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La economía del ‘donut’ llega a Barcelona


El pasado 29 de julio llegamos al límite anual de la capacidad de la tierra para soportar la carga que le generamos la especie humana. El jueves 29 de julio fue el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra (Earth Overshoot Day) del año 2021. Desde ahora hasta que acaba el año ya estamos viviendo a costa de las futuras generaciones que deberán sufrir nuestros actos. Este es un cálculo desarrollado por la red Global Footprint Network. Se trata de un cálculo global y si lo miramos por países nos encontraremos que Qatar agota el año el 9 de febrero; Luxemburgo, el 15; Estados Unidos, el 14 de marzo, igual que Canadá; España, el 25 de mayo. En 2010, la fecha global llegaba un mes más tarde y en 1990 el 7 de diciembre. Este tipo de cálculos hace años que se llevan a cabo y se divulgan, con diferentes objetivos. Necesitamos analizar lo que hacemos para poder cambiarlo. Necesitamos divulgar y concienciar. Estas cifras son muy alarmantes. Se llega a establecer que necesitaríamos dos planetas y medio más si todo el mundo viviera como se hace en España. Serían 5 si lo hiciéramos como Estados Unidos.

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El mismo Día de la Sobrecapacidad de la Tierra, el Ayuntamiento de Barcelona hizo un anuncio: analizará la realidad de la ciudad desde la propuesta de la economía del donut. La rueda de prensa no pareció generar demasiada atención, se pudo seguir en directo en Youtube y se cerró sin preguntas. Pero la economía del donut se fundamenta en un cambio sustancial en los pilares y las ideas dominantes de la economía y del pensar nuestras sociedades. La economía del donut nos enfrenta a qué significa la prosperidad en el siglo XXI.

En las jornadas del Círculo de Economía desarrolladas en junio, y marcadas mediáticamente por los indultos, la alcaldesa Colau ya quiso dejar claro que la economía debe ser sostenible para poder considerarse progreso. Hay consenso científico sobre la crisis ecológica que vivimos, pero no lo hay en el mundo económico sobre la sostenibilidad. Hay tan poco consenso que en la mayoría de las facultades de Economía, sus estudiantes salen sin haber estudiado nada relacionado. Hay contadas excepciones, una de ellas Enric Tello y su grupo de la Universitat de Barcelona, que ha impulsado el proyecto que se desarrollará desde Barcelona.

Kate Raworth, economista, profesora de la Universidad de Oxford, vinculada a Oxfam, al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, está detrás de la propuesta de la economía del donut, traducida en castellano su obra como Economía Rosquilla (Paidós 2018). Una autora y unas ideas que no han dejado de crecer en los últimos años y que conectan con un nuevo sentido común que está en construcción, aunque todavía domine el anterior. La economía del donut tiene una propuesta muy clara: la prosperidad en el siglo XXI pasa por satisfacer las necesidades sociales dentro de los límites ecológicos y eso tiene muy poco que ver con la idea del crecimiento económico que ha dominado y domina. No podemos superar, como estamos haciendo, los límites ecológicos (cambio climático, contaminación, acidificación de los océanos…) y tampoco podemos incumplir las necesidades de la población de nuestras sociedades (alimento, salud, educación, renta y trabajo, vivienda, igualdad de género, igualdad social…). De ahí la idea del donut. El donut saludable es el objetivo, necesitamos que nuestras sociedades no caigan por el agujero central al no poder satisfacer sus necesidades y no pueden desbordarse superando el límite exterior del donut como estamos haciendo y llegando a la crisis ecológica.

Está por ver lo que puede surgir de este acuerdo y de este proyecto que implica al Ayuntamiento de Barcelona, al grupo de Tello y al Doughnut Economics Action Lab de Raworth. El objetivo es que Barcelona, como ya ha hecho recientemente Ámsterdam, analice dónde está la ciudad en lo que se refiere a sus déficits sociales y a los límites planetarios. Hay que diagnosticar el donut de Barcelona, en qué caemos por el agujero central y en qué estamos desbordando los límites. El trabajo desarrollado y los resultados obtenidos tendrían que ponerse al servicio de la ciudad para definir colectivamente los escenarios que permitan avanzar en una prosperidad que no puede existir sin unir las necesidades sociales y ecológicas. Algo que no se ha hecho hasta ahora, en esta ciudad y en ninguna otra. No hay progreso, ni crecimiento, que no lleve a la satisfacción de las necesidades de la vida en el planeta.


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