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La economía española está un 12% por debajo de su actividad precovid

Viandantes por el casco antiguo de la ciudad de Salamanca durante la pandemia.Eduardo Briones / Europa Press

La economía española ya está trazando un rebote tras los meses de confinamiento. Es imposible empeorar un segundo trimestre en el que se cerró casi todo y el PIB se hundió un 18,5%. Lo mínimo que esperan los analistas es que el crecimiento entre julio y septiembre alcance dos dígitos. Cualquier cosa por debajo tendría una lectura muy negativa. Según cálculos del BBVA tomando los datos más actualizados, la actividad todavía se encuentra un 12,3% por debajo de su nivel prepandemia. Sin embargo, empiezan a albergarse dudas sobre el vigor que va a exhibir esta recuperación en medio de los rebrotes del virus.

El BCE ya pronosticó que el paro seguirá aumentando en otoño y no tocará techo hasta 2021. Los índices PMI, elaborados con encuestas de gestores y que suelen predecir con acierto la evolución de la economía, señalaban en la zona euro una pérdida de impulso en un agosto marcado por el aumento de casos y restricciones, la debilidad de la demanda y la reducción de plantillas. De confirmarse una desaceleración europea, España también se vería afectada. Ya se perfila como una de las economías más golpeadas.

En la primera mitad del año el confinamiento provocó que el PIB cayese un 22,74%. Con los datos más recientes del tercer trimestre, la economía española estaría recuperando un 45% de la actividad perdida. La afiliación a la Seguridad Social parece que se está recuperando dentro del desastre de tener todavía unos 670.000 empleos destruidos respecto a mediados de marzo y algo menos de un millón de trabajadores en ERTE. Y la reincorporación de los trabajadores del ERTE ha ido bien, aunque en los últimos datos se observa una cierta ralentización. “Todo dependerá de si esta segunda oleada de la pandemia acaba dando lugar a restricciones de la movilidad que afectan a la producción y la demanda”, explica Rafael Doménech, economista de BBVA.

Entretanto, distintos indicadores actualizados apuntan que la economía estaría en torno al 88% de su nivel de producción anterior al coronavirus. Por ejemplo, según datos de CLH, el consumo de combustibles se sitúa un 11% por debajo. Y probablemente la caída real del transporte sea algo mayor porque más gente opta por el coche descartando, por ejemplo, el tren. Según Google, el transporte público se halla un 36% más bajo que antes de la pandemia.

Con las pernoctaciones de julio, el turismo internacional está en torno al -85% y el nacional en el -50%. Y agosto no va a ser mejor tras la proliferación de rebrotes y las restricciones a los viajes a España. “Un indicador adelantado serían las reservas de apartamentos turísticos a corto plazo, que a finales de julio empezaron a recuperarse de una caída del -100% al -15%. Pero en agosto han vuelto a ceder y se desploman un -30%, sobre todo en Madrid. Solo se salva con cifras en positivo Asturias”, explica Pedro Antonio Merino, economista jefe de Repsol. Las cifras de viajeros de Aena también han vuelto a caer desde que el Reino Unido anunció la cuarentena. “Dado que el turismo supone alrededor de un 12% de la economía española, esta contracción implica que solo por el turismo el PIB está de entrada un 7% más bajo”, apunta Merino.

En los datos de movilidad de Google se aprecia que España es con el Reino Unido el único de los grandes de Europa más Portugal que no ha recobrado los niveles de antes de la pandemia en entradas en restaurantes, centros comerciales y lugares de ocio. De acuerdo con los números de Apple, España figura con Alemania retrasada respecto al resto en la movilidad en automóvil. Estas cifras subrayan que en general hay más gente en casa y menos consumo fuera. Y los rebrotes empeorarían la tendencia.

Otras estadísticas de consumo también desvelan resultados similares. Tomando las cifras de CaixaBank, la suma de transacciones con tarjetas y retirada de efectivo arrojaba en la tercera semana de agosto una caída del 10% respecto a un año antes.

El consumo de electricidad se ha recuperado en unos hogares en los que hay más gente en casa. Pero no se ha restablecido todavía en la industria. Y eso que se está comparando con un momento en el que el sector manufacturero estaba en recesión, muy castigado por las restricciones comerciales, la crisis en China y las dificultades del automóvil.

La brecha con Europa

Ahora mismo la actividad marcha peor que en otros países cercanos. Por ejemplo, según estimaciones del Banco de Francia, a finales de julio la economía gala se encontraba un 7% por debajo y habría restablecido la mitad del PIB perdido. En Francia se espera que se recobren las cotas de producción a mediados de 2022. En España, el Ejecutivo pone como fecha 2023. “Tras la efervescencia del tercer trimestre, cabe esperar un atemperamiento de la actividad en el cuarto y una recuperación de España más lenta que la de nuestros socios europeos debido al mayor número de casos y a la estructura productiva”, subraya Francisco Vidal, economista jefe de Intermoney.

España se ha visto más perjudicada que el resto por haber adoptado unas medidas de confinamiento de las más duras del mundo como atestiguan los datos de movilidad de Google; por tener una mayor dependencia del sector turístico, la hostelería y el ocio, más basados en el contacto social y que ponen a España como el país de la OCDE con más empleos expuestos al contagio; por contar con un alto porcentaje de temporales, que han protagonizado el ajuste ya realizado y hacen de España el país que más empleo está perdiendo; por la predominancia de pymes, con menor músculo para aguantar un vendaval, y por un peso importante del sector automovilístico, cuya reconversión venía de antes pero que ha sido muy golpeado por la reclusión.

Pero ahora la clave es la velocidad que toma la recuperación. Y con más incidencia de contagios, menos empresas para iniciar negocios, una estructura productiva con más peso del turismo y el ocio, unas políticas para recolocar parados sin desarrollar y menos músculo fiscal, España parte en desventaja. Además, la mayor pérdida de rentas en familias y empresas conlleva a su vez un menor grado de consumo e inversión en un horizonte próximo. Con la eurozona dando señales de ralentización, las exportaciones españolas no servirán en estos meses de motor de la recuperación como en la anterior crisis. Y las malas perspectivas pueden aumentar el ahorro de los hogares en detrimento del consumo. Todo ello hace pensar que el ritmo de recuperación pueda ser inferior al de los socios del euro.

Previsiones a la baja

En el actual contexto de mayor pesimismo, el Banco de España actualizará sus previsiones a mediados de septiembre. Será una primera señal. El 9% de caída anual que preveía en su escenario más optimista ya está descartado. Para que salga el 15% de desplome que vaticinaba en el supuesto de riesgo haría falta que se torciesen mucho las cosas de aquí a final de año. Pero el hundimiento del 11% que ahora es el escenario central puede ser ligeramente optimista y quizás se empeore algo. Las cifras dejan a España muy rezagada y podría ser penalizada por los mercados. De ahí que el organismo supervisor pida más rastreos y proteger a los mayores con tal de evitar otro confinamiento que dañe aún más a la economía.


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