Mientras que Esther Doña y el juez Pedraz han optado por poner punto final a su relación cuando tenían previsto pasar por el altar, Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa parecen encontrarse en el momento más dulce de su relación -y nunca mejor dicho-. El Premio Nobel y su pareja han decidido poner el broche de oro a la temporada estival con una escapada a Marbella, algo que ya se ha convertido en una tradición para ellos.
Como ocurre cada verano, la madre de Tamara Falcó y el escritor aprovechan su visita a la localidad malagueña para pasar por la clínica Buchinguer, donde se hacen una serie de retoques para dar pistoletazo de salida al invierno de la mejor de las maneras. Y es que, este es nada más y nada menos que el centro de confianza del peruano, cuyos profesionales le ofrecen unas rutinas de bienestar que han conquistado posteriormente también a la también conocida como reina de corazones y a su hija, quien se somete a ciertos tratamientos de ayuno terapéutico para recargar pilas antes de empezar una nueva temporada con buen pie.
Pero no todo van a ser hábitos saludables en la familia. El verano es época, por excelencia, de excesos y de dejar a un lado la dieta healthy que durante meses se lleva a cabo para llegar a la operación bikini, razón por la que primero optaron por relajarse en un balneario para después salir a pasear por el centro de Marbella con dos de sus mejores amigos: José María Amusátegui y su esposa, Amalia. Ha sido ¡Hola! el medio que ha recogido que ambas parejas se sentaron en una terraza para degustar una merienda cargada de azúcar: chocolate con porras. Este habría sido el típico postre español que Isabel Preysler habría elegido dentro del sinfín de opciones que probablemente ofrecía la carta del lugar. Una manera muy peculiar de volver a la infancia y de volver a hacer gala también de su gusto por el chocolate, optando además por tomar este postre con las manos y dejando ver al medio de comunicación mencionado y a sus periodistas que es una socialité totalmente humana y fiel a las tradiciones.
Por si fuera poco, y ataviada con un look de lo más hippie y compuesto por una blusa de volante en las mangas con motivos étnicos y cuello redondo, un vaquero acampanado, unas sandalias y una coleta desenfadada con la que recogía su melena, la ex de Carlos Falcó sonreía a las cámaras con la mayor naturalidad mientras que cogía la mano de su pareja, Mario Vargas Llosa. Una estampa que, a juzgar por las respectivas caras de los protagonistas, denota una felicidad y magia fruto de sus siete años de relación, los cuales parecen ir viento en popa pese a los rumores de distanciamiento físico que sonaron hace tan solo unas semanas y que han desmentido a golpe de unión.
Source link