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La economía de EE UU sufre en 2020 la mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial

Una mujer pide que se amplíe la ayuda al desempleo, durante una protesta en Las Vegas (EE UU) en agosto de 2020.BRIDGET BENNETT / AFP

Al pronóstico sombrío de la Reserva Federal de EE UU sobre la ralentización de la recuperación económica, hecho público ayer, se suma este jueves el dato anual del PIB en 2020, con el peor resultado registrado desde 1946, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial: una contracción del 3,5% de la economía por el impacto de la crisis de la covid-19, según una estimación preliminar del Departamento de Comercio. La pandemia como sinónimo de recesión; el PIB como barómetro de una devastación sin precedentes en tiempos de paz.

Después de entrar en recesión en febrero de 2020, tras 128 meses de crecimiento, en el cuarto trimestre del año pasado la economía experimentó una recuperación con un crecimiento del 4%, según el indicador anualizado que se emplea en Estados Unidos. La cifra, no obstante, es inferior a la prevista por los analistas, que esperaban un crecimiento del 4,4%. Si se tiene en cuenta el indicador que utilizan otros países, el crecimiento entre octubre y diciembre fue del 1%. La pérdida de empleo —diez millones menos de puestos de trabajo y una tasa de paro del 6,7%—, el cierre masivo de pequeñas empresas y una desigualdad rampante son los rasgos distintivos de un año en el que los pronósticos se empañaban a medida que se cernían sobre el país dos nuevas oleadas del coronavirus.

El Departamento de Comercio subraya que la caída del PIB en 2020 refleja contracciones en el gasto de los hogares, las exportaciones, la inversión privada no residencial y una reducción en el gasto de las Administraciones locales y estatales, en parte compensadas por aumentos de las partidas del Gobierno federal. Las exportaciones cayeron el 13% el año pasado y el consumo personal se redujo un 3,9%. Estos datos preliminares serán revisados en una nueva evaluación el 25 de febrero.

Es la primera vez que el crecimiento anual se contrae desde 2009, en la Gran Recesión, cuando la economía se redujo un 2,5%. Nada que ver, cierto, con la reducción de 1946, que fue del 11,6% a causa de la desmovilización que siguió a la contienda bélica. En cualquier caso, el comportamiento de la economía en 2020 ha estado marcado por los altibajos, del desplome de la primavera, coincidente con la primera oleada de la pandemia, al rebote del verano, con un crecimiento del 7,4% que coincidió con la reapertura de la actividad económica, y la desaceleración del último trimestre de la que alertaba este miércoles la Reserva Federal, por efecto directo de la segunda y tercera olas de la crisis sanitaria.

Con el virus aún fuera de control en buena parte del país, los economistas prevén que el crecimiento de la economía siga siendo negativo en el primer trimestre de este año, antes de un eventual repunte para el verano, a medida que los estímulos del Gobierno de Joe Biden, que ha prometido ayudas por valor de 1,9 billones de dólares, y el ritmo de vacunación se generalicen y lleguen a una mayoría de estadounidenses. Según la nueva Administración, en verano se habrá alcanzado la inmunidad colectiva. También se notará en las ayudas directas a hogares y pymes, tras los dos programas de estímulos aprobados en 2020. Los beneficios del primero se agotaron precisamente en el último trimestre del año pasado, mientras que, según ha denunciado la Administración de Biden, buena parte de las ayudas del último no habían llegado aún a sus beneficiarios cuando se produjo el relevo en la Casa Blanca, la tercera semana de enero.

La retracción del consumo en el último trimestre de 2020, a consecuencia del virus y del retraso en la aprobación del último plan de ayudas por el Congreso, ha empañado el buen comportamiento de los únicos sectores que han arrojado datos positivos, el manufacturero y el de la construcción. El sector más afectado por la pandemia y los consecuentes cierres parciales o totales de actividad ha sido el de los servicios, y especialmente los trabajadores más precarios (en su mayoría, mujeres y miembros de comunidades como la latina y la afroamericana).


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