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La central nuclear de Zaporiyia, la rehén más peligrosa de la guerra en Ucrania

La central nuclear de Zaporiyia, la rehén más peligrosa de la guerra en Ucrania

La última amenaza la ha lanzado este lunes el general Valeriy Vasilyev, al frente del mando ruso en Zaporiyia, a unos 500 kilómetros al sureste de Kiev: “Como saben, hemos plantado minas en todas las instalaciones importantes de la central nuclear de Zaporiyia. Y no ocultamos esto al enemigo. Les advertimos. El enemigo sabe que la planta será rusa o de nadie”. Este mensaje, publicado en las redes sociales y posteriormente eliminado, ha sido airreado denunciado tanto por la empresa estatal Energoatom, compañía que ha operado la planta nuclear hasta la toma de control en marzo por parte de Rusia, como por el Gobierno ucranio. Varios ataques con artillería lanzados desde el fin de semana han dañado las instalaciones en torno a los reactores de la central, la segunda más grande de Europa. Kiev y Moscú se han culpado mutuamente. El riesgo de fuga radiactiva ante la tensión militar en la zona ha llevado al Gobierno de Volodímir Zelenski a solicitar una misión de reconocimiento de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) antes de final de mes. Rusia ha insistido en que abre la puerta a que la AIEA, bajo el paraguas de la ONU, visite la central.

El director general de la AIEA, Rafael Grossi, reclama desde hace tiempo una misión de su organismo en la central. De llevarse a cabo, esta sería, junto al desbloqueo del transporte de grano, uno de los grandes hitos diplomáticos logrados desde que Rusia lanzara su ofensiva en la madrugada del pasado 24 de febrero. Moscú, a los mandos de la planta, ha defendido la llegada de un equipo de la agencia para, dicen, mostrar cómo los ucranios “usan las armas de Occidente”.

Kiev, más reacio a aceptar una misión internacional en territorio arrebatado y que pide la desmilitarización de la planta, ha dado luz verde ahora a la petición de Grossi, sin que eso sirva para “legitimar” la ocupación, según ha defendido este lunes el representante ucranio ante la AIEA, Yevhenii Tsimbaliuk. Este ha instado además a la ONU a que envíe expertos militares para que analicen qué tipo de proyectiles fueron lanzados.

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La central de Zaporiyia —así como la de Chernóbil, hoy bajo control ucranio— fue uno de los primeros objetivos del ejército ruso, que finalmente logró penetrar y tomar el control de las operaciones y empleados de la planta en la primera semana de marzo. La central, con seis reactores con una capacidad neta de 950 megavatios de electricidad ―solo dos de ellos están en funcionamiento― podía atender al máximo de su rendimiento la demanda de electricidad de cuatro millones de familias. Energoatom ha denunciado en las últimas horas que Moscú, que tiene en las instalaciones empleados de Rosatom, la empresa estatal atómica rusa, pretende cortar el suministro hacia el sur del país, objetivo también de su ofensiva militar.

“Suicidio”, según Guterres

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Varios ataques lanzados desde el viernes contra las instalaciones de la planta de Zaporiyia, localizada junto a la reserva de agua Kajovka, en el río Dniéper, han elevado la tensión en la zona y el riesgo de un accidente nuclear. Los reactores están protegidos por muros de hormigón y medidas antiincendios, pero el uso de armamento en una central viola, como manifestó la pasada semana Grossi, todas las medidas de seguridad nucleares. El secretario general de la ONU, António Guterres, lo ha tildado en las últimas horas de “suicidio”. Según la información facilitada por la estatal ucrania Energoatom, que opera las otras tres plantas nucleares del país, los disparos de artillería han herido a dos empleados de la central.

Aunque los reactores no han sufrido daños y no se ha registrado fuga de radiación, los proyectiles, según la información de esta empresa con sede en Kiev, ha dañado una línea de alimentación externa, una estación de nitrógeno-oxígeno y el sistema de detección de radiación. También se han registrado impactos junto a contenedores de combustible ya utilizado.

María Zajarova, portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, ha responsabilizado a las tropas ucranias de los daños en las instalaciones de Zaporiyia. “Al apuntar con sus piezas de artillería contra los reactores en marcha y los almacenes de combustible nuclear utilizado”, “los ucranios apuntan contra sí mismos”, ha dicho en declaraciones recogidas por la agencia Efe. Según un análisis reciente del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, en sus siglas en inglés), Moscú estaría usando la central para hacer crecer el temor en Occidente y así “degradar su voluntad de brindar apoyo militar a una contraofensiva ucrania”. El ISW, con sede en Washington, uno de los centros de monitoreo de la guerra en Ucrania más certeros, afirmó que fuerzas rusas han atacado desde los alrededores de la planta localidades más al sur como Nikopol.

Por todo esto, Grossi, al frente de la AIEA, ha manifestado que en Zaporiyia se han transgredido cinco de los siete principios de seguridad nuclear: la integridad física de las instalaciones debido a la actividad militar; el funcionamiento en todo momento de los sistemas de protección; el buen estado de los empleados, que trabajan bajo un enorme estrés; el suministro eléctrico, que ha sufrido daños en una línea externa, y el monitoreo de posible radiación, en peligro debido a los constantes bombardeos, aunque aún se encuentra operativo.

Sobre los empleados de la central, el presidente de Energoatom, Petro Kotin, ha señalado que un centenar de ellos han sido objeto de “secuestros”, mientras que cinco están en paradero desconocido. Según Kotin, en la localidad de Energodar, que colinda con las instalaciones, aún permanecen 10.000 de los más de 11.000 trabajadores de la central nuclear.

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