La cadena TV4 de Suecia está preparando una serie de televisión al estilo The Crown, que hará un repaso por la vida del rey Carlos Gustavo desde su infancia hasta la actualidad. Aunque se encuentra aún en fase de desarrollo y no tiene título, se sabe ya que constará de seis capítulos, aunque parece que la cadena tiene intención de alargarla y hacer varias temporadas. Josefine Tengblad, directora de drama de TV4, ha declarado que la serie aportará una visión distinta de la historia. “Personalmente nunca he sido fan de la monarquía”, ha dicho Tengblad, “pero recuerdo haber leído parte de la trama cuando estaba en un avión y comencé a llorar porque era muy fuerte“.
“La vida del rey Carlos Gustavo se parece un poco a la película El discurso del rey, donde a una persona se le enseña a ser algo que realmente no es. Independientemente de lo que uno pueda pensar de ellos, la oportunidad de agregar nuevas dimensiones a la vida de nuestro rey es un proyecto de prestigio para nosotros”, señala el comunicado emitido por la productora. La familia real ha sido informada del proyecto, algo que no es de su agrado según informa el Billed Bladet.
“Se dice que otros reyes y reinas han tenido un impacto en los acontecimientos mundiales. La historia de nuestro rey es algo diferente. No del todo evidente a nivel internacional, pero al menos tan dramático y fascinante. Y para muchos de nosotros es completamente desconocido”, reveló uno de los guionistas de la serie de televisión.
El rey Carlos Gustavo está casado desde 1976 con la reina Silvia, la primera soberana plebeya de Suecia (después de Gracia de Mónaco). Su unión contó con la oposición de la familia real. Por ello la pareja tuvo que esperar a la muerte de su abuelo, Gustavo IV, quien no aceptaba el matrimonio entre un príncipe y una plebeya. En 1976, el grupo musical Abba dedicó el tema Dancing Queen a la reina Silvia.
Silvia Sommerlath y Carlos Gustavo se conocieron en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, donde ella trabajaba como azafata. Cuatro años más tarde contraían matrimonio en la catedral de Estocolmo y ella se convertía en reina, un trabajo que ha desarrollado sin sobresaltos públicos pero con muchos líos familiares, desde el pasado nazi de su padre a las infidelidades de su marido y la rebeldía de sus tres hijos: Victoria, Carlos Felipe y Magdalena.
Obligado a asumir la responsabilidad del trono a los 27 años, Carlos Gustavo de Suecia vio en el pasado cómo se convertía en el objetivo de muchos y afilados ataques. Particularmente tras la publicación en 2010 de una biografía no autorizada en la se hablaba de sus reiteradas infidelidades y sus salidas nocturnas a clubes de alterne y striptease, y hasta de una relación seria con la cantante local Camilla Henemark. Tampoco ayudó la difusión de una grabación en la que uno de sus mejores amigos intentaba negociar para que no se publicaran unas fotos comprometidas del monarca.
Con el paso de los años, la pareja real ha recompuesto su relación y parecen haber llegado a un pacto de convivencia que parece funcionar. Pero lo que no ha logrado hacer olvidar Silvia de Suecia es el pasado de su familia relacionada con la Alemania nazi. Uno de los mayores disgustos fue cuando se publicó un fotomontaje de la familia sueca en que la reina Silvia estaba arrodillada en el suelo, tratando de esconder una cruz gamada nazi. Los negocios de su padre, Walter Sommerlath, miembro del partido nazi en Alemania y director de una empresa confiscada a un judío berlinés, han sido objeto de discusión en Suecia en el pasado. La propia reina tuvo que explicar que su progenitor nunca fue soldado ni tampoco activo políticamente. “Era difícil ir contra corriente en aquellos momentos”, se ha justificado.
Silvia tuvo una dura infancia. Ralf Sommerlath, hermano de la reina, desveló que parte de ella transcurrió en un campo de refugiados instalado en lo que antes había sido un centro psiquiátrico. Este detalle desconocido de la vida de la esposa de Carlos Gustavo de Suecia salió a la luz durante una entrevista concedida por su hermano a la revista sueca Svensk Dam hace ahora un año.
Sommerlath contó que su familia vivía en Heidelberg, Alemania, durante la II Guerra Mundial aunque su padre en esa época tenía establecida su residencia en Berlín, donde estaba al frente de una fábrica que fue bombardeada. Su madre, Alice, era brasileña y el matrimonio había residido en su país de origen, donde nacieron sus hijos mayores, el propio Ralf, Walter y Hans, lo que motivó que todos ellos tuvieran la doble nacionalidad.
Ralf era el mayor de los hermanos y según su relato cuando la guerra empezó a complicarse para el bando alemán fue evacuado primero a Austria y después a Dinamarca. Era 1943. Cuando el conflicto acabó el joven intentó reencontrarse con su familia. Tenía 15 años y llevaba cinco sin ver a los suyos. El intento lo malogró la resistencia danesa, que le detuvo y le confinó en un campo de donde fue liberado tiempo después.
Cuando por fin consiguió volver a Alemania Ralf Sommerlath supo que tenía una hermana de tres años, Silvia, la actual reina de los suecos, y se enteró de su tragedia: toda su familia se encontraba en un campo de refugiados que se había instalado en un antiguo centro psiquiátrico. Según sus declaraciones la vida allí era todo desesperación: “Había muchas familias que esperaban ser liberadas cuando la guerra acabó, pero los británicos no querían. Existían sospechas de que había nazis entre los refugiados, un hecho que terminó por resultar cierto”. No hay duda de que hay material para un buen guion.
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