El juicio contra el delantero del Celta de Vigo Santi Mina y el defensa de la UD Ibiza David Goldar, por una presunta agresión sexual cometida en Mojácar (Almería) en el verano de 2017, quedará visto para sentencia este viernes a la espera de que la defensa del futbolista gallego tome la palabra. Después de la tercera sesión, la Fiscalía ha mantenido su petición de ocho años de cárcel para el futbolista de Primera división, y la exculpación de su compañero, que comparece citado como testigo, mientras que la acusación particular ha insistido en solicitar nueve años y seis meses de cárcel para el primero, como autor principal, y la misma pena para el segundo, al que considera cooperador necesario. Las defensas han alegado que la relación fue consentida y han pedido la libre absolución.
“Se me hace difícil pensar, con todos los elementos de prueba que hay, que se pueda concluir que los hechos no ocurrieron”, ha señalado el fiscal durante su turno final de intervención. “Eran dos hombres altos y atléticos en un espacio pequeño”, ha apuntado. Pese a todo, como ha hecho en su escrito de acusación inicial, solo ha mantenido la acusación contra Mina como autor de un delito de agresión sexual tipificado en los artículos 178 y 179 del Código Penal. Será ahora la juez quien deba determinar, entre otras cosas, si, como solicita la acusación particular, Goldar intervino como cooperador necesario, por consentir.
El abogado de la víctima ha asegurado en su informe final que los futbolistas le ofrecieron 400.000 euros por cambiar su versión y no implicarlos en la supuesta agresión sexual. La defensa de Goldar ha replicado que fue ella quien se dirigió a los acusados “y puso algún cero más”, para añadir que su relato “es insólito“.
A lo largo de esta semana, las declaraciones de los médicos forenses, psicólogos que atendieron a la mujer supuestamente agredida y los agentes de la Guardia Civil que acudieron al lugar de los hechos en la madrugada del 16 de junio de 2017, han dejado en una posición muy comprometida las versiones de los acusados. Estos, como la víctima y sus amigas —que intervinieron en calidad de testigos―, declararon el pasado lunes a puerta cerrada a petición de la acusación particular, para preservar “la más estricta intimidad de la víctima, especialmente vulnerable dada la gran afección psicológica que padece todavía a día de hoy”, según alegó su abogado, Iván Bolaño.
Los médicos forenses que intervinieron el pasado miércoles acreditaron que “las cuatro lesiones extragenitales y una genital” que presentaba la mujer cuando la examinaron “son compatibles y verosímiles” con la agresión sexual que denunció, y señalaron, además, que durante su examen médico se mostró “nerviosa y ansiosa” y “con rechazo a la exploración ginecológica” que se le practicó. Las pruebas forenses sí apuntan a que la relación con Goldar “fue consentida”.
Los guardias civiles también confirmaron la versión de los hechos que detalla la Fiscalía en su escrito de acusación. Los agentes declararon que recibieron una llamada de una de las amigas de la víctima pidiendo ayuda porque no daba con su compañera y había “pasado mucho tiempo” desde que se había ido. Cuando acudieron al lugar de los hechos, una caravana estacionada cerca de una conocida discoteca, se encontraron a la denunciante con sus amigas y la Policía Local. Ella les contó que estaba manteniendo una relación sexual voluntaria con Goldar dentro del vehículo cuando entró Mina y le introdujo su miembro en la boca. Al llegar los agentes, según han explicado, los dos futbolistas estaban vestidos y no se opusieron a que la chica, “que estaba nerviosa”, se marchara. Ambos “se mostraron colaboradores”, aunque Goldar aparentaba “mayor tranquilidad” que Mina.
En su escrito, la Fiscalía indica que el delantero del Celta —entonces en las filas del Valencia― “con ánimo libidinoso y para satisfacer su apetito sexual, a pesar de la manifiesta voluntad contraria de la víctima, entró en la caravana completamente desnudo”. “Mira chica, tú me gustas mucho y creo que deberíamos hacer algo”, le espetó Mina. Después de que ella le dijera que estaba con Goldar, él salió, pero volvió a entrar y la forzó, primero “introduciéndole el pene en la boca sin preguntar” y, después, ”introduciéndole tres dedos en la vagina”.
Intento de desacreditar a la víctima
Además de las secuelas físicas, descritas por los forenses, la agresión provocó en la joven “una depresión grave, un estado de tristeza casi cronificado, sintomatología ansiosa y una percepción de sí misma muy negativa que antes no tenía”, de acuerdo con la descripción aportada por la psicóloga del Instituto de Medicina Legal de Almería.
La defensa de Mina, ejercida por la abogada Fátima Rodríguez, trató de desacreditar el miércoles las secuelas psicológicas de la mujer llamando al estrado a uno de los varios detectives privados contratados por el futbolista en 2019 para constatar si “llevaba una vida social normal”. Rodríguez le preguntó al detective si “vestía faldas y ropa ajustada” durante el tiempo en el que la estuvo siguiendo. El hombre respondió que “era la vestimenta habitual en ella” y añadió que en ese tiempo solía “ir a la playa, al cine y a tomar copas”, algo que hacía “con normalidad”.
Ese interrogatorio, que levantó revuelo en la sala, fue minimizado por el testimonio de las especialistas que llamaron la atención sobre que los comportamientos de una víctima de agresión sexual “no son lineales”. “Su sintomatología es compatible con los hechos que relata. Una víctima de una agresión sexual puede llevar una vida normal porque su estado emocional no es una línea recta, sino que es un pico de sierra”, que depende de la ayuda profesional y los fármacos que tome, afirmaron las psicólogas.
La letrada de Mina ha insistido este jueves en esa estrategia de descrédito. Tras ser preguntados por si “la ansiedad y la preocupación” que mostraba la víctima podía ser “compatible con otro trastorno”, los psicólogos aportados por la defensa han sostenido que podían deberse a “una exageración de los síntomas” o “un delirio”.
“Lo que buscan las defensas con este tipo de estrategia es que el tribunal haga una interpretación superficial del impacto sobre una víctima de un hecho traumático, tratando de cuestionar su estilo de vida y dando a entender que todos sus cambios deben ser muy notorios”, explica Amparo Muñoz, abogada experta en casos de agresiones sexuales, violencia machista y trata. “La carga de la prueba es de ella y si se hace un análisis superficial de cualquier ámbito relacionado con su comportamiento puede perjudicarle, pero el Tribunal Supremo ya se ha pronunciado en contra de esas interpretaciones. Las reacciones de las víctimas ante un hecho traumático son muy variadas”, abunda.
Durante los tres días que ha durado la vista oral —lunes, miércoles y jueves―, los acusados se han mostrado aparentemente tranquilos, aunque en ocasiones no han podido ocultar cierta tensión, indican a EL PAÍS fuentes presentes en la sala. La abogada de Mina sí reconoció antes de la segunda sesión que su cliente estaba preocupado. Además de la pena de prisión, la Fiscalía ha pedido para el delantero gallego la medida de libertad vigilada por periodo de 10 años y que se le prohíba acercarse a una distancia inferior a 500 metros de la víctima o comunicarse con ella.
Mañana la defensa de Mina pronunciará su alegato final y ambos acusados podrán usar su turno de última palabra.
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