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La economía de Ecuador, un dolor para el futuro presidente

Manifestantes participan en una protesta contra las medidas económicas tomadas por el Gobierno de Ecuador en reacción a la pandemia en Quito, el pasado 22 de octubre.STRINGER / Reuters

El próximo presidente de Ecuador, quien pudiera ser electo en una primera ronda de votos el domingo, heredará una doble crisis económica: la detonada por la pandemia y la ocasionada por el derroche de Gobiernos anteriores. Cuando la crisis de la covid-19 pegó el año pasado, Ecuador estaba ya en recesión y el Gobierno iniciaba un muy necesario ajuste al gasto público. Ante la caída en la demanda del petróleo a nivel mundial, los réditos de la exportación no alcanzan para llenar el creciente hueco fiscal. Y es que, en un país que recurrió a la dolarización a manera de disciplina monetaria, las herramientas para redirigir la economía son limitadas.

Aunado a las casi 15.000 muertes ocasionadas por el coronavirus y miles más infectados, Ecuador sufre de una masiva pérdida de empleos y un preocupante incremento en la pobreza. Los datos más recientes apuntan a que el producto interno bruto (PIB) del país cayó 8,8% en el tercer trimestre de 2020, en comparación con el mismo el año anterior. Se espera que la caída anual sea cercana al 9%, de acuerdo con el banco central.

Durante 2020, el presidente Lenín Moreno liquidó empresas paraestatales y cortó el gasto, lo cual fue un descalabro para una economía en la que el aparato estatal se ha vuelto una importante fuente de empleo y de estímulo para el crecimiento. El Gobierno se ha vuelto dependiente de la deuda para poder financiar sus necesidades y Moreno tuvo que, en plena pandemia, negociar nuevos plazos para pagar a sus inversores los 17.400 millones de dólares que debe.

“Está en pleno ajuste de una economía desajustada, desequilibrada y ya está el país en recesión cuando llega la pandemia, lo cual hace que tengamos dos golpes al mismo tiempo”, dice Vicente Albornoz, Decano de Economía y Administración de la Universidad de las Américas (UDLA) en Quito. “Es como tener una comorbilidad, como tener dos enfermedades al mismo tiempo, enfermedades que tendrá que enfrentar el próximo Gobierno. El tema covid será pasajero, el otro tema se queda y con el tiempo se agrava cada vez más”, agrega.

Albornoz asegura que para entender la herencia económica que dejará Moreno a la próxima Administración, es necesario entender lo que ocurrió en el país entre 2006 y 2014, cuando los precios del petróleo a nivel internacional rondaban los 100 dólares por barril. Los ingresos del Gobierno, responsable de la mayoría de la explotación petrolera, eran “espectaculares”, recuerda el economista, y en lugar de ahorrar se gastó tanto que se hinchó el aparato de gobierno, se detonó una inflación del 45% y se pasaron reformas laborales para proteger las garantías y los sueldos de los ecuatorianos, que le restaron competencia a la economía en comparación con sus pares en la región.

A partir de 2015, los precios del petróleo comienzan a bajar y el Gobierno comienza a endeudarse para seguir gastando como venía haciendo. A diferencia de países que emiten su propia moneda, Ecuador usa el dólar, cuya política monetaria cae en manos de la Reserva Federal de los Estados Unidos. La decisión se tomó desde 2000, con la intención de evitar los altos incrementos en inflación del pasado. Dolarizar una economía, sin embargo, no permite a las autoridades devaluar su moneda para aligerar la carga de deuda e, incluso, bajar el costo de vida. Ecuador depende, por lo tanto, de deuda externa en dólares, para financiarse. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que el déficit fiscal alcanzó el año pasado el 9% del PIB, es decir 8.800 millones de dólares. Esto representa un deterioro de 6,3% comparado con el déficit registrado en 2019.

Ante la caída de la economía por la pandemia, el Gobierno se vio obligado a reestructurar su deuda con bonistas privados, lo cual le cerró el acceso a los mercados de capitales. Moreno buscó un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) el cual le otorgó financiamiento por 6.500 millones de dólares para hacerle frente a la pandemia.

“Les están permitiendo pedir prestado una cantidad excepcional de dinero para reducir el impacto de esta crisis, tanto el social como el shock económico y el estrés presupuestario que impactan la economía”, dice Siobhan Morden, directora gerente y analista para América Latina de la firma Amherst Pierpoint Securities, desde Nueva York. “Porque si no lo hace, si no reciben suficientes dólares porque los precios del petróleo son más bajos y hay un shock en la balanza de pagos, su economía no puede crecer. No tiene dólares para pagar a sus empleados públicos ni para gastar y se convierte en un círculo vicioso”, explica la especialista.

Moreno también, durante su mandato de cuatro años, hizo esfuerzos por diversificar su matriz económica, impulsando la minería como fuente de ingresos y a través de asociaciones público-privadas. Sus esfuerzos se enfrentaron con resistencia de comunidades indígenas locales. En Ecuador, el salario mínimo mensual por ley es de 400 dólares al mes, el cual fue definido para asegurar un ingreso digno. Sin embargo, relativo a sus países vecinos en la región Latinoamericana, resulta poco atractivo para las empresas empleadoras, dice Albornoz, de la UDLA.

Tanto Albornoz como Morden coinciden en que el próximo presidente decepcionará a sus electores, ya que los candidatos han prometido reducir el déficit sin limitar el gasto ni subir impuestos, lo cual, dicen, no es sostenible. “El gran reto es completar esa desintoxicación, reubicar al Ecuador”, dice Albornoz, al teléfono, ”tuvimos una fiesta espectacular, la economía ecuatoriana tuvo unos años espectaculares entre 2006 y 2014 y ahora estamos pagando la resaca, una resaca muy larga”.

La reactivación económica a nivel mundial, agrega el experto, representa una oportunidad para que el país haga más atractivo su mercado laboral y aproveche inversiones del extranjero, pero esto no sucederá sin reformas que pudieran resultar poco populares. “El mundo nos va a dar oportunidades, ahora con la recuperación, el mundo va a querer ir a las Islas Galápagos, por ejemplo, van a querer comprar bananos, cacao, flores, café ecuatoriano, pero si es demasiado caro, eso no va a suceder”, apunta Albornoz, “si no somos capaces de reaccionar ante esto, no vamos a aprovechar la reactivación mundial”.


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