La cuarentena fueron, para muchos, los más afortunados, días de informarse constantemente sobre el exterior sin participar en él. Para estos ciudadanos, la vida privada y la pública se alejaron dramáticamente. El mundo estaba paralizado por una pandemia, los hospitales no daban abasto y las estadísticas describían un infierno inmanejable; a la vez, la vida de cada uno era todo lo cómoda que permitiera cada casa. Esta disonancia fue una característica de aquel encierro y lo será de las historias que se cuenten de él, un género que esta semana tendrá un súbito momento de esplendor.
Netflix estrena el martes Hecho en casa, una serie de cortos realizados por cineastas de todo el mundo desde su confinamiento. Pablo Larraín ha coordinado un equipo que incluye a Paolo Sorrentino, Ladj Ly, Gurinder Chadha, Kristen Stewart o Maggie Gyllenhaal. A finales de semana, Amazon Prime Video estrenará Relatos Co-Fi-Na-Dos, algo parecido pero a escala española: estos cinco cortos los firman Juan Diego Botto, en su debut como director, Fernando Colomo o Álvaro Fernández Armero. Ya no hay gran plataforma sin su serie del confinamiento: estos dos títulos se suman a En casa, la serie de cinco mediometrajes que HBO España estrenó el 3 de junio, y a Diarios de la cuarentena, una sitcom de ocho episodios que TVE emitió entre abril y mayo.
El mérito de poner a trabajar a equipos técnicos y artísticos en aquellos días es innegable. Otra cosa es lo que ese trabajo quiera decir. En estas crónicas del coronavirus, todas las series salvo la de TVE cuentan historias sueltas. Y en todos estos capítulos, la clave es cómo responden a esa disonancia entre la casa y el mundo exterior; la relativa comodidad y el indomable infierno. Dónde sitúan los problemas del personaje en ese mundo de miles de muertos diarios y funerales sin público; si eligen ser una obra sobre la pandemia o solo una hecha durante la pandemia. Hay toda una escala de grises: algunos, los que pretenden ser puro entretenimiento, optan por no mencionarla, otros la tocan solo por encima. Los que tienen aspiraciones más serias la incorporan directamente en la trama. Otros aluden a ella recreando aquella atmósfera asfixiante de quien contempla, inmóvil, cómo el mundo cambia radicalmente de un Telediario para otro.
La serie de 17 cortos de Netflix trata directamente de la pandemia o, al menos, de los efectos de la cuarentena en los personajes. Sorrentino usa por actores a unos muñecos del Papa Francisco y la Reina de Inglaterra, e imagina que Isabel se queda atrapada en el Vaticano con el pontífice. Para ambos personajes, el perder la libertad significa ganarla: ya no tienen a nadie que les diga qué tienen que hacer en cada momento. El Papa quiere nadar desnudo, Isabel quiere volver a ver The Crown en Netflix (“solo la primera temporada: era joven entonces”, dice).
Larraín parte de las reflexiones sobre el pasado que todos nos hemos hecho durante el encierro, y las ubica en una videoconferencia entre un viudo envejecido y una antigua amante. La presencia de una enfermera de fondo actúa de solemne recordatorio de la gravedad de la situación (y, al final, de elemento cómico de incalculable valor). Ladj Ly, director de Los Miserables el año pasado, pone un dron a sobrevolar un barrio pobre de París, un enfoque tan austero que hasta resulta lírico y memorable.
La mitad de estos cortos están dirigidos por mujeres, algunas de color. Su mirada, poco habitual en grandes producciones, refresca algunas historias tan conocidas como la de la pareja que se tensa durante la cuarentena, que en esta ocasión dirige Rungano Nyoni (ojo a la aparición de Pedro Sánchez como objeto de deseo de la protagonista). Maggie Gylenhaal explora la sensación de aislamiento y apocalipsis con un corto rayano en la fantasía, sobre un hombre aislado durante el fin del mundo. En un momento dado, le hace el amor a un árbol: es algo bello y conmovedor (el papel del sexo en la cuarentena probablemente merezca una serie aparte, pero en estos capítulos está ausente). Kirsten Stewart, en su debut como directora, hace un ejercicio de estilo apoyado en su increíble interpretación: prácticamente solo hay primeros planos de su cara, la cual carga con todo el peso de la historia.
Los Relatos Con-Fi-Na-Dos de Amazon Prime Video juegan en una liga más parecida al En Casa de HBO España: cuentos de género situados en la pandemia. Calibrar el género con el contexto es aquí el gran desafío y quizá por eso funcionan mejor aquellos que apelan a lado oscuro del espectador. En el primero, Luis Tosar interpreta a un turbio empresario que debe manejar desde su chalet una complicada operación ilegal que le acaba poniendo frente a la policía: posiblemente sea el más efectivo. Álvaro Rico, liberado de los confines (con perdón) de su personaje en Élite, hace de aprendiz de asesino, en un corto que apela al humor macabro, una tecla fundamental para hacer algo ligero durante una pandemia. En el otro extremo, hay una comedia sobre una actriz que debe hacer una audición en los ratos libres que le dejan su marido y su hijo. Su tono puede resultar forzado. Quien no quiera regresar al traumático recuerdo de la cuarentena, sin embargo, lo agradecerá.
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