Poco después de las ocho de la mañana del día 24 de mayo de hace 32 años un fuerte estallido segó la vida de tres especialistas en desactivación de explosivos en Bilbao. Los cuerpos de Manuel Jódar Cabrero, de 35 años, natural de Rubite (Granada); José María Sánchez García, de 34 años, de Galinaduste (Salamanca) y Luis Hortelano García, bilbaíno de 33 años, quedaron esparcidos en varios metros a la redonda. Los tres estaban casados, tenían dos hijos, y aquel 24 de mayo de 1989 intentaban desactivar una bomba colocada en un taxi que ETA había diseñado para eliminarlos. La asociación Mila Ezker les ha homenajeado este lunes en la base de Iurreta, que alberga la unidad de desactivación, en un acto privado. De los tres policías asesinados, Luis Hortelano era ertzaina. Jódar y Sánchez, policías nacionales.
“Desgraciadamente este triste aniversario es para vosotros, pero podía haber sido el nuestro. Para nosotros fuisteis, sois y series unos héroes. Salvasteis muchas vidas, a costa de la vuestra”, ha leído un portavoz de la asociación frente a un grupo de agentes formados y a Marian Vega, la viuda de Luis Hortelano. Sus compañeros les han homenajeado con una ofrenda floral y una carta a “tres desactivadores del olvido”. Eugenia, la hija de Manuel Jódar, remitió un mensaje a la dirección de la asociación cuando le hicieron partícipe del acto de recuerdo: “No sabéis el orgullo que me habéis hecho sentir con este homenaje, no por mi padre, sino por sus compañeros: vosotros. Los míos también. Mis compañeros y familia de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Para vosotros, siempre”.
Hortelano ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía en 1982, pero en 1986 formó parte de la quinta promoción de la Ertzaintza. Su experiencia en desactivación le sirvió para convertirse un año después en el responsable de la unidad de artificieros de la policía vasca. Solía acompañar a los responsables de desactivación de la Policía Nacional para mantenerse entrenado.
La trampa que ETA había preparado para ellos estaba en un bidón con 20 kilos de amonal, 40 de metralla y un multiplicador de pentrita. Estalló debido a que además de los sistemas eléctricos de activación disponía de algún sensor oculto de estabilidad que activó el explosivo en cuanto lo movieron. Los agentes tomaron precauciones al abrir el portón trasero del taxi con una primera detonación, pero cuando movieron el bidón, saltaron por los aires.
Durante el homenaje, sus compañeros de la Ertzaintza les han dado las gracias sin distinción del color del uniforme: “Os habéis convertido en desactivadores del olvido, ese olvido cruel cómplice injusto e inmerecido que pretende vaciar de contenido las mentes y las conciencias. Para nosotros la memoria es el recuerdo del corazón. Seremos siempre compañeros de profesión, mil gracias Luis, mil gracias José María y mil gracias Manuel”,
El mismo 24 de mayo pero de 12 años después, ETA asesinó a Santiago Oleaga, directivo financiero de El Diario Vasco. Los terroristas le descerrajaron siete tiros por la espalda en San Sebastián cuando acudía a una sesión de fisioterapia.
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