La cifra de víctimas civiles en Afganistán bate récords tras el inicio de la retirada de EE UU


El año en curso, 2021, se está perfilando como candidato a convertirse en “el más sangriento” desde que se tienen registros en Afganistán, advirtió este lunes Naciones Unidas. La ONU basa esta afirmación en los datos del último informe semestral de su Misión de Asistencia en Afganistán (UNAMA), que ha desvelado que, solo en mayo y junio, al menos 2.400 civiles afganos murieron o resultaron heridos por la escalada de los combates entre los talibanes y las fuerzas de seguridad afganas. Esta cifra es la más alta en esos dos meses desde que se inició el cómputo de víctimas en 2009.

En los seis primeros meses de 2021, la UNAMA ha documentado 5.183 víctimas civiles, de las cuales 1.659 fueron muertes, lo que representa un aumento del 47% con respecto al mismo período del año pasado. Los datos recogidos por la misión de la ONU subrayan la grave situación de los civiles afganos, atrapados en combates que se intensificaron en mayo y junio, después de que el Presidente de EE UU, Joe Biden, anunciara que las tropas estadounidenses se retirarían completamente a más tardar el 31 de agosto, poniendo fin a 20 años de presencia militar extranjera en el país.

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“Es muy preocupante el gran aumento del número de civiles muertos y heridos desde el 1 de mayo, con casi tantas víctimas en mayo y junio como las registradas en los cuatro meses anteriores”, dijo la UNAMA en un comunicado. Otro hecho “especialmente grave”, recalca el texto de la misión de la ONU, es que cerca de la mitad de las víctimas registradas en los seis primeros meses del año son mujeres y niños.

Los talibanes han llevado a cabo una vasta ofensiva en amplias zonas del país en las últimas semanas y controlan ya al menos un tercio del territorio. En poco más de dos meses se han hecho con al menos 140 de los 421 distritos en que se divide Afganistán. Un informe de inteligencia estadounidense citado por The Wall Street Journal calculaba a finales de junio que estos insurgentes podrían tomar el control de la capital en un plazo de entre seis y 12 meses tras la salida de las tropas estadounidenses, un cálculo que ahora parece optimista a la luz de su rápido avance. En una demostración de la impotencia del Gobierno afgano ante esta ofensiva, el ministro de Defensa, Bismillah Mohammadi, pidió a finales de junio a los civiles que se prepararan para tomar las armas.

En los últimos días, Estados Unidos ha tratado de frenar la ofensiva talibán apoyando con ataques aéreos al Ejército afgano. El domingo, el general Kenneth McKenzie, jefe del Mando Central del Ejército estadounidense en el país, declaró a la prensa que EE UU “está preparado para continuar con este mayor nivel de apoyo en las próximas semanas si los talibanes continúan con sus ataques”, antes de afirmar que “la victoria de los talibanes no es inevitable”.

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Deborah Lyons, la representante Especial del Secretario General de la ONU para Afganistán, no comparte este optimismo. Lyons declaró este lunes que “un número sin precedentes de civiles afganos perecerá y será mutilado este año si no se frena la creciente violencia”. “Imploro a los talibanes y a los líderes afganos que tomen nota de la sombría y escalofriante trayectoria del conflicto”, afirmó la representante de Naciones Unidas, en alusión a las cifras contenidas en el informe de la misión de la organización.

Las declaraciones del general McKenzie contradicen también lo afirmado por el jefe del Estado mayor británico, Nick Carter, que reconoció a principios de julio que era “plausible” que el Estado afgano se derrumbase sin la presencia militar internacional.

Desde que las tropas internacionales tomaron Kabul en 2001 y desalojaron del poder a los talibanes, muchos indicadores de desarrollo mejoraron notablemente en el país, si bien ni la presencia de las tropas internacionales -Estados Unidos llegó a desplegar hasta 100.000 soldados-logró conjurar la violencia ni tampoco la pobreza. El número de menores que van a la escuela pasó, por ejemplo, de 0,9 millones en 2001 a 9,2 millones en 2017, de los cuales el 39% eran niñas. En 2004 había poco más de 51.200 mujeres trabajando en la Administración. En 2018 (último año del que se dispone de datos) la cifra había aumentado a casi 87.000. Todos esos logros podrían ahora revertirse si los talibanes toman de nuevo el poder, una amenaza que cada día se hace más real.

Mientras tanto, las negociaciones de paz entre el Gobierno afgano y los talibanes, reactivadas en el mes de septiembre, siguen estancadas. Ambas delegaciones se han reunido en varias ocasiones en las últimas semanas en Doha, la capital de Qatar, sin lograr ningún avance. El último de estos encuentros concluyó con una mera declaración de que ambas partes intentarían evitar las “bajas de civiles”.


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