El teléfono de Edgar Martín-Blas, CEO de la compañía madrileña Virtual Voyagers, echa humo. Su empresa es una de las pocas especializadas en entornos virtuales en España y uno de sus proyectos ha cobrado estos días gran relevancia. El año pasado colaboraron en la creación de la plataforma de conciertos virtuales de Facebook, que el gigante tecnológico prevé usar en su metaverso, el mundo virtual donde su fundador, Mark Zuckerberg, quiere vernos trabajar, divertirnos y comprar en un futuro no muy lejano. Para Martín-Blas y su empresa, responsable de más de 200 proyectos para varias marcas, esta iniciativa no es algo tan novedoso. Pero entiende el aluvión de llamadas que está recibiendo de quienes quieren subirse al carro de este nuevo internet. “Lo ha anunciado Facebook y ahora todo el mundo se quiere meter ahí”, explica.
Facebook lanzó su gran anuncio en el mismo acto en el que rebautizó a la compañía matriz con el nombre de Meta. El cambio se produjo en medio del escándalo por las revelaciones de Frances Haugen, pero supuso también toda una declaración de intenciones. Una apuesta a todo o nada por la llegada de nueva ola digital a la que quieren subirse empresas de distintos sectores, desde la publicidad al entretenimiento o al comercio electrónico. “El mensaje que yo he captado es que toda la inversión que supone el internet que conocíamos va a un saco que ya no tiene mucho más que ofrecer”, apunta Martín-Blas. “Las marcas ven esto como un mundo nuevo en el que meterse antes que el competidor y clavar banderas”.
El trabajo para Facebook llegó por mediación de una compañía de Los Ángeles con la que Virtual Voyagers tiene relación, Supersphere. Ellos grababan conciertos reales en vídeo 360 para emitirlos después en Facebook Venues, un espacio para hacer eventos en realidad virtual. “Cuando llegó la pandemia se pararon todos los conciertos y surge la oportunidad, en una reunión que tuvimos con Supersphere, de investigar sobre cómo crear conciertos cien por cien virtuales”, cuenta Martín-Blas.
Cuando ambas empresas vieron que era viable le plantearon el proyecto a Facebook, que se mostró interesado. Había que hacer una presentación y, para ello, a la empresa madrileña se le ocurrió crear un pequeño metaverso de demostración al que podía accederse con unas gafas Oculus (las gafas de realidad virtual de Facebook). Hicieron un concierto simulado, con un escenario virtual en el que se movía un solo elemento real, el artista en forma de avatar. Pusieron pantallas grandes que se movían, luces, toda la tramoya que se puede esperar en un evento real de este tipo. Tardaron dos semanas en crear este entorno virtual junto a Supersphere y a algunos colaboradores, como Luca Mefisto, que ahora trabaja en Oculus.
“Cuando les presentamos el prototipo de editor de conciertos todos éramos monigotes metidos en el metaverso chiquitín que habíamos creado para hacer una demo de un concierto. Nosotros les invitamos y aparecieron dentro de nuestro minimetaverso y les decíamos: pues ya estáis en la zona de conciertos o aquí pasa esto cuando el concierto empieza; y se encendían los focos”, relata el CEO de Virtual Voyagers. “Es un concepto de presentación totalmente diferente, porque no es ponerles un Power Point de ideas”.
La reacción de la gente de Facebook fue muy positiva. Ya tenían el ok para crear el sistema de conciertos virtuales de la compañía. Desarrollaron un editor de conciertos para que cualquier artista o productor pudiera crear su propio concierto. La plataforma incluía una librería de objetos, con distintos altavoces, focos y todo lo que suelen tener estos eventos. Pero también permitía importar tus propios objetos 3D para integrarlos con el concierto, como un platillo volante o un megarobot.
Las luces fueron un elemento delicado, pues cada artista quiere su iluminación. Había que meter focos de diferentes tipos y permitir que estos se pudieran manejar desde una mesa de mezclas física. El software virtual tenía que adaptarse a esa interfaz tan peculiar. En cuanto al músico, su actuación se graba en un escenario de croma, para insertarlo —en directo, si es necesario— en el entorno virtual. Su avatar replica sus movimientos y sus gestos.
Un cadillac rosa y un escenario de fantasía
“La interacción con Facebook fue muy ágil, con decisiones súper rápidas”, recuerda Martín-Blas. El primer concierto virtual que se hizo fue el de Jaden Smith, el polifacético hijo de Will Smith, que quiso un Cadillac rosa y un escenario de fantasía. En tres meses, en medio de los confinamientos por la pandemia, se había pasado de una idea a tener un sistema completo, que será el editor oficial de conciertos virtuales del metaverso de Facebook.
Los inicios de Virtual Voyagers se remontan a 2013, cuando Martín-Blas era director creativo de Tuenti. Había metido 300 euros en un proyecto de micromecenazgo de Kickstarter y recibió a cambio el producto resultante: unas gafas Oculus. Empezó a investigar la tecnología con algunos amigos como algo muy a futuro. Pero poco después Facebook compró Oculus y ahí se dieron cuenta de que la realidad virtual estaba más cerca de lo que parecía.
Formaron equipo y empezaron a trabajar para algunas empresas. Ahora son seis empleados que se nutren de una red de colaboradores, especialistas en diferentes ámbitos. Han llegado a trabajar con 40 personas a la vez. Para Virtual Voyagers, el anuncio del metaverso de Facebook es un punto de inflexión: “Lo cambia todo, porque hasta ahora era un sector que crecía poco a poco”.
Dicen que ahora vendrá un Internet tridimensional, que irá más allá de clicar y mirar. “Las marcas grandes de moda ya se están metiendo. Balenciaga y algunas otras ya están creando diseños de ropa que solo existen en el metaverso y que puedes comprar”, apunta Martín-Blas. “Creo que habrá un periodo de transición en el que habrá cosas del mundo físico que estén en el virtual, pero creo que al final esto va a ser una economía de otras cosas diferentes”. El CEO se refiere a la compra-venta de bienes digitales, a hacer conciertos virtuales o asistir a charlas en el metaverso. Aunque admite que va para largo: “Vamos a tardar al menos diez años hasta que tengamos una imagen nítida de cómo va a ser”.
Nadie sabe cómo habrá cambiado el mundo digital para dentro de diez años. Pero ahora el entusiasmo cunde. Tanto es así que los posibles problemas que puedan darse en este tipo de mundos quedan arrinconados. Igual que las redes sociales de Facebook se han visto embarradas en escándalo tras escándalo, lo mismo podría ocurrir con un entorno virtual que será más complejo aún si cabe. Maximiliano Miranda, profesor del Grado en Diseño y Desarrollo de Videojuegos y Entornos Virtuales de ESNE ofrece un doble punto de vista. “Muchos de los problemas que se vislumbran de privacidad o desinformación ya han tenido su base en cualquier red social y no nos pilla tan de nuevas. Cuando pasó lo de Cambridge Analytica la gente no había sido consciente de que estaba vendiendo prácticamente su vida por ahí”.
Pero Miranda aconseja no confiarse: “Al final Facebook, como todas las grandes tecnológicas, son monstruos. Y el objetivo de esa empresa es simplemente ganar dinero y maximizar beneficios. Por eso hay que tener muchísimo cuidado con la legislación y también con la educación de la gente”.
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