Héctor Bellerín tiene 24 años, nació en Calella (Barcelona) y juega como lateral derecho en el Arsenal de Londres. Cuando llegó a Londres con 16 años se dedicó a descubrir la ciudad en metro y sus tiendas de ropa. Como resultado, se ha convertido en el hombre español más influyente en la moda. Por encima suyo solo hay dos personas, ambas mujeres: la cantante Rosalía y la responsable de la aplicación de moda Depop, María Raga. También están en la lista, siempre por debajo de Bellerín, Leticia Ortiz, Penélope Cruz, Alejandro Palomo, Marta Ortega o el reparto de Élite. El ránking lo ha hecho público el buscador de moda Lyst, comparando los hábitos de compra online de más de 104 millones de usuarios.
Bellerín no solo deja un poderoso discurso sobre cómo un futbolista puede o no puede vestir, sino que ha hablado sobre la ansiedad, sobre el racismo, sobre el acoso y sobre el veganismo
¿Pero qué hace este nombre que al español medio no le suena en medio de estrellas internacionales, popes del textil, una reina y la serie española más famosa de la historia? La relación de Bellerín con la moda es mucho más profunda y antigua que la de la mayoría de futbolistas, habitualmente reclutados por marcas de deporte o moldeados por un estilista y convertidos en una figura con demasiado amor por el logo que puede oscilar entre lo sublime y lo ridículo. Según contó Bellerín a S Moda, desde pequeño ayudaba a su madre y a su abuela en el taller de costura que tenían en Badalona. “Cuando no había gente para jugar al fútbol en la plaza, me iba con ellas y me daban 100 pesetas por barrer los hilos del suelo o echarles una mano”.
Ese amor por el textil continuó cuando llegó a Londres. “Cuando aterricé en Inglaterra prefería descubrir la ciudad a estar encerrado en casa. Como me gusta la ropa, me compraba ropa”, relató a EL PAÍS en 2016. A medida que aumentó su poder adquisitivo, también lo hizo el nivel en su armario. Desde medios británicos de sociedad como The Sun hasta biblias de estilo como Dazed & Confused saludan su gusto en ropa: “Ya sea de Raf Simons, Prada o Fear of God, al español le encanta invertir en moda futurista”, escribió sobre él el primero. Y en Dazed dijeron del catalán: “En el transcurso de los últimos años, Bellerín se ha convertido en un icono de la moda en el mundo del fútbol. Rechazando el habitual uniforme súper llamativo del jugador fuera de servicio, se le ve regularmente en primera fila de la Semana de la Moda Masculina de Londres vistiendo modelos Prada, Off-White, Balenciaga y Burberry recién salidos de la pasarela”.
Esto fue en enero de 2019. Unos meses después, en junio, Bellerín saltaba a la pasarela. Lo hacía para desfilar para Louis Vuitton en París, reclutado por el mismísimo Virgil Abloh, director creativo de la división masculina de la marca.
Fue un final dulce para una temporada que se había convertido en un infierno para el futbolista catalán. En septiembre de 2018, a inicios de esa misma temporada, Bellerín denunció insultos homófobos por parte de los aficionados de su propio equipo. Lo hizo en una entrevista en The Times. “La mayor parte me llegan online, pero otros se escuchan en el estadio. Me llaman ‘lesbiana’ porque llevo el pelo largo y después siguen con otros muchos insultos homófobos. Cuando juego mal, la situación se vuelve insostenible”. Ya un año y medio antes llegó a cerrar sus redes sociales por los comentarios ofensivos que recibía.
Es el precio que paga por ser un adelantado: Bellerín no es solo un futbolista al que le gusta la moda (de esos hay muchos) sino alguien que rompe moldes y se atreve a vestir de una forma que no se espera de un futbolista. ¿Puede un futbolista ir vestido de rosa? ¿Puede salir a la calle con lo que parece un pijama de seda y unas pantuflas de Gucci? Parece que, según algunos, no.
“La mayor parte me llegan ‘online’, pero otros se escuchan en el estadio. Me llaman ‘lesbiana’ porque llevo el pelo largo y después siguen con otros muchos insultos homófobos. Cuando juego mal, la situación se vuelve insostenible”
Bellerín en declaraciones a ‘The Times’ en septiembre de 2018
A este acoso fruto de la mente cerril de algunos de sus forofos (incluso compañeros) hay que sumar la lesión que sufrió este enero que hizo que se perdiese toda la temporada pasada. El lateral del Arsenal se rompió el ligamento cruzado en un partido justo un mes después de otra lesión que ya lo había mantenido fuera del campo un mes. Este septiembre volvió al campo.
Mientras una racha de mala suerte pareció afectar su carrera deportiva temporalmente, Bellerín se está convirtiendo en un símbolo de algo mucho más importante: un agente de cambio en un mundo tradicionalmente machista y homófobo como el fútbol. “Un futbolista no tiene que ser un macho alfa”, declaró durante una charla con el actor cómico Romesh Ranganathan en The Guardian hace dos semanas. “Puedes sentirte increíblemente solo siendo un futbolista. Si tu familia vive lejos, siempre acabarás yéndote a una casa vacía. Hasta hace poco, los futbolistas teníamos que hacer como si la depresión o la soledad no existiese. No se nos permitía llorar”, declaró.
Bellerín no solo deja un poderoso discurso sobre cómo un futbolista puede o no puede vestir, sino que ha hablado sobre la ansiedad, sobre el racismo, sobre el acoso y sobre el veganismo (es vegano desde 2016). Que nadie se quede en la superficialidad de la imagen de un futbolista completamente vestido de rosa sobre la pasarela: esa estampa es, en el fondo, el retrato de un mundo que por fin evoluciona.
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