La comunidad internacional ha dado un respaldo unánime este viernes desde París al proceso electoral libio que busca consolidar la transición democrática del país 10 años después de la muerte del dictador Muamar el Gadafi y ha amenazado con sanciones a quien intente impedirlo. Las elecciones presidenciales del 24 de diciembre, las primeras en la conflictiva historia de Libia, deben ser “libres” y “creíbles” y todo aquel que intente obstaculizar el proceso podrá ser objeto de sanciones, advirtieron los participantes en el tercer encuentro internacional de jefes de Estado y de Gobierno sobre Libia celebrado en los dos últimos años, en el que se ha instado también a la retirada “sin demora” de los mercenarios extranjeros del país, sobre todo los rusos y turcos.
“Tras una década de violencia, divisiones e inestabilidad, la perspectiva de elecciones suscita dudas y hasta oposición de todo aquel que teme el cambio democrático y de todos aquellos que se benefician de la guerra”, dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, al término de la cumbre coorganizada con Naciones Unidas, Alemania e Italia. Por ello, “debemos seguir movilizados para asegurarnos de que se celebran elecciones libres, imparciales y transparentes”, porque “la transición libia debe ejecutarse hasta el final y las elecciones deben desarrollarse en las mejores condiciones posibles para que los diferentes actores puedan desempeñar cada uno su papel”, acotó en rueda de prensa, flanqueado por la canciller alemana, Angela Merkel, el primer ministro italiano, Mario Draghi, y los dos principales poderes en Libia en la actualidad, el líder del Consejo Presidencial libio, Mohamed Menfi, y el primer ministro, Abdelhamid Dabeiba.
Pese a mantener una relación difícil, ambos se comprometieron públicamente a respetar los resultados electorales. Los comicios son un “objetivo histórico”, dijo Dabeiba. “Si el proceso electoral tiene lugar de forma honesta y consensuada por todas las partes, entregaré el poder a las autoridades elegidas por el pueblo libio”, aseveró Menfi.
La cita en París había partido con dos objetivos principales. El primero, garantizar la “transición política” en marcha con la celebración de los comicios presidenciales y legislativos.
En la declaración conjunta, los participantes, entre ellos el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, subrayan en este sentido la “importancia de que todos los actores libios se comprometan de manera inequívoca con la celebración de elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas, inclusivas y creíbles el 24 de diciembre” y que “acepten los resultados”.
“Las elecciones están al alcance de la mano. En Libia hay un movimiento fuerte en marcha para que se celebren, en juego está la estabilidad del país”, había dicho el Elíseo en vísperas de la cumbre. No obstante, advirtieron las fuentes, existen “spoilers emboscados que intentan que el proceso fracase”.
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Ante estos, los líderes internacionales son contundentes: cualquier “individuo o entidad, dentro o fuera de Libia, que intente obstruir, minar, manipular o falsificar el proceso electoral y la transición política será hecho responsable y podrá ser designado por el Comité de Sanciones de Naciones Unidas”, advierten en su declaración.
Más allá de las elecciones, el segundo objetivo de los anfitriones galos del encuentro era “apoyar a Libia en su demanda de retirada de las fuerzas extranjeras y mercenarias” en su territorio, que según el Elíseo se calculan en “varios miles” de efectivos. Son, fundamentalmente, mercenarios rusos, que apoyan al mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte del este y sur del país, y turcos, que respaldan por su parte al Gobierno de Unidad Nacional asentado en Trípoli. Pero hay también elementos sirios, chadianos y sudaneses, advierten las fuentes galas. El acuerdo de alto el fuego de octubre de 2020 exigía la salida simultánea de los combatientes extranjeros en un plazo de 90 días, pero desde entonces no se había informado de ninguna retirada significativa, recuerda la Agencia France Presse.
En un primer gesto “unilateral”, el Ejército Nacional Libio (ENL, leal a Hafter) anunció el jueves que repatriará a los primeros 300 “mercenarios y combatientes extranjeros” de las zonas bajo su control. Un avance “en la buena dirección”, dijo Merkel. Pero aún insuficiente, puntualizó Macron.
“No es más que el principio, Turquía y Rusia también deben retirar sin demora a sus mercenarios y sus fuerzas militares, cuya presencia amenaza la estabilidad y seguridad del país y de toda la región”, reclamó el mandatario galo.
A la conferencia internacional por Libia acudieron una decena de jefes de Estado y de Gobierno europeos y vecinos de Libia, así como la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, y el presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi.
No obstante, Macron no consiguió que viajaran hasta París otros actores clave del conflicto libio. El presidente argelino, Abdelmajid Tebún, declinó la invitación de Macron —con quien ha mantenido un duro pulso a raíz de declaraciones cruzadas sobre el pasado colonial galo en este país— y envió a su ministro de Exteriores, Ramtane Lamamra, pese a que el Elíseo había subrayado que el presidente francés “deseaba” la participación de su par argelino porque Argel es un “actor importante en la región”. Tampoco estuvieron representados al más alto nivel ni Rusia, por quien en vez del presidente Vladímir Putin viajó su jefe de la diplomacia, Serguéi Lavrov, ni Turquía, que envió solo al viceministro de Relaciones Exteriores, Sedat Önal.
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