Estar en contacto con la naturaleza es muy beneficioso para el bienestar físico y mental. Según diversos estudios, aumenta la memoria y la concentración, al tiempo que reduce el estrés y mejora la esperanza de vida. Pues bien, para disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor este verano, te proponemos esta ruta llena de cascadas.
Se encuentra en la provincia de Zaragoza y es uno de los rincones más especiales y bonitos de la geografía española. Se trata del Monasterio de Piedra, en el cual se puede visitar el parque y el monasterio. El precio de la entrada oscila entre los 9,90 euros y los 16 horas.
Monasterio de Piedra
Parque Natural
Hacer la ruta de senderismo por el parque es una verdadera experiencia para todos los sentidos. Hay varios puntos de interés:
- Baño de Diana: un lugar donde disfrutar de la naturaleza en estado puro. El agua proviene de la cascada de la Caprichosa y se queda en un estanque.
- Gruta de la Pantera: situada justo al lado de la cascada de la Trinidad.
- Gruta del Artista: es más grande que la anterior, y llama la atención por su extravagante forma.
- Cascada de la Caprichosa: se llama así porque fue creada por capricho de la madre naturaleza.
- Cascada de los Frenos Altos: continuando la ruta de senderismo, se llega a una de las cascadas más bonitas. El agua baja por una formación rocosa completamente cubierta de musgo.
- Lago del Espejo: un lugar mágico donde parece que el tiempo se detiene y sólo se escucha el silencio.
- Peña del Diablo: es el punto más alto del Parque del Monasterio de Piedra. Ofrece unas vistas extraordinarias del Lago del Espejo.
Monasterio
La joya del Parque Natural es el edificio del monasterio. Una fortaleza de la primera mitad del siglo XIII compuesta por una serie de edificios con distintas estancias: sala capitular, cocina, refectorio, calefactorio y almacén.
Fue fundado por 13 monjes cistercenses que provenían del Monasterio de Poblet. A finales del siglo XII, Alfonso II de Aragón y su esposa, Sancha de Castilla, donaron el Castillo de Piedra para que levantaran un monasterio.
En 1835 fue abandonado por la desamortización de Mendizabal. Pocos años más tarde el monasterio lo compró un particular, y fue reconvertido en el atractivo turístico que es a día de hoy.
Como puedes comprobar, esta es una ruta llena de cascadas que merece mucho la pena para desconectar de la rutina y estar en contacto con la naturaleza.
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