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La doble condena de Abisaí Pérez, un activista en un “infierno ambiental”


Abisaí Pérez Romero, estudiante de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) asesinado en febrero.RR SS

La mirada desafiante y la cámara siempre colgada al cuello, Abisaí Pérez Romero compaginaba dos de las actividades más peligrosas en México: el periodismo y la defensa del medio ambiente. El joven de 27 años, cuyo cuerpo fue encontrado sin vida en un camino vecinal del municipio de Tula, Hidalgo, el pasado 14 de febrero, había puesto la mirada sobre los distintos delitos ambientales que se estaban cometiendo en la región céntrica de México, en el valle del Mezquital.

“Le seguía la pista a conflictos con muchos intereses detrás”, apunta Hernán Correa, su profesor en Estudios Sociales e Históricos en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). El docente es una de las voces que se han sumado a un comunicado lanzado desde la universidad para que se investigue el caso de Abisaí como un delito contra la libertad de expresión. “Se trata de una zona muy contaminada donde se teje una compleja realidad ligada al crimen organizado y otras estructuras violentas”, añade el profesor. Según las autoridades estatales, el periodista habría sufrido un accidente en bicicleta.

Con 54 vidas arrebatadas, México fue el país con más defensores ambientales asesinados en el 2022 en América Latina. El joven participaba en un atlas de justicia ambiental. Un proyecto de colaboración entre la facultad mexicana y la Universidad Autónoma de Barcelona que identifica distintos conflictos socioambientales en todo el mundo. Había enfocado las investigaciones de su tesis alrededor de Tula, designada en el 2006 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como la ciudad más contaminada del mundo, y de donde él era originario.

“Aquí se produce energía sucia”, una frase proyectada por Greenpeace durante una protesta contra la planta de la CFE en Tula, en 2020.GREENPEACE MEXICO (Reuters)

Abisaí estaba trazando cada vez con más exactitud las coordenadas de los tantos entramados ambientales entrecruzados: el aire putrefacto, el agua intoxicada, sus efectos en la salud de los vecinos. También había señalado las dinámicas corruptas asentadas en la zona. “Había identificado a distintos actores de los conflictos, poniendo el dedo sobre los responsables”, explica Correa.

Denuncias incómodas

El activista había denunciado los estragos ocasionados en la población del Valle del Mezquital por la construcción del Túnel Emisor Oriente (TEO). Este megaproyecto, que comenzó a operar en el 2020, se construyó con el objetivo de dar mayor flexibilidad a la operación del sistema de drenaje del Valle de México y permitir un mejor mantenimiento. También para evitar una inundación catastrófica en caso de que el gran canal del desagüe llegara un día a colapsar.

Irónicamente, la construcción hidráulica provocó lo que pretendía prevenir cuando, durante la madrugada del 6 al 7 de septiembre del 2021, las aguas del río Tula se desbordaron, reventaron las coladeras y la corriente se llevó por delante la ciudad entera. Más de 10.000 habitantes fueron desalojados por el desastre, 16 vidas se perdieron. Ninguna de las víctimas obtuvo justicia.

Vista de la ciudad de Tula inundada por el río desbordado, en septiembre de 2021.Monica Gonzalez

El estudiante y reportero responsabilizó de la tragedia a la situación de abandono del río Tula y a la discriminación territorial que ejercían los operadores del sistema de drenajes. ”Estaba haciendo un trabajo increíble por visibilizar el problema”, cuenta María del Rosario López Guerrero, responsable del Laboratorio de Investigación Educativa de la UACM y directora de la tesis del periodista.

“Era un magnífico estudiante y en el camino de beneficiar a tantos su vida se torció”, lamenta la profesora con la voz afligida al otro del teléfono. Tras la noticia de su muerte, cuenta López que se puso a revisar los correos intercambiados con él. “Me han hecho reflexionar mucho, pensar si le faltó un acompañamiento. A lo mejor tenía que haber hablado con él de los límites del trabajo que estaba haciendo, de los cuidados que hay que tener en un país permeado por la cultura del no hagas, no intervengas, no pienses, porque si no pones tu vida en riesgo”, declara la docente, a quien se le entrecortan las palabras.

Un infierno ambiental documentado

El Túnel Emisor Oriente no era el único entramado que Abisaí rastreaba. También había señalado los efectos nocivos derivados de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Atotonilco, construida en uno de “los infiernos ambientales de México” según el propio ex secretario de Semarnat, Víctor Manuel Toledo. Erigida durante la anterior administración federal, esta planta se planteó como una posible solución a las bajas tasas de tratamiento de aguas residuales en la cuenca del valle de México. “Pero, lejos de dar soluciones sostenibles, la obra generó desde el principio más problemas ambientales de los que resolvía”, señala Andrés F. Keiman, profesor de promoción de la Salud de la misma universidad.

Un trabajador en las instalaciones del Túnel Emisor Oriente (TEO) durante su construcción en 2019.Juan Pablo Zamora Pérez (Cuartoscuro)

A pocos kilómetros de la planta tratadora de agua, el Comité de Defensa Ambiental de Atitalaquia, al que también se vinculó el periodista, había denunciado el vertido de excrementos en la comunidad de Dendhó. Con marchas pacíficas, el colectivo solicitaba una inspección para mostrar las irregularidades del vertedero, exigiendo dejar de ser el patio trasero de la capital. En la madrugada del lunes 20 de junio de 2022, una decena de sujetos irrumpieron en el campamento, golpearon a los activistas con tubos y ejecutaron con arma de fuego a Jesús Bañuelos, conocido como “Chuy”.

A día de hoy no hay un solo detenido por este crimen, que apunta a una trama de irregularidades para conservar un negocio millonario. Aquel contra el que se rebeló el reportero. “Desde la universidad solicitamos que la Fiscalía no dé carpetazo a la investigación y trabaje para que se aclaren los hechos. Que la pérdida de Abisaí, fuera o no un accidente, no quede en el olvido, como pasa con tantos activistas ambientales que pierden la vida en territorio mexicano”, expone Keiman. “Abisaí quería convertirse en un gran documentalista y truncaron sus sueños”, expresa Correa. El profesor ha decidido asumir el testimonio legado por su alumno. “Su trabajo tiene que ser continuado para ser honrado. No se me ocurre mejor forma de rescatar esa memoria, seguir defendiendo su amor por la madre tierra”

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