Muchos monumentos del mundo crecen en verano y decrecen en invierno por una extraña razón que debemos conocer. Dependiendo de la época del año en la que visitemos uno de los monumentos más bonitos del mundo, la Torre Eiffel, nos enfrentaremos a unos centímetros de más o de menos. Con lo cual quizás nos tocará subir un poco más o encuadrar un poco más arriba esa fotografía que queremos que nos quede perfecta. Hay una explicación para este posible crecimiento de los monumentos que debemos tener en cuenta.
Muchos monumentos del mundo crecen en verano y decrecen en invierno
La extraña razón que hace que los monumentos crecen en verano y decrecen en invierno. Es uno de los motivos por los que dependiendo de cuándo visitaremos estos monumentos los veremos más o menos elevados. Es una ley física que debemos conocer con ellos y también con otros elementos que están formados por los mismos materiales.
El metal con el que se fabricó la Torre Eiffel es el principal culpable de ese crecimiento o decrecimiento. Las altas temperaturas que afectan a la capital de Francia son las culpables de que las cifras vayan en aumento y provoquen que esta Torre crezca durante los días más calurosos del año.
Dependiendo de los materiales y las temperaturas se calcula que puede llegar a un crecimiento de hasta los 15 centímetros. Unas medidas que han dejado a medio país en shock y que quizás nos pueda parecer mucho, teniendo en cuenta que es un monumento que lleva décadas siendo la estrella de París.
Todos los visitantes de esta Torre en la que miles de parejas deciden prometerse amor eterno, quizás no sepan que se va moviendo. Dependiendo de cuándo visiten este lugar, estarán ante una Torre Eiffel más o menos alta. Unos centímetros que no afectan a la estructura que ya está pensada para poder soportar estos centímetros de más o de menos.
En invierno se produce el efecto inverso, se vuelve a reducir esta distancia en los mismos centímetros que ha crecido en verano. El nombre técnico de este fenómeno es de expansión térmica. No es habitual que suceda, pero teniendo en cuenta que en París se han superado los 40º en uno de los veranos más intensos de los últimos años, no es de extrañar que se llegue al punto máximo de expansión térmica jamás vista en este tipo de monumentos hechos de hierro.
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