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Karina Gould (Burlington , Ontario, 1987) se convirtió en la ministra más joven en la historia de Canadá en 2017 cuando asumió la cartera de Instituciones Democráticas. Poco después, fue la primera en tener un hijo durante su mandato. Fue hace tres años, el 8 de marzo. “Me gusta decir que nació feminista”. Gould es ministra de Desarrollo Internacional desde 2019, una materia que no le es ajena. Antes de cursar Ciencias Políticas en la universidad de McGill, se marchó a Puebla, en México, como voluntaria en un orfanato. Además de la experiencia, durante aquel año aprendió español ―idioma en el que se mantiene esta entrevista― y conoció a su marido. Justo antes de licenciarse en 2010, organizó una recaudación de ayuda humanitaria para Haití, que en enero de ese año había sufrido un devastador terremoto, y justo después de concluir la carrera, comenzó a trabajar en la Organización de Estados Americanos, en Washington, como consultora del programa de desarrollo y migraciones.
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Su currículo en la página del Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, destaca que Gould trabajó menos de un año para la Comisión Mexicana de Comercio “antes de anunciar su candidatura en las elecciones de 2015 a la edad de 28 años”. Salió elegida parlamentaria por su Burlington natal, desde donde viaja virtualmente a Colombia para anunciar ayudas a la crisis de refugiados de Venezuela, atiende a los periodistas por videollamada o acude al tradicional desayuno del Día Internacional de la Mujer en su comunidad, pero desde casa y con una tarta de cumpleaños lista para su hijo.
Pregunta. Canadá destinó un 0,29% del PIB en ayuda oficial al desarrollo en 2019, ¿cree que el país podría hacer un mayor esfuerzo presupuestario?
Respuesta. Todavía estamos haciendo los cálculos de 2020, pero agregamos 1.700 millones de dólares extra para responder a la covid-19. Estoy orgullosa porque otros Gobiernos están cortando su ayuda internacional y nosotros, este año lo incrementamos bastante, de hecho. Primero, para proteger los programas que ya estamos desarrollando, pero también aumentamos para responder a la covid.
P. Ahora mismo es el noveno mayor donante de los 29 países del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, ¿le gustaría dejar a Canadá en mejor posición al acabar su mandato?
R. Por supuesto. Como todos los gobiernos en este momento, pasamos por momentos financieros difíciles, pero que mantengamos nuestro presupuesto de ayuda internacional es muy importante para mi. Incrementarlo también y espero que podamos hacerlo.
P. Una de las características que se destaca de la cooperación canadiense es que es feminista, ¿qué significa en la práctica?
R. Es muy importante para nosotros como Gobierno. Lo lanzamos en 2017 y significa que, desde ese año, Canadá es el donante más importante para alcanzar la igualdad de género en el mundo. El 95% de nuestros programas, en solo cuatro años, tiene un enfoque en igualdad de género. Eso quiere decir que estamos promoviendo los derechos de las mujeres, trabajando con ellas individualmente, en grupo, con organizaciones que defienden sus derechos. Tenemos programas muy importantes para garantizar los derechos y servicios de salud sexual y reproductiva, a los que nos comprometimos a destinar la mitad de todo nuestro presupuesto de ayuda internacional en salud. Y también incluimos en cada proyecto de ayuda internacional, desde el inicio, las voces de las mujeres locales para que estén integradas en todo lo que hacemos.
P. ¿Qué es la Feminist Assistance Policy (política de asistencia feminista)?
R. Está basada en que la igualdad de género sea la base de todo lo que hacemos. Tomamos una visión de feminismo inclusivo, para ver cuáles son las estructuras de poder y cómo nos podemos asegurar de que no estamos excluyendo a grupos marginalizados. Obvio, a las mujeres, pero tampoco a la comunidad LGTBI, las poblaciones afrodescendientes en las Américas o indígenas. Se trata de interseccionar el feminismo. Y realmente tratar de trabajar con las poblaciones locales, que ellas nos informen de cuáles son sus necesidades y cómo podemos caminar a su lado para proveerlas de apoyo para que ellas mismas puedan defender y ejercer sus derechos.
P. Recientemente han anunciado que destinarán 19,6 millones de euros de ayuda a Colombia, con especial foco en los refugiados venezolanos, ¿por qué atender concretamente esta crisis?
R. Es una de las crisis más grandes en el mundo en este momento. Tengo que reconocer el liderazgo en España, que organizó la primera conferencia de donantes para esta emergencia. Y Canadá va a celebrar la segunda este junio. Si las tendencias siguen como hasta ahora, a final de año va a ser la crisis migratoria más grande del mundo. Y no recibe tanta atención como otras porque muchos de los migrantes se están integrando en países vecinos de Venezuela, como Colombia, Perú, Trinidad y otros de la región. Los están recibiendo y dando la bienvenida, pero también suponen una presión para los sistemas de salud, de educación y de servicios sociales en economías que todavía están afectadas por la pandemia. Queremos apoyar a los Gobiernos que acogen a esos migrantes de manera bastante generosa.
P. ¿También esta ayuda tendrá una perspectiva de género?
R. Sí, muy grande. Encontramos que muchas de las familias están encabezadas por mujeres y van con sus hijos por vías bastantes peligrosas; cruzando fronteras, se enfrentan a violencia sexual y de género. Y apoyamos que las supervivientes de violencia sexual tengan acceso a servicios de salud y apoyo psicosocial, lo que necesiten para lidiar con el trauma que han vivido. Hice una visita virtual a Colombia y hablé con líderes de la sociedad civil sobre este tema, la violencia que experimentan las mujeres migrantes y las que viven en zonas rurales. Por grupos armados, pero también doméstica e intrafamiliar que está creciendo debido a la pandemia. Incluidas las niñas. Me contaron historias de violencia sexual espantosas con niñas que una nunca quiere escuchar. Queremos asegurarnos de que proveemos servicios de protección, acceso a la salud y la justicia.
Sabemos que la mortalidad de mujeres que han intentado un aborto ilegal es altísima
P. En este sentido, ¿cuál es la posición canadiense respecto al aborto?
R. En Canadá es legal y como país donante, anunciamos en 2016, el primer año que estuvimos en el gobierno, que íbamos a apoyar con 650 millones de dólares (432 millones de euros) el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluido el aborto, siempre y cuando sea legal. Pero también el acceso a los servicios de salud posaborto porque sabemos que la mortalidad de mujeres que han intentado un aborto ilegal es altísima. Decir que el aborto no es legal no previene de que una mujer desesperada no lo vaya a buscar. Para nosotros es importante asegurar que la mujer toma la decisión de someterse a una interrupción del embarazo cuando es legal, pero cuando no lo sea, que tenga acceso a los cuidados que necesite.
P. La gran crisis de nuestro tiempo es la pandemia. Canadá ha apoyado el Access to COVID-19 Tools (ACT) Accelerator (el acelerador de acceso a herramientas contra la covid-19) con 625 millones de euros hasta la fecha. ¿Por qué han optado por una respuesta a través de este mecanismo?
R. La pandemia es un problema global que requiere de soluciones globales. La única manera de acabar con la covid es con una respuesta multilateral. Desde el principio hemos apoyado el ACT-Accelerator y COVAX. Fuimos el primer donante de COVAX y hasta muy recientemente el segundo mayor donante, pero damos la bienvenida a que Estados Unidos aumente su aportación y a cualquier otro país que quiera incrementarla. Sabemos que hasta que todo el mundo no esté seguro frente a la covid, nadie lo estará.
P. Sin embargo, Canadá es señalado por organizaciones de la sociedad civil como ejemplo de país acaparador de vacunas al tener apalabradas dosis para inmunizar hasta cinco veces su población. ¿Cuál es su respuesta a estas afirmaciones?
R. No estoy de acuerdo con este análisis. COVAX es justamente el vehículo para asegurarnos de que estamos comprándolas para todo el mundo y lo estamos apoyando. Al mismo tiempo, Canadá ha cerrado acuerdos con diferentes productores, pero eso no significa que tengamos todas ya en el país. Estamos casi al mismo nivel de cantidad que Europa, porque esas vacunas tienen que ser fabricadas, no es que estén en Canadá. De algunas hemos visto que, con Sanofi por ejemplo, el acuerdo no va a avanzar porque dejaron la vacuna. Sí, hicimos tratados con diferentes productores para asegurarnos de que vamos a poder comprar y recibirlas para los canadienses, pero no significa que tengamos un armario lleno de dosis que no estamos usando. Creemos en la equidad de acceso y distribución. Por eso apoyamos COVAX.
Estamos muy abiertos a mantener conversaciones para ver cómo podemos asegurar que lo que decidimos como mundo va a realmente a garantizar un incremento de producción de las vacunas
P. India y Sudáfrica están promoviendo en la Organización Mundial de Comercio que se liberen las patentes de las vacunas, aunque no depende de su ministerio, ¿cuál es su postura?
R. Es Comercio Exterior el ministerio que lidia con este tema. Estamos muy abiertos a mantener conversaciones para ver cómo podemos asegurar que lo que decidimos como mundo va a realmente a garantizar un incremento de producción. Al final, eso es lo que queremos: una mayor producción porque sabemos que en este momento hay una cantidad de vacunas limitada.
P. ¿Qué objetivo le gustaría dejar cumplido al final de su mandato?
R. Obvio, tener una respuesta equitativa a la covid-19 porque es la crisis del momento. Pero mirando más a largo plazo, mi deseo sería una respuesta mayor al cambio climático y a la crisis de biodiversidad. Este es un año importante y espero que aprendamos del éxito de COVAX y la necesidad de tener una respuesta multilateral para la covid y aplicarlo al cambio climático, porque no es un desafío que un país pueda afrontar solo.
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