Enrico Letta (Pisa, 54 años) corregía exámenes en París, donde era decano de Asuntos Internacionales en la prestigiosa Sciences Po, cuando comenzó a sonar el teléfono. El Partido Democrático (PD), la formación donde se crio políticamente y que más alegrías y sinsabores le había dado, estaba sumida en enero en un nuevo proceso de autodestrucción y necesitaba un nuevo secretario general. Letta, un político refinado, alejado del tipo de comunicación actual, tenía todavía el recuerdo de 2014. Matteo Renzi, jaleado por gran parte del partido, le descabalgó de la presidencia del Consejo de Ministros sin otro argumento que el de ocupar su sitio. Hoy el florentino tiene una formación a su mayor gloria que no alcanza el 3% en los sondeos. Letta, que hasta hace un mes se había retirado de la política, se ha propuesto pasar página de aquella historia y reflotar a la izquierda.
Pregunta. Una parte importante de su partido le traicionó en 2014. ¿Cómo ha sido emocionalmente el regreso y cuál ha sido el motivo?
Respuesta. He vuelto porque hay un clima de reconstrucción en Italia. Un ambiente parecido al que me contaban mis abuelos sobre la época posterior a la Segunda Guerra Mundial. Un periodo donde debes estar. Es el momento en el que el país volverá a comenzar. Ayudó a convencerme la llegada de [el primer ministro, Mario] Draghi, que es una gran apuesta y representa a alguien que también ha decidido trabajar por su país. Y el tercero, fue el hecho de que el PD estaba implosionando. Nos arriesgábamos a generar un desequilibrio en el Gobierno y pensé que podía ser útil a mi país.
P. Cuatro partidos de la coalición de Gobierno están liderados por ex primeros ministros. Giuseppe Conte (Movimiento 5 Estrellas), Silvio Berlusconi (Forza Italia), Matteo Renzi (Italia Viva) y usted. ¿No hay relevo para los cuadros dirigentes de los partidos?
R. Es algo muy extraño, pero es hijo de una anomalía italiana. Nuestra democracia está enferma. No es posible que en 10 años hayamos tenido siete Gobiernos y seis primeros ministros. En España solo han estado [Mariano] Rajoy y [Pedro] Sánchez; en Alemania, [Angela] Merkel, y en Holanda, [Mark] Rutte. Aquí la categoría de ex primeros ministros está inflada. Es un problema serio. Y más, solo en esta legislatura ha habido 200 casos de transfuguismo en el Parlamento. Y ahí está también esta enfermedad.
“El futuro de Europa depende de cómo inviertan los fondos Italia y España”
P. ¿Dónde sitúa el origen de esta patología?
R. Hay un problema de reglas internas que desearía cambiar y aplicar las del Parlamento Europeo. En Europa si no estás en un grupo que no se ha presentado a las elecciones, terminas en el grupo de los “no inscritos”. Es un purgatorio, no es un lugar cómodo porque puedes hacer menos. En Italia, en cambio, pasas al Grupo Mixto y tienes la posibilidad de crear grupos aunque no te hayas presentado a las elecciones. El Grupo Mixto es un paraíso donde los tránsfugas tienen mayor visibilidad, mayores recursos financieros y no tiene las ataduras de un grupo parlamentario. ¡Es hoy el segundo grupo en el Parlamento!
P. El otro día se vio con Renzi, el hombre que le apuñaló cuando usted era primer ministro, después de…
R. Siete años.
P. ¿Y cómo fue?
R. Bueno, fue un encuentro entre dos personas adultas, como diría [Yanis] Varoufakis. Pero fue bien.
P. En 2018, con Renzi a la cabeza, el PD sacó su peor resultado. Desde entonces no ha dejado de caer y la derecha se consolida en los sondeos. ¿Qué se hizo mal?
R. Aquella fue la peor derrota de la historia de la izquierda italiana, y todavía lo pagamos. Hay que reconstruirla desde la base de los valores, programas y comportamientos internos basados en el respeto. Yo he empezado con la cuestión de género.
P. El PD solo puso ministros hombres en el Consejo…
R. Sí, pero yo quiero abrir un debate porque en Italia no se da espacio a las mujeres. Y eso debe ser parte de la reconstrucción.
“Salvini tiene que decidir si estar en el Gobierno o en la oposición”
P. El europeísmo que usted reivindica no está muy en forma.
R. Hoy el europeísmo son los fondos del Next Generation EU. Es una revolución solidaria. No ha habido un momento más importante. Y el futuro de Europa depende de Italia y España, de convertir en permanente ese instrumento. Es decir, que no se aplique solo con la pandemia. Medidas como el bono y la imposición sobre los gigantes tecnológicos deben ser permanentes. Y para eso hay una única condición: que Italia y España usen bien el dinero. Ambos países recibirán la mitad de todos los fondos. Así que si lo hacen bien, se podrá convencer a los 27 de convertir en permanente esta revolucionaria idea. Si fracasan, Europa volverá a ser la de 2019 y será difícil tener financiación para los avances sociales.
P. Pero Draghi, a diferencia de Conte, parece apuntar más hacia el eje franco-alemán.
R. No es así. Y la demostración es que está contemplando ir a España el 18 de junio para el Foro de Diálogo Italia-España y para una cumbre bilateral. Es fundamental. Además, Italia y España deben dar juntos la batalla por el nuevo pacto de estabilidad y poner en el centro la Europa social.
P. El anterior secretario del PD, Nicola Zingaretti, se fue harto de las luchas internas. ¿Qué se ha encontrado?
R. Acudieron a mí porque las divisiones eran tan fuertes que hacía falta, como se dice en Italia, un Papa extranjero. Un poco como cuando se eligió a [Karol] Wojtyla para calmar las luchas que había entre cardenales italianos. El partido necesita poner a mujeres y jóvenes en primera fila. Y eso es lo que estoy haciendo.
P. ¿El PD deberá aliarse con el Movimiento 5 Estrellas (M5S) para frenar a la derecha?
R. En las elecciones de 2023 hay que formar una alianza con el M5S de Conte. Las elecciones locales de octubre serán un primer test. Con algunas salvedades, como la alcaldía de Roma, donde ellos quieren mantener a su candidata y nosotros queremos nuestro propio candidato.
P. ¿Virginia Raggi [actual alcaldesa] seguirá?
R. Me parece que ella legítimamente quiere repetir. Pero en las próximas semanas tendremos a nuestro candidato. En algunos lugares lo haremos con primarias.
“El Partido Democrático estaba implosionando cuando me llamaron”
P. ¿Carlo Calenda, uno de los últimos escindidos del PD, puede ser el candidato unitario?
R. No creo, el PD legítimamente quiere su propio candidato y celebrará unas primarias para todo el centroizquierda. Y parece que Calenda no está dispuesto a participar.
P. Conte dice que el nuevo M5S será moderado, progresista, liberal… ¿Eso no era el PD?
R. Es verdad, existirá un problema si nos solapamos. Pero ya en el estatuto que está escribiendo Conte se dice que el M5S no es ni de derechas ni de izquierdas. Y eso ya es una diferencia fuerte. Ellos tienen que mantener su espíritu original, de rebelión. Pero es importante que no nos solapemos, sería muy negativo. Soy optimista, porque conozco a Conte, le tengo estima y podemos hacer un buen trabajo.
P. ¿Qué hará para convencer al votante que se fue a M5S?
R. Perdimos votos de gente que nos consideró incoherentes. Y eso es un trabajo que necesita tiempo. Por eso nuestro interés es que el Gobierno de Draghi agote la legislatura. Yo necesito dos años para reconstruir el partido y para posicionarlo. Partimos del desastre de 2018.
P. Draghi llamó dictador a Erdogan. ¿Lo comparte?
R. Erdogan es un peligroso autócrata. Y Draghi quiso marcar una fuerte distancia en un momento en el cual había pasado todo lo del sofá con Ursula von der Leyen. Fue duro, y lo entiendo.
P. Ya hay divisiones en el Gobierno. Salvini pide la cabeza del ministro de Sanidad.
R. Salvini está bajando en todos los sondeos desde que entró en el Gobierno y empezó a bombardearlo. No creo que su estrategia funcione. Pero tiene que decidir si estar en el Ejecutivo o en la oposición. Si está en el Gobierno no lo puede torpedear por miedo al crecimiento de Giorgia Meloni [su socia y rival en la coalición de derechas].
P. ¿Cree que se puede llegar a una ruptura?
R. Es su método. Pero Salvini sabe que ahora haría un daño enorme al país y a sí mismo con una ruptura. Y con sus ministros trabajamos bien. El clima dentro del Ejecutivo es bueno.
P. En febrero de 2022 debe elegirse al nuevo presidente de la República. ¿Draghi sería un buen sucesor de Mattarella?
R. [Sonríe] Lo hablaremos cuando llegue el momento. Febrero está lejos todavía.
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