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La estación de esquí de Navacerrada en la batalla política


Tras saberse que el Organismo Autónomo Parques Nacionales no renovará la concesión de los terrenos donde se emplazan tres pistas de esquí del puerto de Navacerrada y la decisión de la empresa concesionaria de cerrar definitivamente esta conocida estación invernal, se ha desatado una gran polémica sobredimensionada por las próximas elecciones regionales en la Comunidad de Madrid. De este cierre, previsible y esperado desde hace décadas, se ha hablado durante mucho tiempo en el mundo de la conservación, en los círculos deportivos y entre los mismos técnicos de la administración ambiental madrileña, coincidiendo todos en la inviabilidad económica y ambiental de la estación a corto plazo, hecho que tampoco ponen en duda los agentes sociales implicados ni los ayuntamientos con intereses en el puerto.

Sobre la situación ambiental y socioeconómica de este enclave, colindante con el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, esperábamos de la consejera de Medio Ambiente, Paloma Martín, un análisis un poco más serio y elaborado que sus declaraciones a un diario madrileño, en las que asegura que la estación “genera riqueza, es respetuosa con el medio y las pistas cumplen función de cortafuegos”. En ellas acusa a la ministra Teresa Ribera de estar “instalada en el modelo de la izquierda radical de prohibir y cerrar”, un eslogan político que demuestra que el asunto de la estación de esquí va a formar parte importante de una campaña electoral que se prevé bronca y populista. Quizá la consejera debería haber pedido antes la opinión de sus técnicos con más cualificación y experiencia en este espacio, que siempre han hablado abiertamente de la necesidad ambiental de cerrar la estación.

El caballo de batalla va a ser la pérdida de puestos de trabajo tras la clausura de unas instalaciones que en las últimas décadas han abierto sus puertas unos pocos días al año por falta de nieve, sin considerar que un ambicioso proyecto de restauración ambiental y paisajística de la zona, como el que se acometió hace dos décadas en el puerto de los Cotos, crearía empleo verde y más estable durante muchos años. Pero a la presidenta madrileña le es más rentable políticamente el enfrentamiento, y toma el camino opuesto a la solución que adoptó entonces su antecesor y compañero de partido Alberto Ruiz Gallardón con el desmantelamiento de la estación de esquí de Valcotos.

Y es una verdadera pena, porque el resultado de aquella actuación pionera y ejemplar está allí mismo, como un espejo en el que es inevitable mirarse cuando se visita el entorno maravillosamente restaurado de Peñalara. Utilizar este asunto como arma arrojadiza en la batalla electoral solo va a traer confusión al problema de la recuperación ambiental del icónico y maltrecho paraje del puerto de Navacerrada, poniendo en riesgo esta oportunidad tan esperada para comenzar a rescatarlo de la degradante condición de “no lugar” que arrastra desde hace ya demasiado tiempo.

Julio Vías es ambientalista y escritor.


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