La factura de la luz ahoga a los pequeños comercios: “Ahora me pienso dos veces subir el salario de mis empleados”

María Esteban Jiménez en la Farmacia Lavapiés, este jueves.
María Esteban Jiménez en la Farmacia Lavapiés, este jueves.DAVID EXPOSITO

En la lavandería Speed Queen, ubicada en el centro de Madrid, tienen pánico al precio de la luz. Desde que a principios de este año comenzó a encarecerse la energía, y luego en junio entraran en vigor los cambios en la factura con las famosas horas valle y pico, Yenobis Mundaray, una de las propietarias de este negocio familiar, decidió comenzar a planchar a primera hora, antes de abrir el local. También se vio obligada a apagar el aire acondicionado que en veranos anteriores era indispensable. Y así continúa tres meses después. “Es horrible por el calor que desprende la plancha, además de que planchar todas las prendas del tirón antes de las 10 de la mañana [cuando empieza la hora punta] te destroza las manos”, explica esta venezolana de 46 años.

El precio de la luz en el mercado mayorista fue en junio el más caro de la historia, récord que fue superado en julio y que podría sobrepasarse en agosto. Mientras tanto, los consumidores que tienen contratada la tarifa regulada (PVPC) u otras tarifas indexadas al mercado mayorista observan impotentes cómo su factura se dispara, tanto familias como empresas. Los pequeños establecimientos se ven especialmente castigados por los pocos recursos que tienen para enfrentarse a una subida de costes tras un año de pandemia, como explica Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Autónomos: “Llega en un momento en el que muchos negocios comienzan a despertar, y desde luego el encarecimiento de la luz no ayuda”. La patronal calcula que la factura ha subido de media estos meses un 35% en los pequeños comercios.

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María Fernández, dueña de la Farmacia Lavapiés, también en el centro de la capital, solía pagar en estas fechas unos 600 euros de luz, pero en julio el importe se disparó 200 euros más. “Esto repercute en la economía de todos. Si te planteas contratar a alguien o subir el salario de tus empleados, esto hace que te lo pienses dos veces”, cuenta. En su caso, es imposible rebajar el consumo de luz para suavizar la factura porque necesita tener encendidas las 24 horas las neveras para conservar los medicamentos.

Más aún se han desbocado los gastos en los restaurantes de Marta García, que ha visto cómo la factura energética de sus locales Portomarín y La Caníbal, ambos en Lavapiés, subían cerca de un 50%. “Entre los dos suman 2.000 euros extra solo en julio”, cuenta la empresaria, que también se siente impotente porque no puede reducir su gasto de luz ni subir el precio de la carta para contrarrestar la factura por la enorme competencia que existe en la hostelería. “Es un incremento de gasto que tenemos que asumir nosotros de nuestro beneficio”, resume.

Marta García en el restaurante Portomarín de Lavapiés, este jueves.
Marta García en el restaurante Portomarín de Lavapiés, este jueves.DAVID EXPOSITO

Emilio Gallego, secretario general de Hostelería de España, insiste en lo preocupante que es para el sector este incremento de costes. Y recuerda que no solo se da en el precio de la luz, también en alimentos y bebidas. Si los primeros se han encarecido para el consumidor final alrededor de un 2% desde el año pasado, el agua y los refrescos lo han hecho un 6,9%, según el Índice de Precios de Consumo (IPC) del INE. Los precios industriales del sector alimentario han crecido un 8,1% desde julio de 2020.

Sobre el recibo de la luz, Gallego hace hincapié en que la hostelería y los comercios se ven afectados de lleno por la nueva factura, ya que durante los horarios valle (cuando la energía es más barata) los locales están cerrados. “Es un impacto en un momento de fuerte competencia y con una demanda que no está estabilizada por la pandemia. Sin duda es una piedra en el camino de la recuperación”, señala el representante de la patronal.

El precio de la gasolina, en máximos en siete años

Al encarecimiento de la luz se suma el precio de los combustibles, al alza desde hace nueve meses. Desde noviembre, el coste de los carburantes ha aumentado un 25% y esta semana el litro de gasolina se sitúa en los 1,42 euros de media —récord en siete años— y el de gasoil en los 1,27 euros. “Estos precios son un lastre para el sector del taxi”, enfatiza Lorenzo Amor, representante de los autónomos.

Rellenar un depósito de 50 litros de gasolina cuesta ahora unos 70 euros, mientras que uno de gasoil supera los 60 euros. Son unos 10 euros más que en enero, lo que se come parte de los beneficios de los taxistas, que tienen tarifas reguladas que no pueden aumentar para compensar los gastos. “El IPC del transporte personal ha subido más de un 8% en lo que va de año y hasta que no se actualicen las tarifas en diciembre no podremos trasladar la subida a los usuarios”, explica Jesús Fernández, vicepresidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, que prevé que las carreras serán más caras el próximo año.


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