Los récords que tanto honran a Isabel II, esos que la reconocen como la monarca británica que ha reinado con más edad —a sus 95 años sobrepasa los 81 de la reina Victoria, su tatarabuela—, la mayor del mundo o la que más tiempo lleva en el trono —en febrero serán 70 años, pero aún le faltarán dos y medio para alcanzar el récord de Luis XIV de Francia— también se le están volviendo en contra. Todos ellos están relacionados con los años, con la longevidad, pero acercarse al siglo de vida también está pasándole factura a la soberana inglesa. Porque está viendo cómo, a su alrededor, va perdiendo a seres queridos que, poco a poco, van falleciendo. Algo que está contribuyendo a acrecentar la sensación de soledad y aislamiento que acecha a la soberana durante los últimos meses, en ese 2021 casi horribilis, cuando se encuentra cercada por la edad, la enfermedad y la sombra del coronavirus, del que todos tratan de defenderla.
La reina ha acabado el año con tres inmensas pérdidas en su vida. La más célebre es la de su marido, Felipe de Edimburgo, que falleció el pasado 9 de abril tras casi siete décadas como consorte y casi 80 años a su lado como marido, consejero y fiel servidor. Al duque le faltaban apenas 62 días para alcanzar los 100 años y tras su muerte se supo que efectivamente fue la edad, y no ninguna afección concreta, lo que acabó con su vida.
Para superar la pérdida la soberana se ha consolado en sus cuatro hijos, sus ocho nietos y sus 12 bisnietos, tres de ellos recién nacidos (aunque a una, Lilibet, hija de Enrique de Inglaterra y Meghan Markle, aún no la conoce), pero sobre todo en sus amigos, las personas que la han acompañado durante su vida y la han guiado en su reinado. Sin embargo, estos también están empezando a desaparecer. Ahora se ha sabido que el pasado 29 de diciembre falleció la que ha sido su dama de compañía desde 1987 y amiga durante décadas, Diana Maxwell, a los 90 años.
Maxwell, lady Farham, acompañó a Isabel II en momentos clave, como el Jubileo de Platino que en 2012 celebró los 60 años de la reina en el trono británico. Quien fuera secretario de prensa de la monarca y ahora autor y comentarista televisivo, Dickie Arbiter, afirmaba en su perfil de Twitter que “todo el mundo amaba a Diana, tenía un gran sentido del humor y era muy glamurosa”. Otra fuente cercana a la familia real afirmaba en el diario The Telegraph que la reina y lady Farham eran “muy buenas amigas”. “Por desgracia, una de las tristes consecuencias de vivir una vida longeva es que tienes que decir adiós a mucha gente que te importa”, asegura esa fuente al rotativo. Lady Farham, a la que llamaban cariñosamente Marion, fue reconocida por la reina, que le otorgó títulos y honores.
I am very saddened to hear of the passing of friend and former colleague Lady Diana Farnham. Everyone loved Diana, she was good humoured and very glamorous. It’ll be sad for The Queen too having now lost two friends in the space of a month – the Duchess of Grafton and now Diana pic.twitter.com/NAYYII6uKe
— Dickie Arbiter LVO 🇬🇧 (@RoyalDickie) January 2, 2022
Desde 1959 Diana Maxwell —que obtuvo su título al casarse con el primer conde de Farham ese mismo año— estuvo unida a la familia real, como ayuda de cámara, pero fue a mediados de los ochenta cuando su papel en la corte y en la vida de la soberana creció. La acompañó en momentos importantes de su reinado, como su visita a Irlanda (la primera desde la independencia del país) en el año 2012.
Pero la de Diana no ha sido la única pérdida para la reina: el pasado 3 de diciembre fallecía Ann Fortune, duquesa de Grafton y dama suya desde nada menos que 1967. “Será muy triste para la reina haber perdido a dos grandes amigas en el espacio de un mes, la duquesa viuda de Grafton y Diana”, afirmaba Arbiter en su perfil de Twitter. Fortune tenía 101 años y un título llamativo: había sido nombrada por la soberana Mistress of the Robes, algo así como “señora de los vestidos” o “de los ropajes”, un título que, según The Times, existe desde el reinado de Isabel I, a finales del siglo XVI, y que originalmente implicaba ocuparse de ropas y joyas pero que había evolucionado para convertirse en la cabeza de las damas de compañía de la soberana, gestionar sus tiempos y organizarlas en los eventos referentes a la reina.
Diana Spencer, semanas antes de convertirse en esposa del príncipe Carlos y princesa de Gales, con la duquesa de Grafton en las carreras de Ascot en junio de 1981.PA Images (PA Images via Getty Images)
Fortune era parte de una dinastía aristocrática y era familia lejana de la reina Madre. Primero como condesa de Euston tras su boda en 1946 —tuvo cinco hijos, la reina fue madrina de la tercera de ellos—, llevaba desde marzo de 1953 vinculada a Isabel II como ayuda de cámara, y por tanto asistió a su coronación, celebrada en junio de ese año. Su especial implicación con Su Majestad hizo que esta la nombrara “señora de los ropajes” en 1967, aunque por estatus noble no le correspondería. Cuando murió su padrastro en 1970 y recibió el título de duquesa de Grafton su título ya estuvo a la altura de su cargo, que jamás abandonó, hasta su muerte, según Tatler. Eso hizo que acompañara a la soberana a viajes por todo el mundo, de Nigeria a Rusia, y que fuera condecorada con distintos títulos, incluido el de Dama.
Con estas pérdidas, Isabel II acrecienta su aislamiento y sensación de soledad, algo a lo que ha contribuido que estos meses ha tenido varios achaques que incluso la han obligado a pasar por el hospital. Por ello, la familia y la corte han decidido que ya no acuda sola a ningún acto oficial; pese a ello, y según las estadísticas de la casa real, la soberana ha atendido nada menos que 184 actos en 2021. Una cifra nada desdeñable, y que supone casi un evento cada dos días. Aunque quien gana por goleada en la familia real británica es su segunda hija, la princesa Ana, que con 387 actos oficiales en 2021 supera incluso al heredero, Carlos, que realizó 385.