de las elecciones federales en las que Alemania elegirá al sucesor de Merkel.

Poco después del cierre de los colegios electorales, a las seis de la tarde, los primeros sondeos de la televisión pública mostraban que Winfried Kretschmann, de 72 años, el único miembro de los Verdes al frente de uno de los 16 Estados federados alemanes, repetirá como presidente de Baden-Württemberg, un estado rico e industrial de 11 millones de habitantes. Su partido obtuvo el 32,9% de los votos, según la estimación de última hora del domingo. La CDU consiguió el 24% de los sufragios, tres puntos porcentuales menos que en las últimas elecciones, en 2016. Los sondeos pronosticaban una victoria holgada del líder ecologista. Kretschmann ha gobernado esta legislatura con los conservadores, pero ahora los números permitirían una coalición con los socialdemócratas y los liberales, por lo que la CDU podría quedarse fuera del Ejecutivo regional.

Volver a la oposición en un Estado que la CDU gobernó durante casi seis décadas, hasta 2011, supondría un mal comienzo para el flamante presidente de la formación, Armin Laschet, que vería menguar sus posibilidades de convertirse en el candidato conservador para las elecciones generales de septiembre. A Markus Söder, líder del partido hermano bávaro CSU, muy popular por su gestión de la pandemia, también se le atribuyen aspiraciones para luchar por la Cancillería.

Las regionales en Baden-Württemberg y Renania-Palatinado, que inauguran una ronda electoral con seis citas en otros tantos Estados (incluido Berlín) y las federales al Bundestag, eran la primera prueba de fuego de Laschet. De la cita de septiembre saldrá el sucesor de Merkel, la canciller que durante 16 años al frente de la primera economía europea ha ejercido en cierto modo de líder de toda la Unión. Los conservadores han llegado a las elecciones regionales debilitados por los casos de presunta corrupción detectados en su grupo parlamentario y por el hastío de la población con la gestión de la pandemia después de cuatro meses de restricciones. La candidata de los conservadores en Baden-Württemberg, Susanne Eisenmann, calificó el resultado de “desastroso”. “No ha sido una buena noche electoral para la CDU”, corroboró el secretario general de la formación, Paul Ziemiak.

La victoria de Kretschmann afianza a los Verdes, que han conseguido colocarse en segundo lugar en intención de voto para las federales, solo por detrás del partido de Merkel. Desde que adelantaron a los socialdemócratas del SPD (socios de coalición de Merkel) en los sondeos, se habla cada vez más de una posible coalición negro-verde (CDU y Verdes) en Berlín, a semejanza de la que ha liderado Kretschmann estos cinco años. La formación ecologista se presenta como un partido pragmático y dispuesto a asumir responsabilidades de Gobierno. El político de Baden-Württemberg es su mejor baza. Ha conseguido aunar la defensa de la naturaleza con las políticas de apoyo al crecimiento económico en el Estado donde tienen su sede emblemas del poderío automovilístico alemán como Porsche y Mercedes Benz.

Mucho voto por correo por la pandemia

Los comicios han estado marcados por el coronavirus, que ha impulsado el voto por correo. Este año el colegio electoral del Hospitalhof, un complejo educativo y religioso en el centro de Stuttgart, pasó de la sala más pequeña y peor ventilada de otras elecciones a un enorme espacio diáfano en el que las dos únicas mesas parecían miniaturas de casa de muñecas. A la entrada, Sven Förtsmann, un voluntario de 31 años, recordaba este domingo a todos los votantes que debían usar el dispensador de gel hidroalcohólico antes de pasar. Tenía mucho menos trabajo que en otras citas con las urnas: la pandemia oblió a disponer el doble de puntos de votación y se calcula que casi la mitad del censo envió su voto por correo. La lluvia y el frío acabaron de componer una jornada electoral desangelada en la capital de Baden-Württemberg.

Una pequeña encuesta improvisada a la puerta del colegio permitía confirmar la enorme popularidad que los sondeos atribuían al actual presidente. Una decena de personas aseguran que, o bien le han votado, o no tendrían problemas en hacerlo si el candidato de su partido de cabecera no les convenciera. Kretschmann, un antiguo profesor de Biología de 72 años, cae bien. “Es sincero, es fácil identificarse con él, no actúa de cara a la galería”, enumeraba Sophie Rumpelt, estudiante de Odontología de 28 años.

Pero está por ver si el efecto Kretschmann es extrapolable fuera de su Estado. A Janik Appel, de 22 años, le gusta el político de los Verdes, pero no su partido. A la salida del colegio electoral de Hospitalhof, asegura que ha votado a la CDU porque cree que puede defender mejor sus intereses y los de la industria automovilística del Estado. Es ingeniero y trabaja en una de esas empresas mientras estudia un máster. “Él me gusta. Es de mi región y fue profesor en mi colegio. Creo que ha gestionado bien y me gusta que se haya vuelto más conservador y menos verde como era al principio”, dice. Los Verdes, añade, son “demasiado de izquierdas y su programa no sería bueno para la economía”. “Kretschmann podría ser de la CDU”, sentencia con una sonrisa.

Viento de cola

Arne Jungjohann, analista político y colaborador de la fundación Heinrich Böll, vinculada a los Verdes, no cree que el éxito de Kretschmann pueda replicarse fuera de su Estado, pero asegura que “su victoria supone un viento de cola para los Verdes a nivel federal”. La formación gana puntos como partido bisagra y hará valer sus políticas en cualquier coalición que salga de los comicios de septiembre, añade. “La CDU y su partido hermano bávaro CSU ya no tienen la llave de la Cancillería. Este año de elecciones va a ser muy interesante para Alemania”, pronostica.

Mientras, en Renania-Palatinado (cuatro millones de habitantes) la presidenta socialdemócrata, Malu Dreyer, podrá reeditar la llamada coalición semáforo —conocida así por los colores rojo socialdemócrata, verde de los ecologistas y el amarillo que distingue a los liberales de la FDP— con la que ha gobernado los últimos cinco años. El SPD obtuvo un 36% de votos, según la última proyección de la noche, de Dimap para la televisión pública ARD. La CDU fue el segundo partido más votado, pero con un 27% de los sufragios perdió cerca de cinco puntos porcentuales respecto a las últimas elecciones. “La coalición ha funcionado muy bien estos últimos cinco años y tendría sentido repetirla”, dijo Dreyer a la televisión pública ARD pasadas las once de la noche.

Los Verdes también tuvieron buen resultado en Renania-Palatinado, según estos sondeos, y se convirtieron en la tercera fuerza más votada (en 2016 lo fue AfD), con un 9,4%, casi cuatro puntos más que en las últimas elecciones.

El partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) perdió apoyos en los dos estados. En Renania-Palatinado cayó al 8,4% desde el 12,6% que obtuvo en 2016. En Baden-Württemberg, registró un 9,7%, cinco puntos menos.


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