Carlota Boza, la hija de los cuquis en La que se avecina ha vuelto a utilizar sus redes sociales como terapia. Así, la joven actriz ha relatado uno de los episodios más duros de su vida. Y es que, aunque con tan solo cinco años se coló en las casas de la población española como una gran promesa de la interpretación, no hay que olvidar que detrás de su personaje se encuentra una persona de carne y hueso con sus problemas y sus vivencias. Ahora, con las cámaras apagadas y lejos de los escenarios, la que fuera Carlota Rivas en la exitosa serie de Mediaset ha contado a sus seguidores un episodio reciente que le ha hecho plantearse muchas cosas.
“Hoy he tocado, he mirado a los ojos a mi maltratador después de casi ocho años”, ha comenzado relatando, tratando un asunto complicado que le ha removido por dentro. “Me ha servido para darme cuenta de lo fuerte que soy y ver que realmente puedo con todo”, ha zanjado, contando a todos sus followers cómo se ha sentido tras enfrentarse al que puede que sea su mayor miedo. Sin dar más detalles sobre la trágica experiencia, la joven actriz ha dejado claro que, lejos de la fama, su vida y, sobre todo, su infancia no han sido un camino de rosas. Aún así y utilizando su repercusión en las redes sociales, ha lanzado un mensaje de ánimo para las personas que se encuentran en situaciones muy parecidas, tratando temas que parecen ser tabúes en la sociedad. Porque contar su vida públicamente teniendo un gran alcance en una audiencia joven puede ayudar en muchos aspectos.
Hoy he tocado, he mirado a los ojos a mí maltratador después de casi 8 años. Me ha servido para darme cuenta de lo fuerte que soy y ver que realmente puedo con todo
— Carlota Boza (@carlotabozamend) May 4, 2022
Pero no es la primera vez que Carlota habla sin tapujos de su vida privada. Hace unos meses, con una publicación en la que anunciaba la pérdida de su perrita Gilda, la joven volvía a dar una pequeña pincelada de lo que había sido su infancia. “Hoy me despido de ti, Gilda. Mi padre me abandono cuando tenía 9 años. Mi madre, intentando que no estuviera muy triste, me regaló una perrita. Desde entonces ella me ha acompañado en todo”, escribió por aquel entonces, sacando a la luz cómo el animal de compañía se convirtió en su mayor apoyo en unos momentos que no fueron fáciles para ella. “Gracias Gilda por todos estos años, por estar en las buenas y en las malas. Gracias Gilda por acompañarnos en esta etapa de nuestra vida, por formar parte de nuestra familia”, finalizó su mensaje.
Pero la madrileña no solo usa su cuenta de Instagram para subir sus mejores fotografías, sino que también comparte su día a día. En el mes de diciembre, la joven publicaba una instantánea junto a José Luis Gil para mandarle fuerza en unos duros momentos en los que el conocido actor se encontraba recuperándose de un ictus. “Te enviamos todo nuestro cariño. ¡Recupérato pronto!”, escribía.
Y es que, las redes sociales no solo se han convertido en una plataforma de trabajo y diversión, sino también en un método de terapia donde contar, a través de una pantalla, los episodios más íntimos de tu vida. Así, la actriz ha exteriorizado su dolor y ha abierto las puertas de su corazón a sus miles de seguidores, que han podido conocerla a fondo y lograr empatizar con ella fuera de la comunidad de vecinos de Montepinar.